¿ASESINATO O SUICIDIO?
Murió en una encarnizada lucha armada
Abatido por el Ejército, su cadáver permaneció -según versión de Andrés Bustos Fuentes, corresponsal de LA PRENSA- desnudo en la plancha de la sala de sanidad del 27 Batallón de Infantería, perteneciente a la xxvii Zona Militar
Durante los últimos meses de su vida, Lucio Cabañas tuvo que sobrevivir con la única premisa posible: huir, huir de los elementos del Ejército y de los agentes policiacos que lo perseguían a lo largo de toda la Sierra de Guerrero.
Persecución sin tregua e incansable que se extendió e intensificó particularmente donde Lucio había fincado su centro de operaciones. Tanto en Yerba Santa, Santa Rosa, El Camarón, como en Tepetixtla, Agua Fría y El Otatal sus perseguidores ejercieron una férrea búsqueda que culminó con la muerte del guerrillero, a quien acusaban de secuestros, homicidios y robos.
Pero cómo no, si para cambiar la situación del pueblo era preciso ejercer acción, aunque la ruta no fuera del todo la más aceptada, no sólo por las autoridades -acostumbradas a tener al pueblo a raya-, sino por algunos de sus allegados; no al menos de acuerdo con la idea del camino de las armas.
A Lucio lo seguían paso a paso, incluso, la zona donde se había fraguado el secuestro del senador Rubén Figueroa el 30 de mayo de 1974 era fuertemente vigilada y, de acuerdo con la versión de Alberto Viniegra Carrera en su declaración para LA PRENSA tras la caída del guerrillero, refirió que “la lucha fue feroz” entre los bandoleros y el Ejército.
LA MUERTE DE UN GUERRILLERO
Finalmente llegó la trágica hora; la madrugada del 2 de diciembre de 1974, las tropas de las Fuerzas de Tarea -comandadas por el general brigadier Jesús Gómez Ruiz- se acercaron a la zona de enfrentamiento, es decir, a la región de El Otatal, municipio de Tecpan de Galeana, en el estado de Guerrero.
De acuerdo con una versión, entre 200 y 300 soldados fueron guiados por el comisario ejidal del poblado El Guayabillo, Gilberto Ramos.Según consta en el parte militar sobre el enfrentamiento contra los brigadistas -el cual elaboró el general Eliseo Jiménez Ruiz, comandante de la vigésimo séptima zona militar-, a las 8:15 horas las columnas militares de Ángel Lazo de la Vega Corona ya habían formado el cerco definitivo para impedir que Lucio lograra escapar. Y tan solo veinticinco minutos después, los guerrilleros, al detectar la presencia del ejército rodeándolos, abrieron fuego.
Lucio y sus hombres descubrieron entre la maleza a la tropa, que se ubicaba a unos 30 metros de donde ellos estaban, aproximadamente; entonces, comenzó el tiroteo. Ráfagas de todas las armas posibles e impensables rompieron el silencio de la selva cafetalera de El Otatal, como si cayera un aguacero de plomo.
Durante media hora sin que el mínimo silencio se precipitara, se prolongó la refriega, al cabo de la cual del bando guerrillero cayeron los primeros dos muertos; en tanto que del lado de los militares, el mismo número fue alcanzado por los tiros.
Sin salida ya, Lucio Cabañas Barrientos murió en ese enfrentamiento, a causa de sus heridas mortales. Lo cierto es que circularon dos versiones sobre la caída del líder. La primera refiere que que fue ultimado por las balas de los militares, como era de suponerse; y la segunda, más dramática, cuenta que él mismo se disparó para no ser capturado con vida.
La última versión se recuperó a través de una misiva enviada el 6 de febrero de 1975 por el soldado Benito Tafoya Barrón -presente durante ese último enfrentamiento contra los brigadistas-, dirigida a sus hermanos, a quienes les narra lo que aconteció con Lucio Cabañas, quien -cuenta- únicamente estaba herido y gritó: "¡Hasta que se les hizo! Pero les aseguro que no les voy a dar el gusto de que me maten ustedes", y él mismo se mató. Pero el capitán Pedro Bravo Torres fue quien le dio el tiro de gracia, cuenta la versión oficial, ya que fue el capitán Bravo Torres quien informó por la radio militar aquel 2 de diciembre que ya había matado a Lucio Cabañas.
TRAS SU MUERTE SE CONVIRTIÓ EN LEYENDA
El fin de la esperanza
La guerrilla de Lucio Cabañas Barrientos, de acuerdo con el escritor Carlos Montemayor, nació como una forma de autodefensa que aun hoy perdura en el estado de Guerrero
El 3 de diciembre de 1974, el licenciado Raúl Fabián Galindo, agente del Ministerio Público del distrito judicial de Tecpan, así como su auxiliar con sede en esta ciudad, licenciado Raúl Orbe Galeana, levantaron las actuaciones por instrucciones del procurador de Justicia del Estado, licenciado Francisco Román Román.
De tal modo, consta que en el paraje denominado El Otatal, jurisdicción de Los Corales, municipio de Tecpan, la mañana del 2 de diciembre de 1974, a las a las 9:07 horas -según quedó asentado en la actuación-, se había producido el enfrentamiento en el que cual habría resultado muerto Lucio Cabañas Barrientos, quien presentaba evidencia de haber recibido tres impactos de bala.
Asimismo, se determinó que por parte de los guerrilleros, al menos diez de sus acompañantes también habrían perecido en el encuentro; mientras que del lado del Ejército, tan solo dos soldados causaron baja y cinco más resultaron heridos.
Así también lo informó la Secretaría de la Defensa Nacional el mismo día del evento a través de un boletín de prensa, en el cual se informaba sobre el encuentro de soldados de la Zona Militar “con el grupo delictivo del secuestrador y asaltante Lucio Cabañas Barrientos, en el que este resultó muerto en compañía de otros diez maleantes que lo acompañaban”.
En dicho comunicado, es evidente el desprestigio con el cual señalaban al maestro Lucio Cabañas, a quien consideraban más un delincuente que un guerrillero que luchó por su pueblo.
En el documento entregado, la Defensa Nacional señaló que el suceso ocurrió: “alrededor de las 9:00 horas, en la región El Otatal, municipio de Tecpan de Galeana, Estado de Guerrero. Lucio Cabañas Barrientos era buscado desde hacía varios meses por las autoridades policiacas federales y locales por la comisión de numerosos delitos -se señala en el boletín-, entre ellos varios homicidios, secuestros y asaltos a mano armada. Se había escondido en la Sierra de Guerrero y se le relacionaba con los grupos más negativos de la región, todo lo cual era parte de la propaganda negativa orquestada desde Palacio Nacional, con la réplica de los caciques que mantenían el yugo entre los pobladores del estado de Guerrero”.
CÓMO IDENTIFICARON A LUCIO CABAÑAS
Con base en los testimonios recogidos por los corresponsales de El periódico que dice lo que otros callan, quienes identificaron al profesor Cabañas Barrientos fueron, en primera instancia, la profesora Genara Reséndiz de Serafín, directora de la escuela primaria Modesto Alarcón, ya que tuvo al profesor Cabañas Barrientos como ayudante.
Por otra parte, también la señorita Ricarda López Alonso, secretaria de la agencia del Ministerio Público, identificó el cuerpo, ya que lo había conocido plenamente cuando él fungía en calidad de maestro de la citada escuela.
Otro de los testigos fue el señor Mariano Santiago Vázquez, a quien detuvieron en la zona militar, puesto que el 9 de noviembre de 1974 había sido aprehendido en la comunidad de San Juan de las Flores, en plena Sierra, donde iba a tener una asamblea con él; y, por tal motivo, pudo reconocer plenamente el cuerpo de la víctima.
DICTAMEN MÉDICO
De acuerdo con el dictamen rendido por el doctor militar mayor Rodolfo Guillén del Valle, las lesiones que recibió el guerrillero fueron
1. Herida por proyectil de arma de fuego en la región maxilar derecha en la unión de la rama ascendente del maxilar inferior con el temporal de aproximadamente 7 centímetros de longitud con lesión en la parte blanda y fractura de la rama ascendente del maxilar inferior con lesión de elementos vasculares de dicha región sin orificio de salida...
2. Herida por proyectil de arma de fuego con entrada en la región dorsal a nivel de "D-10" oblicua y hacia arriba, a la altura de la línea axilar posterior de aproximadamente 3 centímetros de diámetro con trayectoria horizontal que lesionó partes blandas y fractura de escápula, con orificio de salida a la altura del tercio medio del borde externo de la escápula izquierda con borde anfructuoso de 2 por 4 centímetros.
3. Herida por proyectil de arma de fuego en la región dorsal de aproximadamente 7 por 3 centímetros que interesó partes blandas, con fractu ra de la quinta, sexta y séptima costilla y fractura de epífisis distal de húmero izquierdo; lesión de arteria axilar izquierda con orificio de salida de 5 por 3 centímetros en la región deltoidea izquierda.
4. Estas lesiones (1a. y 3a.) son mortales por necesidad, recalcó el doctor en su dictamen.
DESCRIPCIÓN
La descripción que proporcionaron las autoridades militares decía:
“El cadáver del sujeto que permanece en la plancha de la sala de sanidad de la Zona Militar corresponde al de un sujeto de 36 o 37 años, de un cabello negro lacio, dos entradas en la frente, cejas escasas sin arcos en la parte exterior. Presenta una cicatriz en el lado izquierdo, ojos cafés, nariz recta, labios gruesos, boca regular y bigote poco poblado.
A las 17:30 horas, el presidente municipal, señor Silvestre Hernández Fierro, dijo que desconocía por completo el suceso. A esa hora aguardaban la llegada del procurador de Justicia del estado.
Nadie en la ciudad sabía nada o quería hablar del asunto. Los retenes militares en la carretera continuaban y era más intensa la vigilancia que en el curso de la mañana. La revisión en los autos y camiones era minuciosa y hasta ese momento el control era absoluto.
SIN LUCIO NI GENARO QUEDABA ACÉFALA LA “GUERRILLA”
Con la muerte de Lucio Cabañas, sumada a la de Genaro Vázquez Rojas -ocurrida en 1972-, la guerrilla queda descabezada. Cabañas y Vázquez durante mucho tiempo fueron los principales hombres de ese movimiento y actuaron juntos; los dos se protegieron mutuamente, incluso Lucio ayudó a Genaro a huir de la cárcel.
El día 2 de febrero de 1972 en el hospital médico de Morelia, Michoacán, falleció Genaro Vázquez Rojas a consecuencia de las heridas que sufrió en un accidente automovilístico. En esa ocasión, el cadáver del profesor Vázquez Rojas fue llevado a la Ciudad de México, donde autoridades de la Defensa Nacional lo trasladaron.
Tanto Lucio Cabañas como Genaro Vázquez se dieron a conocer cuando actuaron contra el entonces gobernador del estado de Guerrero, en el año 1960.
Finalmente, los dos entraron de lleno en la guerrilla hacia el 21 de abril de 1968, cuando Lucio Cabañas dirigió a un grupo de individuos para atacar la cárcel de Iguala y en esa operación huyó Genaro Vázquez Rojas, junto con otros presos, rumbo a la Sierra.
De Lucio Cabañas Barrientos existen pocos datos; se sabía que era maestro de primaria, pero no había fotografías recientes de él. También Genaro Vázquez Rojas era maestro y los dos iniciaron sus actividades en Atoyac de Álvarez.
Al morir Genaro, Lucio quedó como jefe de la guerrilla y, con frecuencia, se le atribuyeron atentados, tal como el secuestro del candidato a la gubernatura de Guerrero, senador Rubén Figueroa.
EL HÉROE DE EL PORVENIR
Lucio fue sepultado en Atoyac
Más que hablar de asesinato o suicidio, a la familia Cabañas le gusta pensar que lo de Lucio fue una muerte revolucionaria; más allá del dictamen, es grato pensar que murió por mano propia
Tras el enfrentamiento del 2 de diciembre de 1974 en el que perdió la vida el guerrillero, rápidamente la noticia se difundió y con ésta creció el rumor de que el cuerpo de Cabañas Barrientos sería enterrado al día siguiente, es decir, el 3 de diciembre por la mañana.
En entrevista que concedió en su oficina del Senado, Rubén Figueroa dijo que “no sé lo que piense ahora el pueblo de Guerrero de la muerte de Cabañas, pero de lo que estoy seguro es de que ese pueblo le volvió la espalda desde el secuestro de que me hizo víctima el propio Lucio”.
Además, se apresuró a decir que en verdad Lucio Cabañas estaba muerto; asimismo, aseguró que no quedaba ningún vestigio del “cabañismo”.
Por su parte, el gobernador del estado, Israel Nogueda Otero, también declaró: “El cuerpo de Lucio Cabañas fue sepultado ya”, aunque no pudo precisar la hora, pero dejó entrever que tal vez ocurrió entre la noche del 2 y la madrugada del 3 de diciembre.
Al ser entrevistado frente al cuartel 27 de la Zona Militar -después de estar adentro con los jefes de la zona más de dos horas- el gobernador aseguró que “ningún familiar acudió a solicitar el cadáver”, y no porque no hubieran querido, sino porque muchos eran perseguidos por las autoridades y a otros ya los habían desaparecido.
Simplemente, afirmó ante los reporteros que se le había dado aviso a Pascual Cabañas -que se trasladó desde México- para entregarle los restos; eso ocurrió ayer en la noche”. Pascual Cabañas es la persona que sirvió de enlace al senador Rubén Figueroa para la entrevista con Lucio que culminó el secuestro.
ENSEÑARON LA TUMBA
Nadie pudo precisar por qué se procedió con tanta premura a enterrar al nativo de Atoyac de Álvarez. Debido a que ningún reportero fue testigo de la entrega de los restos de Cabañas a algún familiar y menos de su sepultura, el gobernador decidió pedir al presidente municipal de Atoyac que fuera a mostrar la tumba donde afirmaron que yacía el cuerpo del guerrillero.
El doctor Silvestre Hernández Fierro mostró a los periodistas una tumba recientemente cavada en el panteón municipal de Atoyac y también dijo que ahí yacía el cuerpo de Lucio, pero reconoció que no estuvo presente en el funeral.
Una vieja y pequeña cruz de madera y unas ramas de bugambilia con flores rosas y lilas sobre el montículo de la tumba era lo único que se apreciaba.
También, durante la entrevista con el gobernador, aseguró que, según informes que le dieron, no hubo ningún sobreviviente de la gente de Lucio Cabañas en el enfrentamiento con soldados: “Todos los que acompañaban a Lucio murieron”.
Y CÓMO SUPIERON QUE ERA LUCIO
Años después, amparada la familia Cabañas por la Ley de Amnistía que decretó el presidente José López Portillo, se movilizó para solicitar la exhumación de los restos del cadáver enterrado en el cementerio de Atoyac de Álvarez y, tras veinte años, los días 3 y 4 de diciembre de 2001, se realizó la exhumación de los restos para su reconocimiento definitivo, mediante pruebas de ADN.
De este modo, la familia Cabañas tuvo la certeza de que, efectivamente, el cadáver enterrado aquella mañana del 3 de diciembre de 1974 en aquel camposanto era efectivamente el de su familiar, Lucio Cabañas.
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