/ domingo 6 de octubre de 2024

Del estante | Así se fundó el tianguis del Chopo

En su libro “La contracultura en México”, José Agustín narra el nacimiento de este punto contracultural de la CdMx

Bastión de la contracultura en la capital del país, el Tianguis Cultural del Chopo acaba de cumplir 44 años. Se fundó el 4 de octubre de 1980. Y si bien su lugar en la calle Juan Aldama, en Buenavista, ya es punto turístico obligado, con sus cerca de 200 puestos y más de cinco mil visitantes cada semana, ese no fue su terruño original.

Según cuenta José Agustín en su libro “La contracultura en México”, la idea la tuvo el “promotor rocanrolero” Jorge Pantoja, quien entonces trabajaba en el Museo Universitario del Chopo, después de convencer a la escritora Ángeles Mastretta, que entonces era directora de ese recinto y dio el visto bueno para que se armara el encuentro.

Hay que recordar que desde los años 70 y hasta la fecha, el Museo del Chopo se ha encargado de dar cabida a las expresiones artísticas y culturales disidentes, siendo un espacio abierto para la crítica y la innovación desde los espacios a veces más insospechados.

Lo que José Agustín cuenta es que el gancho fue hacer “un canal de comunicación para el intercambio y la venta de discos, libros, revistas y parafernalia rocanrolera contracultural”. Así que los funcionarios organizaron dos programas de conciertos de rock: “Una alternativa para los lunes” y “Rock desde acá”, los cuales “contribuyeron a que se rompiera así el gueto de los espacios para el rock nacional”.

El proyecto fue un éxito total y la banda locochona de toda la ciudad, punks, hippies y rockabilies se comenzaron a juntar ahí para intercambiar y vender. Además de que se presentaban grupos que poco a poco comenzaron a pegar en la escena rockera del momento.

Pero todo parecía demasiado hermoso para que pudiera continuar, José Agustín cuenta que no pasó mucho para que el nuevo tianguis —donde la práctica del trueque sigue usándose como en épocas de Nezahualcóyotl— fuera acosado por los vecinos y algunos periodistas que se escandalizaban por lo que hacían las juventudes.

Fue entonces que el tianguis comenzó su propio éxodo, como los pioneros que salieron de Aztlán y después de muchos esfuerzos se pudieron instalar en donde hoy los podemos encontrar.

Bastión de la contracultura en la capital del país, el Tianguis Cultural del Chopo acaba de cumplir 44 años. Se fundó el 4 de octubre de 1980. Y si bien su lugar en la calle Juan Aldama, en Buenavista, ya es punto turístico obligado, con sus cerca de 200 puestos y más de cinco mil visitantes cada semana, ese no fue su terruño original.

Según cuenta José Agustín en su libro “La contracultura en México”, la idea la tuvo el “promotor rocanrolero” Jorge Pantoja, quien entonces trabajaba en el Museo Universitario del Chopo, después de convencer a la escritora Ángeles Mastretta, que entonces era directora de ese recinto y dio el visto bueno para que se armara el encuentro.

Hay que recordar que desde los años 70 y hasta la fecha, el Museo del Chopo se ha encargado de dar cabida a las expresiones artísticas y culturales disidentes, siendo un espacio abierto para la crítica y la innovación desde los espacios a veces más insospechados.

Lo que José Agustín cuenta es que el gancho fue hacer “un canal de comunicación para el intercambio y la venta de discos, libros, revistas y parafernalia rocanrolera contracultural”. Así que los funcionarios organizaron dos programas de conciertos de rock: “Una alternativa para los lunes” y “Rock desde acá”, los cuales “contribuyeron a que se rompiera así el gueto de los espacios para el rock nacional”.

El proyecto fue un éxito total y la banda locochona de toda la ciudad, punks, hippies y rockabilies se comenzaron a juntar ahí para intercambiar y vender. Además de que se presentaban grupos que poco a poco comenzaron a pegar en la escena rockera del momento.

Pero todo parecía demasiado hermoso para que pudiera continuar, José Agustín cuenta que no pasó mucho para que el nuevo tianguis —donde la práctica del trueque sigue usándose como en épocas de Nezahualcóyotl— fuera acosado por los vecinos y algunos periodistas que se escandalizaban por lo que hacían las juventudes.

Fue entonces que el tianguis comenzó su propio éxodo, como los pioneros que salieron de Aztlán y después de muchos esfuerzos se pudieron instalar en donde hoy los podemos encontrar.