Desde hace tres meses Uriel ha abandonado su trabajo habitual para dedicar sus días a Caramelo de Limón, nombre que recibe el alebrije con el que participará por séptimo año consecutivo en el tradicional Desfile de Alebrijes Monumentales.
A partir del mes de julio destina ocho horas diarias en la elaboración del alebrije, el cual mide poco más de tres metros de largo, le gusta trabajar por las tardes, aunque el sentimiento que le inyecta a su creación lo lleva al desvelo. Pero hay algo aún más mágico en el, de por sí ya fantástico, mundo de los alebrijes, “lo maravilloso de esto es que ves una transformación, y ves cómo crece, crece, crece y crece; es imposible no encariñarte con ellos”.
Su experiencia como participante durante los seis años anteriores lo han llevado en ascenso, el año pasado consiguió el primer lugar con su obra “Maestro Mucoyochi”, alebrije que se los dedicó a tres seres importantes en su vida, Coyota su novia y Mugres y China sus mascotas. "De cada uno aprendo diferentes cosas, diferentes maneras de ver la vida, de trabajar, de relajarse, y en homenaje a ellos que son mis maestros hice Maestro Mucoyochi,".
Menciones honoríficas y otros premios, incluyendo una pieza que se exhibe en Francia, han sido la recompensa a la pasión con la que ha elaborado cada una de sus creaciones. Pero, no ha sido solo el amor en donde ha encontrado su inspiración también ha sido coraje el que ha dado forma a sus alebrijes a los que define como seres fantásticos coloridos.
Considera que más allá de estar inspirado, el compromiso es lo que define a un buen artesano, “querer hacer las cosas bien, nunca dejar piezas a medias e ir con todo" a una competencia en la que llegan los mejores cartones de la ciudad y de otros estados cercanos. Más allá del reconocimiento del gremio, compite por llenar de sonrisas, emoción y asombro a los cientos de asistentes al desfile, sentimientos que los motiven a continuar con esta tradición.
A diferencia de la mayoría de los colectivos que participan en el desfile, Uriel trabaja sólo, aunque cuando el tiempo le gana su novia Coyota es quien le ayuda, como en este año en que contribuyó bordando las antenas de “Caramelo de Limón”, alebrije que la tuvo como musa. Ella fue quien inscribió a Uriel por primera vez en el concurso, ambos acudían en al desfile como público, hasta que les entró “la cosquilla” de elaborar alebrijes, actividad que realizan solo una vez año.
Mucho del conocimiento que ha adquirido y que ha hecho mejorar sus alebrijes, ha sido por su constancia en el concurso y por trucos que ha aprendido de maestros cartoneros, aunque aclara "en realidad no soy maestro cartonero, estudie diseño industrial y me enfoque más a las artista plástico".
Uriel Rodríguez es egresado de la Universidad Metropolitana, “desde chamaquito siempre me gustaba dibujar”, su formación incluye haber cursado dibujo técnico e industrial antes de la universidad. Asegura que su educación le ha sido de gran ayuda al darle nociones en cuanto a materiales, estructuras, formas, elementos y variaciones.
Una vez que haya pasado el desfile volverá a su vida cotidiana elaborando Bulbots Arts Toys, proyecto que inició en 2010. Sus figuras consisten en pequeños muñecos hechos de resina, a los que lija, resana y pinta de manera artesanal, desde 2013 que participó por primera vez en el desfile realiza una versión en Bulbot del alebrije monumental.
Como cada, año espera que el Desfile de los Alebrijes Monumentales sea una fiesta llena de color, alegría y emociones, también pide que los asistentes respeten las piezas a las que los artesanos han invertido “tiempo, amor y dedicación”.
Hace una invitación a que visiten la exposición que se montará durante un mes en el Paseo de la Reforma, pero suplica que eviten subirse a las plataformas o recargarse sobre las obras, “Tómense su tiempo para disfrutar a cada uno de los alebrijes, denle la vuelta a todas la obras, son piezas que hacemos con mucho cariño para el mero disfrute de la gente” finalizó el artista.