/ miércoles 28 de diciembre de 2016

LO OFUSCARON LOS CELOS Y LA MATÓ

LUIS FRANCISCO MACÍAS

ARCHIVOS SECRETOS DE POLICÍA

PORTADA

LO OFUSCARON LOS CELOS Y LA MATÓ

SUICIDIO CON CARA DE CRIMEN

Luciola Villalbazo fue encontrada tirada al pie de su cama, conun balazo en la bóveda palatina y, como en 1949 no abundaban losperitos criminalistas, el caso se prestó para especulacionespoliciacas en el sentido de que “podía ser un crimen”.

No se podía saber entonces que, aunque no imposible, es muydifícil obligar a una persona a que abra la boca y se dispare,todo para que se crea en un suicidio.

Y es que en el forcejeo siempre quedan huellas micro ymacroscópicas en el paladar, que no desaparecen con el disparo,las que facilitan el trabajo de un buen perito criminalista.

Un caso así fue el de la atractiva señora Luciola Villalbazo,cuyo esposo (acostumbraba utilizar gafas oscuras) AustrebertoRicárdez fue detenido “para investigación de lo que podía serun homicidio”.

Aparte de la escasa existencia de peritos criminalistas, estabala presión familiar: la progenitora de Luciola creía sinceramenteque “su hija había sido asesinada porque no tenía motivos parasuicidarse”. En realidad, nadie sabe bien si otra persona tiene ono motivos para quitarse la vida, por lo que es mejor externardudas, pero no afirmar algo que finalmente nunca se comprueba.

Tal vez eso sucedió en el caso de la señora Villalbazo,ocurrido el sábado 29 de enero de 1949.

El reportero Luis Cantón Márquez informó el domingo 30 que laseñora Luciola Villalbazo Parra de Ricárdez fue hallada sin vidala tarde anterior. Austreberto Ricárdez estaba detenido pues,mientras él sostenía que Luciola se había suicidado, la familiade la joven “afirmaba categóricamente que era un crimen contodas las agravantes de ley”.

Luciola era hija del jefe del Departamento de Rotograbado deconocido diario matutino; hacía siete meses que la joven se habíacasado con Austreberto y tenía 24 años de edad.

Los hechos ocurrieron en República de El Salvador, número 73,departamento 2. Sobre la cama donde había dormido Luciola, seencontró una escuadra automática, calibre 6.35, Star.

Como para hacer más misterioso el caso, en la puerta delclóset había un impacto de bala, al igual que en el buró dellado izquierdo. Fueron encontrados los tres casquillos.

En realidad, según revelan datos acumulados en diferentes casosde suicidio, la persona hace “disparos de prueba” y luego selesiona con el arma de fuego.

Luciola contrajo matrimonio con Austreberto el 5 de junio de1948, su esposo era encargado del Centro Social Oaxaqueño, situadoen la planta baja del edificio donde ocurrió la tragedia. El jovenatendía cuestiones de contabilidad.

También poseía una fábrica de agua destilada en la ColoniaPortales. En la Cuarta Delegación se dijo que la señora nopresentaba más lesiones que el balazo en la bóveda palatina.Obviamente, los familiares decían que Luciola había sidovictimada “en una riña, pues lo demostraban los otros impactosde bala”.

Se comentaba que en enero de 1949 era alarmante la cantidad dehechos policiacos registrados, a partir del día 18, cuando fueasesinado a balazos el general Jesús H. Alba, a las puertas delhotel Ambos Mundos; el caso de la señora Luciola, el homicidio delindustrial español Ramón Segués Capell, a mano del coronelAdolfo León Ossorio, controvertido militar; el asesinato de laempleada bancaria, Angelina Gómez Romo; la tragedia de tresjaponeses involucrados en un triángulo amoroso; el suicidio delcajero bancario Flavio Domínguez Nogueira, etcétera.

Por su parte, los doctores Miguel Gilbón Maitret (quienposteriormente fue director del entonces Servicio Médico Forensedel Distrito Federal) y Leopoldo Gómez Jáuregui, adscritos en elHospital Juárez, practicaron la autopsia a Luciola Villalbazo deRicárdez y se robusteció la hipótesis del suicidio.

Después de realizar el examen anatómico correspondiente, loslegistas opinaron que todo lo observado indicaba que LuciolaVillalbazo se había suicidado.

El disparo fue hecho de abajo hacia arriba, de derecha aizquierda y cruzó el cráneo con efectos mortales denecesidad.

La trayectoria es la que se encuentra generalmente en disparosrealizados con la mano derecha, en la bóveda palatina.

Luciola no murió instantáneamente, sobrevivió algunosminutos. Y los legistas encontraron otra explicación a losimpactos de bala encontrados en la recámara de la ahoraoccisa:

“Posiblemente la señora, en la agonía, y teniendo aún en lamano derecha el arma, jaló el llamador una y otra vez,produciéndose así los disparos restantes”.

Naturalmente que “estas suposiciones no implicannecesariamente la verdad, solamente son deducciones técnicas que,en todo caso, están sujetas a ratificación o rectificación delos peritos criminalistas, quienes pueden decir la últimapalabra”.

Por lo demás, los médicos certificaron que el cuerpo deLuciola no presentaba huellas de golpes en ninguna parte.

Incluso, el esposo de la señora tenía una carta escrita depuño y letra por su mujer:

“Beto: Antes de que mates a mi hijo, prefiero morirme conél”.

Efectivamente, la señora Luciola Villalbazo tenía un embarazode dos meses y medio.  El cuerpo de la señora fue conducido a laagencia funeraria Alcázar y sería inhumado en el PanteónCivil.

Retrato de la guapa Luciola Villalbazo. En la otra foto, delentes oscuros, quien fuera su esposo y quien quedó detenido parainvestigación de tan misteriosa muerte.

TRAGEDIA PASIONAL EN AVENIDA BENJAMÍNFRANKLIN

MATÓ OTOÑAL IBERO A SU JOVEN AMIGA

Aquel 19 de agosto de 1956 nadie imaginaba la tragedia pasionalque hirvió al interior del departamento que ocupaba el españolJorge Madrid García en unos laboratorios, donde desempeñaba elpuesto de intendente. El sexagenario ibero, víctima de arrollanteamor senil, dio muerte, en violenta discusión, a su joven amigaJosefina Cerda Bonilla.

Al ver cómo su amante se desplomaba sin vida, y al sentir queel amor se le escapaba entre los pliegues de la edad, el exaltadoibero volvió la pistola contra sí, disparando un balazo conintenciones aparentes de suicidarse, mas la intoxicaciónalcohólica que tenía le hizo errar el tiro, que fue a incrustarseen el techo de la habitación.

Este drama ocurrió en presencia de Vicente Echeverría delPrado, quien no tuvo tiempo de desarmar a Jorge, sino hasta quehabía hecho fuego por tres veces, con los resultados yaapuntados.

Las causas del crimen, según la policía, tuvieron origen enque el español y su amiga se habían separado“voluntariamente” y el ibero se sentía hundido en su soledad,despechado, herido en su amor propio y trataba de lograr unareconciliación con Josefina.

Con el señuelo de entregarle dinero, la citó y efectivamentele dio 628 pesos en billetes, para obtener un rato deconversación, porque el español extrañaba mucho la voz deJosefina; se sentía muy solo.

Por alguna razón comenzaron a tomar alcohol y al poco ratoestaba intoxicado Madrid García, quien se quejó en voz alta delos desdenes que le hacía la muchacha.

Anselmo Ocón Adame, conserje, llamó a Echeverría del Pradopara evitar un problema, pues Madrid siempre andaba armado.

Al llegar Vicente Echeverría trató de mediar en la discusióny logró quitar el arma al ibero. Pero en un momento deexcitación, al considerar que Josefina sólo se burlaba de él,pero de buena gana recibía el dinero que le obsequiaba congenerosidad, Jorge Madrid volvió a tomar la pistola.

Entonces disparó en dos ocasiones contra la mujer, mientras ledecía que “la había perdido para siempre, pero antes...”

En la Undécima Delegación del Ministerio Público, ellicenciado Rodrigo Bustamante inició las averiguaciones delcaso.

El lugar de la tragedia se ubicaba en Avenida Benjamín Franklinnúmero 146, en un departamento del segundo piso.

Los protagonistas de la tragedia tenían varios años detratarse, el íbero pasaba una mensualidad de 600 pesos a Josefinay recibía a la mujer dos veces por semana en la habitación dondeocurrieron los hechos.

Josefina dejó de asistir a las citas, pues, al parecer, teníaintenciones de apartarse para siempre de las riesgosas relacionescon el español. La señora tenía su domicilio en Lago Superior 4,por el rumbo de Tacuba. La policía encontró la mensualidad deJosefina en su bolso.

El español fue dueño de la hacienda La Providencia, en elEstado de Jalisco, donde producía tequila. En su celda declaróque Josefina iba los miércoles y sábados...

La “adoraba con toda su alma”, dijo el aristocrático ibero,descendiente de las principales familias de Jalisco.

El 31 de julio, la señora le pidió 1,000 pesos y no pudodárselos su amigo. La mujer montó en cólera y exigió el dinero.Y el español no sólo no tenía, sino que ardía en celos, porquecomprendía que “el amor” se le escapaba...

Como no queriendo, Josefina llevó una tarjeta personal de unamigo, al que vería en el café Campoamor y dejó que viera eldocumento su sexagenario protector.

-Ya no te quiero, sólo necesito tu dinero -le habría dichoJosefina en un momento de ofuscación.

No sabía probablemente que Jorge Madrid García había tenidocuatro matrimonios y ningún hijo con sus mujeres.

Pero sí tuvo, en cambio, 22 muchachitos con varias empleadasdomésticas que le brindaron cariño, casi sin recibir dinero. Alser entrevistado tras las rejas por el reportero policiaco JoséÁngel Aguilar, el ibero comenzó a llorar, entristecido por haberperdido el control ante la mujer de quien se había enamorado.Recordaba que hacía años fue opulento hacendado que se codeó conlas familias de rancio abolengo en Guadalajara.

Conoció a Josefina en la fábrica de loza El Ánfora (queentonces se ubicaba en las cercanías de la cárcel de Lecumberri,donde sollozaba Madrid en una celda), pero era casada. Diez añosdespués, ella se hizo la víctima, pues “debía” trabajar omorirse en mala economía, le iban a pagar cuatrocientos pesosmensuales y el ibero le prometió darle seiscientos a cambio de noestar solo.

Por su parte, el arquitecto y poeta Vicente Echeverría delPrado, quien conocía a Madrid desde hacía 40 años, dijo que eldía de los hechos Jorge escandalizaba y amenazaba con una pistolaa una mujer que lo visitaba.

Les habló primero por teléfono a los rijosos y Josefina lepidió que se presentara pronto, porque Jorge quería matarla.

Al presentarse Echeverría en el departamento de loslaboratorios donde trabajaba Madrid, le pidió el arma y la dejóen una mesa. Luego solicitó a Josefina que saliera a dar unavuelta en automóvil para que acabara de calmarse Madrid, pero elsexagenario pidió que volvieran a sentarse, comenzó a recriminara Josefina y antes de que Vicente pudiera evitarlo, tomó el arma ydisparó varias veces contra su amada.

-Desconcertado, salí de la sala y vi que Jorge se llevaba lapistola a la cabeza para suicidarse, pero no pudo por temor onerviosismo, sólo se quemó el cabello-concluyó.

Vicente Quiroz García, comerciante, dijo que Josefina erahermana de su esposa, y que hacía diez años se divorció de JoséCortés Romo, y a partir de entonces trabajaba en El Ánfora.Tenía dos hijos.

Por su parte, el detenido reconoció que perdió el controlcuando la señora dijo que “los mil pesos se los iba a entregar aotro hombre, al que sí quería mucho y con quien viviría el restode su vida, cuando me abandonara”.

El sexagenario mató a Josefina Cerda Bonilla (tenía 34 añosde edad) con una pistola calibre .380. Fue consignado ante elJuzgado XX de la Séptima Corte Penal.

En espera, otro día, del auto de formal prisión, Jorge MadridGarcía (con un traje café claro), ya sin los efectos de laintoxicación etílica, el exdueño de una hacienda y otras dosfincas enormes en el Estado de Jalisco, agregó que el delito quecometió lo hizo en un estado provocado por un impulso irresistiblee inenarrable.

Al decir estas palabras, desplomó sobre sus manos la cabeza yapoyó los codos en la repisa, tras la reja de prácticas.

El licenciado Juventino Pérez, secretario, preguntó aldetenido si al ocurrir la tragedia, alguien había presenciado loshechos.

-No recuerdo por mi estado de nerviosismo, pero posiblemente erael licenciado Echeverría del Prado.

Luego firmó con mano insegura, afectado visiblemente por elrecuerdo de la mujer que, por su amor, lo condujo a declarar traslas rejas de prácticas de un juzgado penal.

Después se retiró, viéndosele pasear mucho de un lado a otroen la crujía de turno, de donde pasaría a la celdacorrespondiente a delitos de sangre.

Escrito por LA PRENSA

Consulta hemerográfica:

LUIS FRANCISCO MACÍAS

La policía encontró en el bolso de Josefina los billetes quele dio Jorge Madrid, a quien se observa a la derecha en el interiorde Lecumberri.

El homicida explicaba cómo disparó contra Josefina.

Retrato de Josefina Cerda.

LES FALLÓ SU PACTO DE MUERTE

YA SIN VIDA, MARÍA TERESA SE DESPIDIÓ DE SU ESPOSO

Enamorada profundamente de su esposo, una señora aceptóabandonar el mundo mediante un pacto suicida y, al morir ella, sedespidió telepáticamente de su cónyuge, quien juraba que lehabía dicho: “Ya me voy, te gané la carrera, allá teespero”... La ahora desaparecida estaba, al fallecer, a no menosde 75 metros de distancia de su marido y en otra habitación de laCruz Roja Mexicana.

Sin embargo, Pablo Medina Quezada, en su lecho de dolor,reconoció plenamente la voz de su amada María Teresa Mata.

El muchacho comenzó a gritar con desesperación al oír ladespedida y la religiosa Herminia Rodríguez daba testimonio, en labenemérita institución, que los gritos se dejaron escucharinstantes después de que María Teresa dejó este mundo.

Pablo estaba en la lejana sala de varones, su mujer en la otra.Nadie había comunicado al joven la fatal noticia y su mujer estabaimposibilitada por la distancia para hacerse oír, también parahablar porque nunca despertó del desmayo que le provocaron los 50somníferos que ingirió.

Entonces, ¿cómo pudo decirle a su esposo que le había ganadola carrera, que ya se iba y que allá lo esperaba?

Los enterados creen que hubo un mensaje telepático que captó,con gran dolor, el empleado del Nacional Monte de Piedad, PabloMedina Quezada.

El temor a un mañana incierto, plagado de miseria yprivaciones, orilló a la pareja de recién casados a ejecutar unpacto suicida e, inicialmente auxiliados por personal del hoteldonde se encontraban, fueron enviados a la Cruz Roja, ubicada enDurango y Monterrey, Colonia Roma.

Pablo, de 21 años y María Teresa, de 20, apuraron 50 pastillascada uno, en el cuarto 219 del Hotel Suiza, localizado en PedroMoreno y Aldama, Colonia Guerrero.

Entraron el viernes, 5 de mayo de 1961 y después de ingerir eltóxico, se besaron largamente para decir adiós a la vida, trasnoventa días de problemas en su existencia.

El encargado de la administración les cobró 20 pesos por lahabitación y, al día siguiente, la recamarera María Vargasdescubrió a los recién casados, vestidos con ropa de calle ydando muestras de aguda intoxicación.

En la ambulancia 6 fueron llevados a la Cruz Roja, como a las13:19 horas. Sobre un buró estaba una tarjeta de visita, a nombredel comandante policiaco Manuel Rodríguez Cota. En el reverso sepodía leer: “A nadie se culpe de nuestra muerte, fue un granplacer morir”.

Al principio, los médicos estaban un tanto optimistas, puescreían que podían salvar las dos vidas en peligro. Pero habíapasado demasiado tiempo.

También se pronunciaron contradicciones iniciales, pues losfamiliares de Pablo dijeron a las autoridades que hacía pocotiempo, el joven había conocido a María Teresa y la llevó avivir con ellos, pero que frecuentemente el muchacho era criticadoporque no se llevaba a la señora a residir en otracasa-habitación.

El jueves 4 de mayo de 1961, Pablo dijo que se iría de paseocon María Teresa y, al retornar, buscarían nuevo lugar paravivir. “Me iré lejos, ni yo mismo sé dónde”, comentó.

A las 8:30 horas del lunes 8, falleció María Teresa y lareligiosa Herminia Rodríguez dijo que por alguna razón Pablosalió de la inconsciencia y comenzó a gritar y llorarinconsolablemente, porque había oído la voz de su mujer, quien sedespedía y le decía que allá lo esperaba.

La sala de mujeres distaba 75 metros de la de hombres y MaríaTeresa no pudo hablar desde su ingreso.

Pablo pudo declarar después que hacía cuatro meses habíancontraído matrimonio civil, aunque su cargo como aprendiz devaluador en el Nacional Monte de Piedad, Sucursal 8, no generabaingresos económicos suficientes para los recién casados.

Pablo llevó a su esposa al domicilio de los suegros: JuanEscutia 130, interior 1, Colonia Niños Héroes.

Y aunque la policía no lo comprobó de momento, Pablo Medinadijo que su padre los había lanzado a la calle, por la tarde delviernes 5.

María Teresa era originaria de Tlazatlán, Michoacán.

Como la joven no deseaba separarse de su esposo, pactaron eldoble suicidio y entraron al hotel de la Colonia Guerrero, donde“María debió tomar seis pastillas más que yo”.

Cuando les llegó una somnolencia y el mareo, los reciéncasados se abrazaron, cayeron sobre la cama, después de que sebesaron por última vez. Ya no supieron lo que sucedió, puesfueron llevados sin sentido a la Cruz Roja, “hasta que oí suvoz, así que tengo que alcanzarla”.

Aún vive -le dijo un médico para consolarlo un poco.

-Mentira, ella ya se fue, vino a decírmelo -expresó Pablo,quien fue atado de pies y manos para evitar que atentara contra suexistencia de alguna manera diferente.

Finalmente, dijo que iba a matarse porque nada valía la pena,“porque no nos dejaron vivir, porque nos encontramos con muchosproblemas, si ahora no me dejan matar, algún día lolograré”.

El cuerpo de la joven fue reclamado por sus familiaresmichoacanos.

Y el final del drama no lo sabemos, porque estas notas deinterés humano se menospreciaban en aquella época y no se lesdaba el seguimiento noticioso que merecían.

Ojalá el entonces joven Pablo haya encontrado un motivo paraseguir viviendo.

GUARDABOSQUES ASESINADO EN PARRES

En defensa de la fauna de los llanos de Parres, en Tlalpan, unfuncionario de la Dirección General de Caza abrió fuego contra uncazador furtivo, quien le había disparado con una escopeta, eldomingo 23 de abril de 1972. El agente Manuel Andrade Camposfalleció a consecuencia de una incrustación de postas, mientrasque su heridor perdió la vida poco después. La ProcuraduríaGeneral de la República se hizo cargo de la investigación yexpresó que la tragedia ocurrió "para proteger conejos".

Los primeros datos no fueron exactos. El reportero ÓscarDomínguez Briones, expresó que los hechos ocurrieron a las 11:50horas, en la sierra de Parres, a 5 kilómetros del poblado delmismo nombre y a unos 25 kilómetros partiendo del kilómetro 42 dela autopista México-Cuernavaca.

Antonio Espinosa López, agente de la Dirección de la Fauna,quien acompañaba a su jefe -victimado-, dijo que inspeccionabanuna parte de la sierra de Parres y dieron con un campamento en elque había varios individuos “con aspecto de campesinos”. Elsexagenario les exigió que mostraran permisos de caza y “comorespuesta recibió una descarga de escopeta en el abdomen”.

No obstante estar mortalmente herido, “Andrade Campos tuvotiempo de desenfundar su pistola y herir a dos campesinos”.

Dizque el agente Antonio Espinoza López también desenfundó suarma, pero aseguró haber disparado “al aire” para amedrentar asus agresores y tomó como rehén a un agricultor, “única manerade poder salvar la vida y escapar”.

Con el rehén logró llegar hasta la carretera, donde encontróa su compañero Domingo Hinojosa Obrera, a quien le contaba loocurrido, momento que aprovechó el rehén para huir.

Posteriormente, los agentes de la Dirección de la Fauna fuerona Tres Marías, donde pidieron ayuda al teniente Pedro MoraVillanueva, comandante del destacamento militar en la zona, quienenvió una partida de 29 hombres, para que “peinaran” parte dela sierra de Parres, en busca de los homicidas.

Los detectives del decimoprimer grupo del Servicio Secreto, almando del capitán Rosendo Páramo Aguilar, fueron al parajeTemaxcal, y encontraron muerto al anciano Manuel Andrade.

Presentaba heridas por postas en el tórax.

Los homicidas dejaron abandonadas algunas armas, montura y otrosutensilios.

Al día siguiente, la Dirección General de Policía y Tránsitoexpresó oficialmente que el caso de los “cazadores sinlicencia” y los agentes de la Secretaría de Agricultura yGanadería, quedó totalmente aclarado: un campesino y uninvestigador se liaron a tiros y ambos murieron.

Y se aseguró que a las 14:00 horas del día 23, se recibió elaviso de que en el pueblo de Parres, un vigilante de la FaunaSilvestre había sido privado de la vida por un campesino, a quienhirió a balazos.

El acompañante de Andrade relató que en aquellos lugaresabundaban los conejos y que su misión era protegerlos para evitarsu exterminio. Terminaban su labor de aquel día cuandodescubrieron a tres hombres armados con sendas escopetas. Manuel seacercó al grupo y desenfundó su arma, trató de desarmar a RaúlMuñoz Melo, pero éste disparó su escopeta y lesionó mortalmenteal agente de la SAG.

Manuel Andrade hizo funcionar su pistola calibre .38, e hirió aMuñoz Melo, quien gritó a sus hermanos que mataran al testigo conlas escopetas.

Pero los hermanos Jaime y Felipe Muñoz Melo no dispararoncontra Antonio Espinoza, quien les decía que cerca del lugartenía una camioneta de Agricultura y Ganadería, para “llevar alos heridos a la Cruz Roja”.

El agente fue hacia la camioneta y regresó acompañado demilitares, pero ya no encontraron a los hermanos Muñoz Melo.Manuel fue trasladado al anfiteatro de Tlalpan. Raúl Muñoz Melofalleció en San Lorenzo Tlacoyuca, y su cadáver fue llevadoposteriormente para la autopsia de ley, a la delegaciónXochimilco.

Los hermanos Felipe y Jaime declararon que “efectivamente,habían cazado cinco conejos, pero que la intención original deltrío era buscar hongos para venderlos en mercados del DistritoFederal”.

Los hermanos Muñoz serían dejados en libertad, pues realmentenada tuvieron qué ver en el tiroteo que costó la vida de dospersonas, en aras de la protección a los conejos de la sierra deParres.

Y el Presidente Luis Echeverría acordó que se brindara apoyo ala familia del guardia forestal y de la fauna, quien dejó viuda ytres hijos. Sus restos mortales fueron depositados en el PanteónJardín. Al morir contaba con 65 años de edad, era originario deAcayucan, Veracruz. Muy joven vino al Distrito Federal pararealizar sus estudios, en el régimen del Presidente Miguel AlemánValdés.

A la izquierda aparece el cadáver de Manuel Andrade Campos,quien fuera distinguido servidor de la vigilancia forestal,perteneciente a la Dirección General de la Caza, de la SAG, muertoa tiros por supuestos cazadores furtivos a quienes sorprendieron ensu campamento clandestino, en los llanos de Parres, en el municipiode Tlalpan. A la derecha, uno de los agredidos, quienmilagrosamente salvó la vida y pudo llegar hasta la autopistaMéxico-Cuernavaca para pedir auxilio a la Policía Federal deCaminos.

LUIS FRANCISCO MACÍAS

ARCHIVOS SECRETOS DE POLICÍA

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LO OFUSCARON LOS CELOS Y LA MATÓ

SUICIDIO CON CARA DE CRIMEN

Luciola Villalbazo fue encontrada tirada al pie de su cama, conun balazo en la bóveda palatina y, como en 1949 no abundaban losperitos criminalistas, el caso se prestó para especulacionespoliciacas en el sentido de que “podía ser un crimen”.

No se podía saber entonces que, aunque no imposible, es muydifícil obligar a una persona a que abra la boca y se dispare,todo para que se crea en un suicidio.

Y es que en el forcejeo siempre quedan huellas micro ymacroscópicas en el paladar, que no desaparecen con el disparo,las que facilitan el trabajo de un buen perito criminalista.

Un caso así fue el de la atractiva señora Luciola Villalbazo,cuyo esposo (acostumbraba utilizar gafas oscuras) AustrebertoRicárdez fue detenido “para investigación de lo que podía serun homicidio”.

Aparte de la escasa existencia de peritos criminalistas, estabala presión familiar: la progenitora de Luciola creía sinceramenteque “su hija había sido asesinada porque no tenía motivos parasuicidarse”. En realidad, nadie sabe bien si otra persona tiene ono motivos para quitarse la vida, por lo que es mejor externardudas, pero no afirmar algo que finalmente nunca se comprueba.

Tal vez eso sucedió en el caso de la señora Villalbazo,ocurrido el sábado 29 de enero de 1949.

El reportero Luis Cantón Márquez informó el domingo 30 que laseñora Luciola Villalbazo Parra de Ricárdez fue hallada sin vidala tarde anterior. Austreberto Ricárdez estaba detenido pues,mientras él sostenía que Luciola se había suicidado, la familiade la joven “afirmaba categóricamente que era un crimen contodas las agravantes de ley”.

Luciola era hija del jefe del Departamento de Rotograbado deconocido diario matutino; hacía siete meses que la joven se habíacasado con Austreberto y tenía 24 años de edad.

Los hechos ocurrieron en República de El Salvador, número 73,departamento 2. Sobre la cama donde había dormido Luciola, seencontró una escuadra automática, calibre 6.35, Star.

Como para hacer más misterioso el caso, en la puerta delclóset había un impacto de bala, al igual que en el buró dellado izquierdo. Fueron encontrados los tres casquillos.

En realidad, según revelan datos acumulados en diferentes casosde suicidio, la persona hace “disparos de prueba” y luego selesiona con el arma de fuego.

Luciola contrajo matrimonio con Austreberto el 5 de junio de1948, su esposo era encargado del Centro Social Oaxaqueño, situadoen la planta baja del edificio donde ocurrió la tragedia. El jovenatendía cuestiones de contabilidad.

También poseía una fábrica de agua destilada en la ColoniaPortales. En la Cuarta Delegación se dijo que la señora nopresentaba más lesiones que el balazo en la bóveda palatina.Obviamente, los familiares decían que Luciola había sidovictimada “en una riña, pues lo demostraban los otros impactosde bala”.

Se comentaba que en enero de 1949 era alarmante la cantidad dehechos policiacos registrados, a partir del día 18, cuando fueasesinado a balazos el general Jesús H. Alba, a las puertas delhotel Ambos Mundos; el caso de la señora Luciola, el homicidio delindustrial español Ramón Segués Capell, a mano del coronelAdolfo León Ossorio, controvertido militar; el asesinato de laempleada bancaria, Angelina Gómez Romo; la tragedia de tresjaponeses involucrados en un triángulo amoroso; el suicidio delcajero bancario Flavio Domínguez Nogueira, etcétera.

Por su parte, los doctores Miguel Gilbón Maitret (quienposteriormente fue director del entonces Servicio Médico Forensedel Distrito Federal) y Leopoldo Gómez Jáuregui, adscritos en elHospital Juárez, practicaron la autopsia a Luciola Villalbazo deRicárdez y se robusteció la hipótesis del suicidio.

Después de realizar el examen anatómico correspondiente, loslegistas opinaron que todo lo observado indicaba que LuciolaVillalbazo se había suicidado.

El disparo fue hecho de abajo hacia arriba, de derecha aizquierda y cruzó el cráneo con efectos mortales denecesidad.

La trayectoria es la que se encuentra generalmente en disparosrealizados con la mano derecha, en la bóveda palatina.

Luciola no murió instantáneamente, sobrevivió algunosminutos. Y los legistas encontraron otra explicación a losimpactos de bala encontrados en la recámara de la ahoraoccisa:

“Posiblemente la señora, en la agonía, y teniendo aún en lamano derecha el arma, jaló el llamador una y otra vez,produciéndose así los disparos restantes”.

Naturalmente que “estas suposiciones no implicannecesariamente la verdad, solamente son deducciones técnicas que,en todo caso, están sujetas a ratificación o rectificación delos peritos criminalistas, quienes pueden decir la últimapalabra”.

Por lo demás, los médicos certificaron que el cuerpo deLuciola no presentaba huellas de golpes en ninguna parte.

Incluso, el esposo de la señora tenía una carta escrita depuño y letra por su mujer:

“Beto: Antes de que mates a mi hijo, prefiero morirme conél”.

Efectivamente, la señora Luciola Villalbazo tenía un embarazode dos meses y medio.  El cuerpo de la señora fue conducido a laagencia funeraria Alcázar y sería inhumado en el PanteónCivil.

Retrato de la guapa Luciola Villalbazo. En la otra foto, delentes oscuros, quien fuera su esposo y quien quedó detenido parainvestigación de tan misteriosa muerte.

TRAGEDIA PASIONAL EN AVENIDA BENJAMÍNFRANKLIN

MATÓ OTOÑAL IBERO A SU JOVEN AMIGA

Aquel 19 de agosto de 1956 nadie imaginaba la tragedia pasionalque hirvió al interior del departamento que ocupaba el españolJorge Madrid García en unos laboratorios, donde desempeñaba elpuesto de intendente. El sexagenario ibero, víctima de arrollanteamor senil, dio muerte, en violenta discusión, a su joven amigaJosefina Cerda Bonilla.

Al ver cómo su amante se desplomaba sin vida, y al sentir queel amor se le escapaba entre los pliegues de la edad, el exaltadoibero volvió la pistola contra sí, disparando un balazo conintenciones aparentes de suicidarse, mas la intoxicaciónalcohólica que tenía le hizo errar el tiro, que fue a incrustarseen el techo de la habitación.

Este drama ocurrió en presencia de Vicente Echeverría delPrado, quien no tuvo tiempo de desarmar a Jorge, sino hasta quehabía hecho fuego por tres veces, con los resultados yaapuntados.

Las causas del crimen, según la policía, tuvieron origen enque el español y su amiga se habían separado“voluntariamente” y el ibero se sentía hundido en su soledad,despechado, herido en su amor propio y trataba de lograr unareconciliación con Josefina.

Con el señuelo de entregarle dinero, la citó y efectivamentele dio 628 pesos en billetes, para obtener un rato deconversación, porque el español extrañaba mucho la voz deJosefina; se sentía muy solo.

Por alguna razón comenzaron a tomar alcohol y al poco ratoestaba intoxicado Madrid García, quien se quejó en voz alta delos desdenes que le hacía la muchacha.

Anselmo Ocón Adame, conserje, llamó a Echeverría del Pradopara evitar un problema, pues Madrid siempre andaba armado.

Al llegar Vicente Echeverría trató de mediar en la discusióny logró quitar el arma al ibero. Pero en un momento deexcitación, al considerar que Josefina sólo se burlaba de él,pero de buena gana recibía el dinero que le obsequiaba congenerosidad, Jorge Madrid volvió a tomar la pistola.

Entonces disparó en dos ocasiones contra la mujer, mientras ledecía que “la había perdido para siempre, pero antes...”

En la Undécima Delegación del Ministerio Público, ellicenciado Rodrigo Bustamante inició las averiguaciones delcaso.

El lugar de la tragedia se ubicaba en Avenida Benjamín Franklinnúmero 146, en un departamento del segundo piso.

Los protagonistas de la tragedia tenían varios años detratarse, el íbero pasaba una mensualidad de 600 pesos a Josefinay recibía a la mujer dos veces por semana en la habitación dondeocurrieron los hechos.

Josefina dejó de asistir a las citas, pues, al parecer, teníaintenciones de apartarse para siempre de las riesgosas relacionescon el español. La señora tenía su domicilio en Lago Superior 4,por el rumbo de Tacuba. La policía encontró la mensualidad deJosefina en su bolso.

El español fue dueño de la hacienda La Providencia, en elEstado de Jalisco, donde producía tequila. En su celda declaróque Josefina iba los miércoles y sábados...

La “adoraba con toda su alma”, dijo el aristocrático ibero,descendiente de las principales familias de Jalisco.

El 31 de julio, la señora le pidió 1,000 pesos y no pudodárselos su amigo. La mujer montó en cólera y exigió el dinero.Y el español no sólo no tenía, sino que ardía en celos, porquecomprendía que “el amor” se le escapaba...

Como no queriendo, Josefina llevó una tarjeta personal de unamigo, al que vería en el café Campoamor y dejó que viera eldocumento su sexagenario protector.

-Ya no te quiero, sólo necesito tu dinero -le habría dichoJosefina en un momento de ofuscación.

No sabía probablemente que Jorge Madrid García había tenidocuatro matrimonios y ningún hijo con sus mujeres.

Pero sí tuvo, en cambio, 22 muchachitos con varias empleadasdomésticas que le brindaron cariño, casi sin recibir dinero. Alser entrevistado tras las rejas por el reportero policiaco JoséÁngel Aguilar, el ibero comenzó a llorar, entristecido por haberperdido el control ante la mujer de quien se había enamorado.Recordaba que hacía años fue opulento hacendado que se codeó conlas familias de rancio abolengo en Guadalajara.

Conoció a Josefina en la fábrica de loza El Ánfora (queentonces se ubicaba en las cercanías de la cárcel de Lecumberri,donde sollozaba Madrid en una celda), pero era casada. Diez añosdespués, ella se hizo la víctima, pues “debía” trabajar omorirse en mala economía, le iban a pagar cuatrocientos pesosmensuales y el ibero le prometió darle seiscientos a cambio de noestar solo.

Por su parte, el arquitecto y poeta Vicente Echeverría delPrado, quien conocía a Madrid desde hacía 40 años, dijo que eldía de los hechos Jorge escandalizaba y amenazaba con una pistolaa una mujer que lo visitaba.

Les habló primero por teléfono a los rijosos y Josefina lepidió que se presentara pronto, porque Jorge quería matarla.

Al presentarse Echeverría en el departamento de loslaboratorios donde trabajaba Madrid, le pidió el arma y la dejóen una mesa. Luego solicitó a Josefina que saliera a dar unavuelta en automóvil para que acabara de calmarse Madrid, pero elsexagenario pidió que volvieran a sentarse, comenzó a recriminara Josefina y antes de que Vicente pudiera evitarlo, tomó el arma ydisparó varias veces contra su amada.

-Desconcertado, salí de la sala y vi que Jorge se llevaba lapistola a la cabeza para suicidarse, pero no pudo por temor onerviosismo, sólo se quemó el cabello-concluyó.

Vicente Quiroz García, comerciante, dijo que Josefina erahermana de su esposa, y que hacía diez años se divorció de JoséCortés Romo, y a partir de entonces trabajaba en El Ánfora.Tenía dos hijos.

Por su parte, el detenido reconoció que perdió el controlcuando la señora dijo que “los mil pesos se los iba a entregar aotro hombre, al que sí quería mucho y con quien viviría el restode su vida, cuando me abandonara”.

El sexagenario mató a Josefina Cerda Bonilla (tenía 34 añosde edad) con una pistola calibre .380. Fue consignado ante elJuzgado XX de la Séptima Corte Penal.

En espera, otro día, del auto de formal prisión, Jorge MadridGarcía (con un traje café claro), ya sin los efectos de laintoxicación etílica, el exdueño de una hacienda y otras dosfincas enormes en el Estado de Jalisco, agregó que el delito quecometió lo hizo en un estado provocado por un impulso irresistiblee inenarrable.

Al decir estas palabras, desplomó sobre sus manos la cabeza yapoyó los codos en la repisa, tras la reja de prácticas.

El licenciado Juventino Pérez, secretario, preguntó aldetenido si al ocurrir la tragedia, alguien había presenciado loshechos.

-No recuerdo por mi estado de nerviosismo, pero posiblemente erael licenciado Echeverría del Prado.

Luego firmó con mano insegura, afectado visiblemente por elrecuerdo de la mujer que, por su amor, lo condujo a declarar traslas rejas de prácticas de un juzgado penal.

Después se retiró, viéndosele pasear mucho de un lado a otroen la crujía de turno, de donde pasaría a la celdacorrespondiente a delitos de sangre.

Escrito por LA PRENSA

Consulta hemerográfica:

LUIS FRANCISCO MACÍAS

La policía encontró en el bolso de Josefina los billetes quele dio Jorge Madrid, a quien se observa a la derecha en el interiorde Lecumberri.

El homicida explicaba cómo disparó contra Josefina.

Retrato de Josefina Cerda.

LES FALLÓ SU PACTO DE MUERTE

YA SIN VIDA, MARÍA TERESA SE DESPIDIÓ DE SU ESPOSO

Enamorada profundamente de su esposo, una señora aceptóabandonar el mundo mediante un pacto suicida y, al morir ella, sedespidió telepáticamente de su cónyuge, quien juraba que lehabía dicho: “Ya me voy, te gané la carrera, allá teespero”... La ahora desaparecida estaba, al fallecer, a no menosde 75 metros de distancia de su marido y en otra habitación de laCruz Roja Mexicana.

Sin embargo, Pablo Medina Quezada, en su lecho de dolor,reconoció plenamente la voz de su amada María Teresa Mata.

El muchacho comenzó a gritar con desesperación al oír ladespedida y la religiosa Herminia Rodríguez daba testimonio, en labenemérita institución, que los gritos se dejaron escucharinstantes después de que María Teresa dejó este mundo.

Pablo estaba en la lejana sala de varones, su mujer en la otra.Nadie había comunicado al joven la fatal noticia y su mujer estabaimposibilitada por la distancia para hacerse oír, también parahablar porque nunca despertó del desmayo que le provocaron los 50somníferos que ingirió.

Entonces, ¿cómo pudo decirle a su esposo que le había ganadola carrera, que ya se iba y que allá lo esperaba?

Los enterados creen que hubo un mensaje telepático que captó,con gran dolor, el empleado del Nacional Monte de Piedad, PabloMedina Quezada.

El temor a un mañana incierto, plagado de miseria yprivaciones, orilló a la pareja de recién casados a ejecutar unpacto suicida e, inicialmente auxiliados por personal del hoteldonde se encontraban, fueron enviados a la Cruz Roja, ubicada enDurango y Monterrey, Colonia Roma.

Pablo, de 21 años y María Teresa, de 20, apuraron 50 pastillascada uno, en el cuarto 219 del Hotel Suiza, localizado en PedroMoreno y Aldama, Colonia Guerrero.

Entraron el viernes, 5 de mayo de 1961 y después de ingerir eltóxico, se besaron largamente para decir adiós a la vida, trasnoventa días de problemas en su existencia.

El encargado de la administración les cobró 20 pesos por lahabitación y, al día siguiente, la recamarera María Vargasdescubrió a los recién casados, vestidos con ropa de calle ydando muestras de aguda intoxicación.

En la ambulancia 6 fueron llevados a la Cruz Roja, como a las13:19 horas. Sobre un buró estaba una tarjeta de visita, a nombredel comandante policiaco Manuel Rodríguez Cota. En el reverso sepodía leer: “A nadie se culpe de nuestra muerte, fue un granplacer morir”.

Al principio, los médicos estaban un tanto optimistas, puescreían que podían salvar las dos vidas en peligro. Pero habíapasado demasiado tiempo.

También se pronunciaron contradicciones iniciales, pues losfamiliares de Pablo dijeron a las autoridades que hacía pocotiempo, el joven había conocido a María Teresa y la llevó avivir con ellos, pero que frecuentemente el muchacho era criticadoporque no se llevaba a la señora a residir en otracasa-habitación.

El jueves 4 de mayo de 1961, Pablo dijo que se iría de paseocon María Teresa y, al retornar, buscarían nuevo lugar paravivir. “Me iré lejos, ni yo mismo sé dónde”, comentó.

A las 8:30 horas del lunes 8, falleció María Teresa y lareligiosa Herminia Rodríguez dijo que por alguna razón Pablosalió de la inconsciencia y comenzó a gritar y llorarinconsolablemente, porque había oído la voz de su mujer, quien sedespedía y le decía que allá lo esperaba.

La sala de mujeres distaba 75 metros de la de hombres y MaríaTeresa no pudo hablar desde su ingreso.

Pablo pudo declarar después que hacía cuatro meses habíancontraído matrimonio civil, aunque su cargo como aprendiz devaluador en el Nacional Monte de Piedad, Sucursal 8, no generabaingresos económicos suficientes para los recién casados.

Pablo llevó a su esposa al domicilio de los suegros: JuanEscutia 130, interior 1, Colonia Niños Héroes.

Y aunque la policía no lo comprobó de momento, Pablo Medinadijo que su padre los había lanzado a la calle, por la tarde delviernes 5.

María Teresa era originaria de Tlazatlán, Michoacán.

Como la joven no deseaba separarse de su esposo, pactaron eldoble suicidio y entraron al hotel de la Colonia Guerrero, donde“María debió tomar seis pastillas más que yo”.

Cuando les llegó una somnolencia y el mareo, los reciéncasados se abrazaron, cayeron sobre la cama, después de que sebesaron por última vez. Ya no supieron lo que sucedió, puesfueron llevados sin sentido a la Cruz Roja, “hasta que oí suvoz, así que tengo que alcanzarla”.

Aún vive -le dijo un médico para consolarlo un poco.

-Mentira, ella ya se fue, vino a decírmelo -expresó Pablo,quien fue atado de pies y manos para evitar que atentara contra suexistencia de alguna manera diferente.

Finalmente, dijo que iba a matarse porque nada valía la pena,“porque no nos dejaron vivir, porque nos encontramos con muchosproblemas, si ahora no me dejan matar, algún día lolograré”.

El cuerpo de la joven fue reclamado por sus familiaresmichoacanos.

Y el final del drama no lo sabemos, porque estas notas deinterés humano se menospreciaban en aquella época y no se lesdaba el seguimiento noticioso que merecían.

Ojalá el entonces joven Pablo haya encontrado un motivo paraseguir viviendo.

GUARDABOSQUES ASESINADO EN PARRES

En defensa de la fauna de los llanos de Parres, en Tlalpan, unfuncionario de la Dirección General de Caza abrió fuego contra uncazador furtivo, quien le había disparado con una escopeta, eldomingo 23 de abril de 1972. El agente Manuel Andrade Camposfalleció a consecuencia de una incrustación de postas, mientrasque su heridor perdió la vida poco después. La ProcuraduríaGeneral de la República se hizo cargo de la investigación yexpresó que la tragedia ocurrió "para proteger conejos".

Los primeros datos no fueron exactos. El reportero ÓscarDomínguez Briones, expresó que los hechos ocurrieron a las 11:50horas, en la sierra de Parres, a 5 kilómetros del poblado delmismo nombre y a unos 25 kilómetros partiendo del kilómetro 42 dela autopista México-Cuernavaca.

Antonio Espinosa López, agente de la Dirección de la Fauna,quien acompañaba a su jefe -victimado-, dijo que inspeccionabanuna parte de la sierra de Parres y dieron con un campamento en elque había varios individuos “con aspecto de campesinos”. Elsexagenario les exigió que mostraran permisos de caza y “comorespuesta recibió una descarga de escopeta en el abdomen”.

No obstante estar mortalmente herido, “Andrade Campos tuvotiempo de desenfundar su pistola y herir a dos campesinos”.

Dizque el agente Antonio Espinoza López también desenfundó suarma, pero aseguró haber disparado “al aire” para amedrentar asus agresores y tomó como rehén a un agricultor, “única manerade poder salvar la vida y escapar”.

Con el rehén logró llegar hasta la carretera, donde encontróa su compañero Domingo Hinojosa Obrera, a quien le contaba loocurrido, momento que aprovechó el rehén para huir.

Posteriormente, los agentes de la Dirección de la Fauna fuerona Tres Marías, donde pidieron ayuda al teniente Pedro MoraVillanueva, comandante del destacamento militar en la zona, quienenvió una partida de 29 hombres, para que “peinaran” parte dela sierra de Parres, en busca de los homicidas.

Los detectives del decimoprimer grupo del Servicio Secreto, almando del capitán Rosendo Páramo Aguilar, fueron al parajeTemaxcal, y encontraron muerto al anciano Manuel Andrade.

Presentaba heridas por postas en el tórax.

Los homicidas dejaron abandonadas algunas armas, montura y otrosutensilios.

Al día siguiente, la Dirección General de Policía y Tránsitoexpresó oficialmente que el caso de los “cazadores sinlicencia” y los agentes de la Secretaría de Agricultura yGanadería, quedó totalmente aclarado: un campesino y uninvestigador se liaron a tiros y ambos murieron.

Y se aseguró que a las 14:00 horas del día 23, se recibió elaviso de que en el pueblo de Parres, un vigilante de la FaunaSilvestre había sido privado de la vida por un campesino, a quienhirió a balazos.

El acompañante de Andrade relató que en aquellos lugaresabundaban los conejos y que su misión era protegerlos para evitarsu exterminio. Terminaban su labor de aquel día cuandodescubrieron a tres hombres armados con sendas escopetas. Manuel seacercó al grupo y desenfundó su arma, trató de desarmar a RaúlMuñoz Melo, pero éste disparó su escopeta y lesionó mortalmenteal agente de la SAG.

Manuel Andrade hizo funcionar su pistola calibre .38, e hirió aMuñoz Melo, quien gritó a sus hermanos que mataran al testigo conlas escopetas.

Pero los hermanos Jaime y Felipe Muñoz Melo no dispararoncontra Antonio Espinoza, quien les decía que cerca del lugartenía una camioneta de Agricultura y Ganadería, para “llevar alos heridos a la Cruz Roja”.

El agente fue hacia la camioneta y regresó acompañado demilitares, pero ya no encontraron a los hermanos Muñoz Melo.Manuel fue trasladado al anfiteatro de Tlalpan. Raúl Muñoz Melofalleció en San Lorenzo Tlacoyuca, y su cadáver fue llevadoposteriormente para la autopsia de ley, a la delegaciónXochimilco.

Los hermanos Felipe y Jaime declararon que “efectivamente,habían cazado cinco conejos, pero que la intención original deltrío era buscar hongos para venderlos en mercados del DistritoFederal”.

Los hermanos Muñoz serían dejados en libertad, pues realmentenada tuvieron qué ver en el tiroteo que costó la vida de dospersonas, en aras de la protección a los conejos de la sierra deParres.

Y el Presidente Luis Echeverría acordó que se brindara apoyo ala familia del guardia forestal y de la fauna, quien dejó viuda ytres hijos. Sus restos mortales fueron depositados en el PanteónJardín. Al morir contaba con 65 años de edad, era originario deAcayucan, Veracruz. Muy joven vino al Distrito Federal pararealizar sus estudios, en el régimen del Presidente Miguel AlemánValdés.

A la izquierda aparece el cadáver de Manuel Andrade Campos,quien fuera distinguido servidor de la vigilancia forestal,perteneciente a la Dirección General de la Caza, de la SAG, muertoa tiros por supuestos cazadores furtivos a quienes sorprendieron ensu campamento clandestino, en los llanos de Parres, en el municipiode Tlalpan. A la derecha, uno de los agredidos, quienmilagrosamente salvó la vida y pudo llegar hasta la autopistaMéxico-Cuernavaca para pedir auxilio a la Policía Federal deCaminos.

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