/ domingo 14 de agosto de 2022

Nudo Mixteco cambia las narrativas del cine mexicano

Con un entramado de tres historias que tratan la migración, la intimidad y la libertad sexual dentro de las comunidades indígenas de Oaxaca, Nudo mixteco, la ópera prima de la cineasta Ángeles Cruz, recibió ocho nominaciones al Ariel

Nominada para los principales premios que entrega la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas: Mejor Película, Mejor Dirección y Mejor Guión Original, Nudo mixteco, ópera prima de Ángeles Cruz, competirá en ocho categorías por el Ariel, cuya gala se celebrará el 11 de octubre.

“Creo que es un abrazo del gremio. Pienso que, cuando se toma en cuenta una película como la mejor, se está reconociendo el trabajo de todas las personas involucradas. En este caso, las que intervinieron en contar nuestra historia de Nudo Mixteco“, dice la realizadora en entrevista con El Sol de México.

Destaca que, producciones como ésta, propician “que se abra esa pequeña puerta al cine que realizamos desde las comunidades como creadoras indígenas o afrodescendientes, algo que considero importante, pues la Academia ha hecho poco para dar ese paso y ver lo que estamos haciendo desde el interior de las mismas comunidades”.

Para Ángeles Cruz, si bien hay un cierto grado de inclusión en la industria cinematográfica, respecto a la realidad de los grupos indígenas en nuestro país, hay un sesgo importante. “Lo que pienso es que sí se han reconocido películas hechas dentro de nuestras comunidades, pero no desde ellas mismas. Hay grandes películas de cineastas muy reconocidos, quienes llegan a nuestras localidades para contar sus historias, pero siempre vistas desde afuera. Evidentemente va a ser un retrato pasado por ese ojo. Lo más difícil para mí sería hablar de mi propia comunidad y que me digan en algún momento que me salga porque no les gusta el retrato que hice”.

Contra los estereotipos

“Es importante generar diversidad. El mundo está lleno de miradas distintas, cada directora o director tiene la suya. Entonces es buenísimo abrir puertas, pero no sólo desde la inclusión, sino desde el preguntarnos desde dónde estamos filmando, porque si se sigue identificando a los malos sólo por su color de piel o por su lengua, no se está cambiando nada”, advierte la directora.

Nominada para los principales premios que entrega la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas / Cortesía | Madrecine

Insiste en la necesidad de cambiar las narrativas, tal como ella propone con esta película. “Por supuesto, quiero que se cambien referentes, donde podamos pensar que nuestros niños puedan tener otros caminos que no estén marcados por el racismo, el colonialismo y el clasismo”.

-¿Por qué consideras que es necesario seguir evidenciando la desigualdad y los problemas de género?

-Yo generalmente escribo desde mi comunidad, desde lo que escucho o lo que no.

Digamos que estas historias en parte se gestaron de mi propia experiencia: yo también soy migrante y regresar me dejó en una especie de limbo y de vacío. Eso fue lo primero que me llevó a escribir. Ya después, se fueron encontrando estas historias acerca de la intimidad de las mujeres en este momento que vivimos las comunidades indígenas, y cómo llegamos a sentir que no decidimos sobre nuestro primer territorio que es el cuerpo.

Cortesía | Madrecine

Nos hemos creado estereotipos que nos han hecho pensar a las mujeres que estamos marcadas por un destino que no podemos modificar. Para mí es importante sentar un precedente de que las mujeres podemos tomar nuestras decisiones en las manos.

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-Has hablado sobre la libertad del cuerpo femenino y si bien ha habido avances en cuanto a la diversidad sexual, ¿cómo miras estos temas dentro de las comunidades indígenas?

-Falta muchísimo por avanzar, creo que hay un entretejido sumamente machista, conservador, muy difícil de mover; también que no es lo mismo ser un hombre homosexual a una mujer lesbiana. Dentro de las comunidades indígenas se sigue juzgando todo lo que hace la mujer, pienso que sigue siendo señalada con demasiada rudeza, no en una igualdad de circunstancias. Y no sólo en nuestras comunidades, también en las grandes urbes. Vivimos en un universo falócrata, en el que siempre sido difícil ver el papel de la mujer con un ojo equitativo y justo.

Nominada para los principales premios que entrega la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas: Mejor Película, Mejor Dirección y Mejor Guión Original, Nudo mixteco, ópera prima de Ángeles Cruz, competirá en ocho categorías por el Ariel, cuya gala se celebrará el 11 de octubre.

“Creo que es un abrazo del gremio. Pienso que, cuando se toma en cuenta una película como la mejor, se está reconociendo el trabajo de todas las personas involucradas. En este caso, las que intervinieron en contar nuestra historia de Nudo Mixteco“, dice la realizadora en entrevista con El Sol de México.

Destaca que, producciones como ésta, propician “que se abra esa pequeña puerta al cine que realizamos desde las comunidades como creadoras indígenas o afrodescendientes, algo que considero importante, pues la Academia ha hecho poco para dar ese paso y ver lo que estamos haciendo desde el interior de las mismas comunidades”.

Para Ángeles Cruz, si bien hay un cierto grado de inclusión en la industria cinematográfica, respecto a la realidad de los grupos indígenas en nuestro país, hay un sesgo importante. “Lo que pienso es que sí se han reconocido películas hechas dentro de nuestras comunidades, pero no desde ellas mismas. Hay grandes películas de cineastas muy reconocidos, quienes llegan a nuestras localidades para contar sus historias, pero siempre vistas desde afuera. Evidentemente va a ser un retrato pasado por ese ojo. Lo más difícil para mí sería hablar de mi propia comunidad y que me digan en algún momento que me salga porque no les gusta el retrato que hice”.

Contra los estereotipos

“Es importante generar diversidad. El mundo está lleno de miradas distintas, cada directora o director tiene la suya. Entonces es buenísimo abrir puertas, pero no sólo desde la inclusión, sino desde el preguntarnos desde dónde estamos filmando, porque si se sigue identificando a los malos sólo por su color de piel o por su lengua, no se está cambiando nada”, advierte la directora.

Nominada para los principales premios que entrega la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas / Cortesía | Madrecine

Insiste en la necesidad de cambiar las narrativas, tal como ella propone con esta película. “Por supuesto, quiero que se cambien referentes, donde podamos pensar que nuestros niños puedan tener otros caminos que no estén marcados por el racismo, el colonialismo y el clasismo”.

-¿Por qué consideras que es necesario seguir evidenciando la desigualdad y los problemas de género?

-Yo generalmente escribo desde mi comunidad, desde lo que escucho o lo que no.

Digamos que estas historias en parte se gestaron de mi propia experiencia: yo también soy migrante y regresar me dejó en una especie de limbo y de vacío. Eso fue lo primero que me llevó a escribir. Ya después, se fueron encontrando estas historias acerca de la intimidad de las mujeres en este momento que vivimos las comunidades indígenas, y cómo llegamos a sentir que no decidimos sobre nuestro primer territorio que es el cuerpo.

Cortesía | Madrecine

Nos hemos creado estereotipos que nos han hecho pensar a las mujeres que estamos marcadas por un destino que no podemos modificar. Para mí es importante sentar un precedente de que las mujeres podemos tomar nuestras decisiones en las manos.

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-Has hablado sobre la libertad del cuerpo femenino y si bien ha habido avances en cuanto a la diversidad sexual, ¿cómo miras estos temas dentro de las comunidades indígenas?

-Falta muchísimo por avanzar, creo que hay un entretejido sumamente machista, conservador, muy difícil de mover; también que no es lo mismo ser un hombre homosexual a una mujer lesbiana. Dentro de las comunidades indígenas se sigue juzgando todo lo que hace la mujer, pienso que sigue siendo señalada con demasiada rudeza, no en una igualdad de circunstancias. Y no sólo en nuestras comunidades, también en las grandes urbes. Vivimos en un universo falócrata, en el que siempre sido difícil ver el papel de la mujer con un ojo equitativo y justo.

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