/ viernes 12 de mayo de 2023

¿Quién mató a Paco Stanley?

El asesinato de Paco Stanley se fue diluyendo con el paso de los meses

Fue un proceso infernal para los protagonistas de esta intriga policiaca en la que estuvieron implícitas cualquier cantidad de dudas e incertidumbres, pero de las cuales no se obtuvo nada: ¿deudas, fraude, narcotráfico, resquemor de amigos...?

Pese a toda la maquinaria puesta a trabajar para resolver el caso y hallar a los responsables, el asesinato de Paco Stanley se fue diluyendo con el paso de los meses y su esclarecimiento distaba de llegar a buen puerto.

Los principales sospechosos permanecieron recluidos en prisión, sin embargo, su liberación se veía más próxima que su posible vinculación directa con los acontecimientos, es decir, la policía no sabía hacia dónde extender las investigaciones y se planteó el adagio que reza “la solución más obvia es la que tienes enfrente”. De tal modo que hubo varias irregularidades en el proceso de investigación.

Con base en las declaraciones de expertos en temas criminalísticos, la Procuraduría capitalina habría planteado dos líneas de investigación fundamentales para esclarecer el asesinato.

Como ya se mencionó, Samuel del Villar, procurador capitalino, descartó el robo o secuestro como móviles del crimen, por lo cual las dos vertientes en la investigación de la PGJDF fueron la venganza y el ajuste de cuentas.

Escucha aquí el podcast ⬇️

Caso sin resolver

Fue el 22 de junio de 1999, cuando la jueza encargada del caso concedió el arraigo en contra de Mario Rodríguez Bezares por 30 días, ya que el conductor realizó trámites que indicaban su intención de abandonar el país junto con su familia.

Ese quizá fue un motivo poderoso para dirigir las miradas hacia él, aunado a que durante sus declaraciones había mentido sobre el consumo de cocaína, entre otras contradicciones.

De acuerdo con lo que revelaron posteriores investigaciones, trascendió que el 2 de agosto de 1999, desde un teléfono público ubicado en el interior del reclusorio Luis Gabriel Valencia “El Flama” realizó una llamada al 061, indicando que tenía información sobre quién había planeado la muerte del señor Francisco Stanley, y agregó que, desde el año de 1994 se ha dedicado al robo a mano armada con una pistola calibre 22, teniendo varios procesos por los delitos de robo simple, portación de arma prohibida y abuso de confianza.

Cuando “El Flama” llegó al Reclusorio Sur se empleó como cocinero de los hermanos Jesús y Luis Amezcua y, aproximadamente tres meses y medio antes, se percató de algunas visitas que recibían estos sujetos, quienes en la prisión eran considerados “padrinotes” y eran conocidos como “Los Reyes de las Anfetaminas”. Una de las visitas que más llamó su atención, según refirió, fue la de un sujeto a que apodaban “El Cholo”, quien iba con una mujer rubia “muy guapa”.

De acuerdo con esa vertiente en su declaración de aquel entonces, habría escuchado en dos ocasiones que los Amezcua le dijeron a “El Cholo” y a la mujer que se pusieran de acuerdo con Mario Bezares en la forma en que éste iba “a poner” a Paco para que “El Cholo” y su gente “le pusieran en la madre”.

Bala con el nombre de Paco

Según refirió Valencia, el motivo por el cual había una bala con el nombre de Paco era porque les debía gran cantidad de dinero y “se había pasado de listo”. Por su parte, Mario accedió a colaborar, pues estaba cansado de las humillaciones a que era sometido diariamente, pero también porque le debía a Paco una fuerte cantidad de dinero; por lo tanto, al morir el conductor de tv, acabarían las humillaciones y la deuda.

Erasmo Pérez Garnica “El Cholo”, presunto autor material del asesinato de Paco Stanley, fue detenido 18 de agosto de 1999 en la entonces delegación Gustavo A. Madero, ya que con base en el retrato hablado que se había realizado sobre las declaraciones de los testigos, éste sujeto coincidía en su fisonomía.

Cinco días después, los hermanos Amezcua negaron su participación en el atentado contra Stanley y aseguran no conocer ni a Mario, Paola ni a Pérez Garnica.

Ya en el año 2000, transcurridos seis meses del homicidio del carismático presentador de televisión y todavía sin haber esclarecido nada, se llevó a cabo el careo entre Mario Rodríguez Bezares y Luis Gabriel Valencia en el interior del reclusorio Oriente. Derivado de éste, el cocinero de los Amezcua declaró haber sido víctima de tortura durante su estancia en el penal de Perote, Veracruz, y, por consiguiente, un mes después se retractó de las acusaciones emitidas contra los principales sospechosos y detenidos: Durante, Pérez Garnica y Bezares.

El tiempo transcurrió y casi año y medio después, el 25 de enero de 2001, los principales relacionados en el caso del asesinato fueron puestos en libertad, ya que las pruebas presentadas en su contra no le permitían a ninguna autoridad acreditar la participación de alguno de los inculpados en el asesinato de Paco, por lo cual se ordenó su inmediata liberación.

Aún hoy las circunstancias en que fue ultimado Paco Stanley parecen extrañas, también todas las teorías que se plantearon y que no pudieron ser resueltas dejan en vilo a los espectadores ávidos de verdad, pero quizás y sobre todo de justicia, porque aquel hombre acribillado perfilaba para ser un gran ídolo del pueblo.

Fue un proceso infernal para los protagonistas de esta intriga policiaca en la que estuvieron implícitas cualquier cantidad de dudas e incertidumbres, pero de las cuales no se obtuvo nada: ¿deudas, fraude, narcotráfico, resquemor de amigos...?

Pese a toda la maquinaria puesta a trabajar para resolver el caso y hallar a los responsables, el asesinato de Paco Stanley se fue diluyendo con el paso de los meses y su esclarecimiento distaba de llegar a buen puerto.

Los principales sospechosos permanecieron recluidos en prisión, sin embargo, su liberación se veía más próxima que su posible vinculación directa con los acontecimientos, es decir, la policía no sabía hacia dónde extender las investigaciones y se planteó el adagio que reza “la solución más obvia es la que tienes enfrente”. De tal modo que hubo varias irregularidades en el proceso de investigación.

Con base en las declaraciones de expertos en temas criminalísticos, la Procuraduría capitalina habría planteado dos líneas de investigación fundamentales para esclarecer el asesinato.

Como ya se mencionó, Samuel del Villar, procurador capitalino, descartó el robo o secuestro como móviles del crimen, por lo cual las dos vertientes en la investigación de la PGJDF fueron la venganza y el ajuste de cuentas.

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Caso sin resolver

Fue el 22 de junio de 1999, cuando la jueza encargada del caso concedió el arraigo en contra de Mario Rodríguez Bezares por 30 días, ya que el conductor realizó trámites que indicaban su intención de abandonar el país junto con su familia.

Ese quizá fue un motivo poderoso para dirigir las miradas hacia él, aunado a que durante sus declaraciones había mentido sobre el consumo de cocaína, entre otras contradicciones.

De acuerdo con lo que revelaron posteriores investigaciones, trascendió que el 2 de agosto de 1999, desde un teléfono público ubicado en el interior del reclusorio Luis Gabriel Valencia “El Flama” realizó una llamada al 061, indicando que tenía información sobre quién había planeado la muerte del señor Francisco Stanley, y agregó que, desde el año de 1994 se ha dedicado al robo a mano armada con una pistola calibre 22, teniendo varios procesos por los delitos de robo simple, portación de arma prohibida y abuso de confianza.

Cuando “El Flama” llegó al Reclusorio Sur se empleó como cocinero de los hermanos Jesús y Luis Amezcua y, aproximadamente tres meses y medio antes, se percató de algunas visitas que recibían estos sujetos, quienes en la prisión eran considerados “padrinotes” y eran conocidos como “Los Reyes de las Anfetaminas”. Una de las visitas que más llamó su atención, según refirió, fue la de un sujeto a que apodaban “El Cholo”, quien iba con una mujer rubia “muy guapa”.

De acuerdo con esa vertiente en su declaración de aquel entonces, habría escuchado en dos ocasiones que los Amezcua le dijeron a “El Cholo” y a la mujer que se pusieran de acuerdo con Mario Bezares en la forma en que éste iba “a poner” a Paco para que “El Cholo” y su gente “le pusieran en la madre”.

Bala con el nombre de Paco

Según refirió Valencia, el motivo por el cual había una bala con el nombre de Paco era porque les debía gran cantidad de dinero y “se había pasado de listo”. Por su parte, Mario accedió a colaborar, pues estaba cansado de las humillaciones a que era sometido diariamente, pero también porque le debía a Paco una fuerte cantidad de dinero; por lo tanto, al morir el conductor de tv, acabarían las humillaciones y la deuda.

Erasmo Pérez Garnica “El Cholo”, presunto autor material del asesinato de Paco Stanley, fue detenido 18 de agosto de 1999 en la entonces delegación Gustavo A. Madero, ya que con base en el retrato hablado que se había realizado sobre las declaraciones de los testigos, éste sujeto coincidía en su fisonomía.

Cinco días después, los hermanos Amezcua negaron su participación en el atentado contra Stanley y aseguran no conocer ni a Mario, Paola ni a Pérez Garnica.

Ya en el año 2000, transcurridos seis meses del homicidio del carismático presentador de televisión y todavía sin haber esclarecido nada, se llevó a cabo el careo entre Mario Rodríguez Bezares y Luis Gabriel Valencia en el interior del reclusorio Oriente. Derivado de éste, el cocinero de los Amezcua declaró haber sido víctima de tortura durante su estancia en el penal de Perote, Veracruz, y, por consiguiente, un mes después se retractó de las acusaciones emitidas contra los principales sospechosos y detenidos: Durante, Pérez Garnica y Bezares.

El tiempo transcurrió y casi año y medio después, el 25 de enero de 2001, los principales relacionados en el caso del asesinato fueron puestos en libertad, ya que las pruebas presentadas en su contra no le permitían a ninguna autoridad acreditar la participación de alguno de los inculpados en el asesinato de Paco, por lo cual se ordenó su inmediata liberación.

Aún hoy las circunstancias en que fue ultimado Paco Stanley parecen extrañas, también todas las teorías que se plantearon y que no pudieron ser resueltas dejan en vilo a los espectadores ávidos de verdad, pero quizás y sobre todo de justicia, porque aquel hombre acribillado perfilaba para ser un gran ídolo del pueblo.

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