/ martes 2 de marzo de 2021

La Berlinale lanza desafío virtual sobre guerra del Líbano

El filme Memory box aspira al gran premio del Oso en el festival internacional

BERLÍN. La 71 Berlinale arrancó con Memory box, un filme sobre la guerra del Líbano y la primera revelación entre las 15 aspirantes a los Osos de un festival virtual que desafía los obstáculos impuestos por la covid al sector del cine.

La pregunta de cómo presentar una película en estos tiempos planeará inevitablemente sobre el que, de acuerdo al calendario, es el primero de los grandes festivales europeos.

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El elenco libanés formado por Joana Hadjithomas y Khalid Joreige lo resuelve con un fascinante rompecabezas entre recuerdos ocultos y el presente, alrededor del conflicto al que, en 2008, se habían consagrado ya en Quiero ver (2008), con Catherine Deneuve.

Componen su filme miles de imágenes captadas en los 80 con la polaroid o un último carrete que nunca se llevó a revelar. Ahí están también viejas cintas de casete o cuadernos en papel, que toman nueva vida y se ensamblan con archivos de imagen o audio, captados con el Iphone y compartidos por WhatApp o Instagram.

Memory box se abre cuando una adolescente, Alex (Paloma Vauthier) ve llegar a su casa de Montreal un paquete enorme, dirigido a su madre, Rim Turki. Son las miles de cartas y fotos, dirigidos desde Beirut a la amiga con quien prometió compartir todos sus secretos, mientras el Líbano quedaba envuelto en bombas.

Alex ignora la orden de mantener embalada la caja. Irá así revelándose ante sus ojos la muchacha que fue su madre, tan parecida a la adolescente que es ella. Su confortable Montreal bloqueado por intensas nevadas poco tiene que ver con un Beirut cayéndose a pedazos. Pero sí lo tienen las pasiones y miradas de ambas mujeres.

La clave de todo la tiene una tercera, la abuela interpretada por Clémence Sabbagh. Una libanesa que se sigue manejando mejor con el árabe que con el francés en el Canadá al que llegó hace décadas para enterrar el recuerdo de las bombas y del marido muerto. Maia, la madre, recupera los abrazos y risas adolescentes.


BERLÍN. La 71 Berlinale arrancó con Memory box, un filme sobre la guerra del Líbano y la primera revelación entre las 15 aspirantes a los Osos de un festival virtual que desafía los obstáculos impuestos por la covid al sector del cine.

La pregunta de cómo presentar una película en estos tiempos planeará inevitablemente sobre el que, de acuerdo al calendario, es el primero de los grandes festivales europeos.

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El elenco libanés formado por Joana Hadjithomas y Khalid Joreige lo resuelve con un fascinante rompecabezas entre recuerdos ocultos y el presente, alrededor del conflicto al que, en 2008, se habían consagrado ya en Quiero ver (2008), con Catherine Deneuve.

Componen su filme miles de imágenes captadas en los 80 con la polaroid o un último carrete que nunca se llevó a revelar. Ahí están también viejas cintas de casete o cuadernos en papel, que toman nueva vida y se ensamblan con archivos de imagen o audio, captados con el Iphone y compartidos por WhatApp o Instagram.

Memory box se abre cuando una adolescente, Alex (Paloma Vauthier) ve llegar a su casa de Montreal un paquete enorme, dirigido a su madre, Rim Turki. Son las miles de cartas y fotos, dirigidos desde Beirut a la amiga con quien prometió compartir todos sus secretos, mientras el Líbano quedaba envuelto en bombas.

Alex ignora la orden de mantener embalada la caja. Irá así revelándose ante sus ojos la muchacha que fue su madre, tan parecida a la adolescente que es ella. Su confortable Montreal bloqueado por intensas nevadas poco tiene que ver con un Beirut cayéndose a pedazos. Pero sí lo tienen las pasiones y miradas de ambas mujeres.

La clave de todo la tiene una tercera, la abuela interpretada por Clémence Sabbagh. Una libanesa que se sigue manejando mejor con el árabe que con el francés en el Canadá al que llegó hace décadas para enterrar el recuerdo de las bombas y del marido muerto. Maia, la madre, recupera los abrazos y risas adolescentes.


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