En el deambular por los sinuosos caminos de la historia criminal de México, me encontré con esta espeluznante historia que quiero compartirles, estimados lectores.
Se trata del misterioso asesinato cometido contra un rico comerciante de origen sirio libanés, quien tuvo por nombre Samuel Birch Nemat, ocurrido en el ya distante año de 1952, en la ciudad de México.
Resulta que el señor Samuel Birch tenía una moderna tienda de ropa llamada La Nueva París en la calle de Honduras número 71, en pleno centro histórico. Un local que ponía al alcance de sus clientes los modelos de la moda reinante: pantalones, blusas, camisas, sacos, sombreros y hasta mascadas de las que usaban en aquella época las estrellas de Hollywood como Rita Hayworth, James Dean, Betty Grable, Paul Newman, Audrey Hepburn, Marlon Brando, Marilyn Monroe, entre muchos otros. Digamos que no era una tienda modesta, sino todo lo contrario.
En aquellos días de la década de los 50, comenzaron a instalarse en el centro de la ciudad muchos comercios, los escaparates de esas tiendas exhibían todo tipo de artículos, entre ellos ropa, calzado y electrodomésticos, la tecnología más moderna llegada principalmente de los Estados Unidos y por las principales avenidas como Paseo de la Reforma, Insurgentes y San Juan de Letrán (Eje Central) circulaban también los autos último modelo: Cadillacs, Ford, Chevrolet y Packard.
En pocas palabras, fue una década de prosperidad en la que cualquier ciudadano de clase media podía acceder al último grito de la moda y donde también arribaron al país varios extranjeros que decidieron quedarse a hacer vida.
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Samuel Birch Nemat fue uno de ellos. Un hombre que encontró en nuestro país el lugar idóneo para instalarse y hacer prosperar sus negocios. Éstos le dieron para adquirir tres propiedades: una en Cuernavaca y otra en Acapulco, donde solía pasar los fines de semana o días festivos. Su tercer domicilio lo tuvo en el Distrito Federal, el cual le facilitaba abrir y atender su tienda vanguardista entre semana, en el corazón de la capital.
Pero el infortunio la mayoría de veces no suele anunciarse, aparece de golpe ocasionando la desgracia en las vidas de las personas, no obstante, otras cuantas, se aproxima con sigilo y se vuelve una sombra para la víctima, quien a pesar de saberse en peligro, le gusta deambular al borde del abismo. Quizá lo segundo ocurrió con el señor Samuel Birch o puede que no, la única certeza fue que tuvo una muerte horripilante y que La Prensa dio cuenta de uno de los crímenes más comentados allá por el año de 1952.
La tarde del 4 de agosto, todo parecía ir normal hasta que el comerciante Samuel Birch recibió una llamada telefónica alrededor de las 16:00 horas. Apenas cruzó algunas palabras con su interlocutor, se mostró preocupado, así que en cuanto colgó dio instrucciones a sus empleados para que se hicieran cargo del negocio porque él ya no iba a regresar. Entonces tomó su gabardina, su sombrero y abandonó el almacén a bordo de su lujoso Cadillac azul, convertible, con placas Y-1538 del Estado de Morelos.
A partir de ese momento, estimados lectores, la neblina del misterio cubre esta historia, debido a que fue la última vez que se le vio al señor Birch Nemat, pues nunca se supo con certeza qué rumbo tomó el comerciante sirio libanés, al salir de su tienda, ni cómo sucedieron los hechos en los que perdió la vida.
Ocultaron cadáver en lujoso Cadillac
Cerca de las 8 de la mañana del martes 5 de agosto, el diputado Jesús Yáñez Maya dio aviso a la policía, sobre un hombre muerto en el interior de un auto que estaba estacionado a las afueras de su domicilio, por los rumbos de Lindavista.
Cuando los uniformados se dieron cita en el lugar, se encontraron con una escena espeluznante, pues la víctima presentaba varias heridas punzocortantes en el cuello y el cráneo, al realizar una ligera inspección, se encontraron con la licencia de conducir del fallecido, la cual pertenecía al señor Samuel Birch Nemat.
La noticia del suceso llegó hasta la redacción de La Prensa, donde el reportero Luis C. Márquez se trasladó de inmediato hasta el norte de la ciudad, para recopilar los pormenores del terrible asesinato.
El panorama sobre la Avenida Tenochtitlán número 1730, en la colonia Lindavista, era impresionante. Debajo del asiento trasero del Cadillac, yacía el cuerpo del comerciante Samuel Birch y decenas de curiosos, así como elementos de la policía capitalina atiborraban el lugar. También ahí, se encontraba un hombre elegantemente vestido, era el diputado guanajuatense Jesús Yáñez Maya, quien descubrió el cadáver afuera de su domicilio.
Cuando el reportero Luis C. Márquez lo entrevistó, estas fueron sus palabras:
-Anoche llegué al filo de las nueve de la noche a mi casa y observé que estaba el Cadillac estacionado, lo primero que pensé es que se trataba de una pareja de enamorados y no le di mayor importancia al asunto. Sin embargo, hoy por la mañana me asomé por la ventana de mi cuarto y vi que el auto seguía ahí, entonces ya no me pareció tan normal. Así que me entró curiosidad y salí a asomarme. Mi sorpresa fue mayúscula cuando por una de las ventanillas observé al hombre que estaba tirado en la parte trasera y debajo del asiento, en su cabeza pude apreciar sangre y entonces me di cuenta que se trataba de un crimen. Impresionado, no dudé en dar aviso pronto a la policía.
Samuel Birch fue degollado
Cuando el agente del Ministerio Público tuvo conocimiento del hallazgo, comisionó al licenciado Jiménez Vidal y un grupo de peritos en criminalística para realizar las inspecciones reglamentarias. Así fue, como en presencia de todos los curiosos y autoridades, Vidal comprobó que las puertas del auto del señor Birch Nemat no tenían seguro, también, se encontraron las llaves pegadas en el switch y en la parte trasera, debajo del asiento, el cadáver del comerciante con varias heridas sangrantes en la nuca y alrededor del cuello.
Los peritos tomaron varias fotografías, recopilaron huellas dentro y fuera del auto y anotaron la posición en la que se encontraba el cuerpo y otros detalles. Posteriormente, fue el mismo licenciado Vidal, quien procedió a trasladar el automóvil Cadillac a la Decimotercera Delegación de Policía.
Sobre la plancha de concreto del anfiteatro de dicha Delegación, el médico forense constató que el señor Samuel Birch tenía 15 heridas por arma punzocortante, varias de ellas alrededor del cuello, otras en el mentón, una en cada mano y cinco en la nuca; lo que pudo comprobar que el comerciante sirio libanés trató de defenderse de la agresión, además de padecer momentos de gran angustia y terror por la saña con la que fue asesinado.
También se le hallaron en la bolsa de su pantalón, dos direcciones escritas por su puño y letra que decían: “Dra. Rosal 36-56-70 Depto. 5”, la otra: “Mérida núm. 204”.
Por otra parte, debido a los pocos rastros de sangre hallados en su auto, los agentes policiacos plantearon la hipótesis de que el señor Birch Nemat no había sido asesinado dentro de su coche, sino en otro lugar; después su cadáver fue colocado debajo del asiento trasero para tratar de ocultarlo y posteriormente, abandonado en la Colonia Lindavista.
Otro dato importante que la policía pudo recabar, fue lo aportado por un testigo, quien no quiso dar su nombre, pero señaló que el mismo lunes 4 de agosto, él pasó por la calle de Tenochtitlán alrededor de las 19:00 horas, y vio el Cadillac del comerciante sirio ya estacionado frente a la casa del diputado Yáñez Maya.
Así que esto indicó, que el señor Samuel Birch había sido asesinado entre las 16: 00 y las 19:00 horas de ese lunes, y su cuerpo encontrado al siguiente día cerca de las 8:00 horas.
Con esa información recabada, la policía capitalina comenzó a investigar para dar con los criminales.
Por otro lado, un agente de la Decimotercera Delegación fue comisionado para acudir a la calle de Mérida número 204, en la Colonia Roma Norte, dirección que se había hallado escrita en un papel entre las ropas de Birch Nemat, para dar con alguna pista certera que ayudara a resolver el sanguinario homicidio.
Dolor súbito
El agente policiaco llegó al número 204 de la calle Mérida, éste comprobó que se trataba de uno de los domicilios del difunto, donde se encontraban su esposa y varios de sus hijos. Sin embargo, el polizonte sólo se concretó a decirles a los familiares que el señor Birch Nemat había tenido un problema en la Delegación y que hicieran favor de acompañarlo.
Cuando la señora Esther Cohen y dos de sus dos hijos varones llegaron a la Delegación, el licenciado Jiménez Vidal se encargó de darles la terrible noticia. Al ingresar al anfiteatro y ver en la plancha a quien fuera su esposo, la señora Cohen se desmayó de la impresión. No se imaginaron que de súbito la vida los golpearía sin clemencia. Cando la viuda recobró el sentido, estrujó contra su pecho la masa inerte y ensangrentada de su ser amado, y su llanto era incontenible.
En su declaración ante el agente del Ministerio Público, la señora Esther Cohen y sus hijos: Aarón, Cecilia, José, Elena, Graciela, Elías, Clara, Ruth, Raquel e Isaac, señalaron que su padre no tenía enemistades enconadas. También se supo que dos de sus hijos estuvieron en la tienda con él, el lunes 4, pero no les dijo el lugar a donde se dirigía, lo que se confirmó fue que antes de abandonar el negocio, recibió una llamada telefónica que el mismo comerciante atendió, para después abordar su Cadillac con rumbo desconocido.
Hipótesis de un reportero
Con el objetivo de dar seguimiento a este espeluznante caso, el reportero Luis C. Márquez de La Prensa, inducido por su sagacidad de investigador compartió algunas hipótesis del crimen con la policía.
La primera estimaba que Samuel Birch Nemat había sido asesinado en otro lugar y no en su auto, pues éste sólo fue utilizado para esconderlo debajo del asiento y abandonarlo al norte de la ciudad de México.
Otra decía que el móvil del crimen no se trataba de un robo, pues entre sus pertenencias, al señor Samuel Birch se le encontró su cartera con algunas monedas, billetes y su licencia de manejo, además de que no lo despojaron de su lujoso auto.
Y la tercera, la cual cobró más fuerza entre la policía, fue que se trataba de alguna venganza de tipo pasional. El reportero señaló que necesariamente Birch Nemat llegó a algún lugar con alguien conocido, después fue atacado, por lo cual trató de defenderse, esto explica las heridas en las manos, y después, ya muerto, fue subido al auto y su cadáver escondido debajo del asiento trasero.
El reportero también supuso que el ricachón había sido asesinado en la ciudad y no en alguna carretera, pues hubiera sido más sencillo y menos riesgoso para sus agresores deshacerse de su cuerpo en algún paraje abandonado o en alguna barranca.
Así que las hipótesis fueron compartidas con los familiares, no obstante, éstos negaron que el señor Samuel Birch tuviera alguna amante o líos con otras mujeres. También afirmaron que su familiar no tenía deudas de ninguna índole, tampoco enemigos y por ello no se explicaban la forma tan salvaje en la que le arrancaron la vida.
Tras lidiar con los enfadosos trámites legales, la señora Esther Cohen, sus 10 hijos, amigos y familiares dieron sepultura el jueves 7 de agosto al señor Samuel Birch Nemat, en el Panteón Jardín.
Samuel Birch guardaba con sigilo un secreto
Sin pistas concretas que ayudaran a resolver el crimen, las autoridades policiacas se inclinaron por dos teorías: Samuel Birch Nemat fue asesinado por un amor violento hacia una mujer, donde un tercero en discordia lo mató por arrebatársela. Pero también surgió la idea de que se pudo tratar de una venganza relacionada con el juego, debido a que el sirio libanés acostumbraba visitar casinos en compañía de sus amigos, donde apostaba fuertes cantidades de dinero jugando al póker. La policía y el Servicio Secreto lograron averiguar que el comerciante antes de salir el lunes 4 de su tienda, recibió una llamada telefónica, en la cual se le escuchó decir: “Sí, enseguida voy, espérenme, no tardo en llegar”. Por ello supusieron que una deuda o un pleito de juego pudieron ser los motivos de su muerte.
Sin embargo, esta teoría también la negaron los familiares, pues señalaron que éste sólo acudía por diversión, para entretenerse y hacer relaciones que favorecieran a su negocio de ropa, y nunca les comentó que debiera dinero o tuviera problemas con alguien.
El sirio libanés fue atacado sin saco ni corbata
Sin embargo, el comandante al cargo de la investigación, Francisco Quezada, realizó una valoración detallada de los hechos: “El comerciante sirio libanés fue ultimado cuando estaba en mangas de camisa, sin saco ni corbata; para los fines de los victimarios daba lo mismo despojarlo de esas prendas o no. Esto significa, pienso yo, que el señor Samuel Birch Nemat se encontraba en algún lugar de confianza donde pudo relajarse y despojarse de esas prendas de vestir.
Así que la víctima cuando abandonó su tienda, pudo dirigirse a alguna casa donde tenía acceso y se veía con alguna mujer; ahí, despreocupadamente, se quitó el saco y la corbata. Después, estoy seguro, fue atacado por algún marido ofendido; esto explica la saña con la que le enterraron en 15 ocasiones el arma punzocortante al grado de casi arrancarle la cabeza. Es obvio que el autor del nefasto crimen actuó impulsado por un odio vehemente contra el señor Birch Nemat.
Luego de haberlo matado, subieron su cadáver a su auto y escondieron el cuerpo debajo del asiento trasero y después lo abandonaron en la Avenida Tenochtitlán, en Lindavista”.
Según el comandante Quezada, los hechos ocurrieron en un rango de tres horas, de las 16:00, momento en que el comerciante abandonó su tienda, a las 19:00 horas, tiempo en que un testigo vio el lujoso Cadillac afuera del domicilio del diputado Jesús Yáñez Maya.
Birch Nemat: un caso sin resolver
Pasaron los días, estimado público lector, y, aunque El Periódico que Dicen lo que Otros Callan dio seguimiento al caso del comerciante sirio libanés, la policía capitalina y el Servicio Secreto al no tener pistas contundentes, se portaron indiferentes y poco a poco abandonaron la investigación; un par de agentes bien dedicados a la indagatoria hubieran bastado para resolver el crimen, sin embargo, no fue así y la muerte del señor Samuel Birch Nemat se fue quedando en el olvido.
A pesar de que el martes 12 de agosto el reportero de LA PRENSA, Luis C. Márquez volvió a entrevistar al comandante Quezada y éste afirmó que estaban por resolver el asesinato, todo fue una farsa. Los días y meses pasaron y no se resolvió el caso.
La muerte del sirio libanés Samuel Birch Nemat quedó envuelto por completo en el misterio. Nunca se supo quién le llamó aquella tarde del 4 de agosto a su tienda. Tampoco qué motivos lo llevaron a abandonar con premura su negocio y mucho menos, cuál fue el rumbo que tomó. Pues según las pesquisas de la policía, sólo tres horas después de atender esa llamada telefónica, Samuel Birch ya había sido brutalmente asesinado y su cuerpo abandonado como un perro degollado y con la sangre coagulada alrededor de su cuello, en el interior de su lujoso Cadillac por los rumbos de Lindavista.
Así que no hubo final feliz, ni lo podía haber desde un principio, cuando el comerciante ya había sido ultimado con saña. Mucho menos hubo justicia para los miembros de la familia Birch Cohen, quienes lacerados por la violencia, tuvieron que seguir sus vidas en una Ciudad de México que prometía prosperidad para los años futuros.