Joyero Asesino, la venganza de José Cohen

Mató al muchacho y desfiguró a su bella esposa; ella declararía en su defensa que sólo habían ido a comprar unos libros

Alfredo Sosa | La Prensa

  · viernes 30 de abril de 2021

La escena del crimen sorprendió al par de policías por la juventud de la víctima, un muchacho entre los 18 y 20 años. | Foto Hemeroteca Mario Vázquez Raña

"Soy inocente, no hice nada malo"

Los comandantes de la Policía Judicial Leopoldo Portillo y Cuauhtémoc Cárdenas llegaron lo más rápido que pudieron a la intersección de las calles López Cotilla y Ángel Urraza, en la colonia del Valle, donde se les reportó un homicidio.

La escena del crimen sorprendió al par de policías por la juventud de la víctima, un muchacho entre los 18 y 20 años, quien se encontraba tirado a un costado de un auto marca Rambler Classic, de modelo reciente, con tres tiros en el tórax, cuyas heridas habían derramado mucha sangre sobre el asfalto.

Los primeros informes recabados por los agentes policíacos, fueron gracias a algunos testigos que presenciaron a lo lejos, los trágicos hechos.

Foto: Hemeroteca Mario Vázquez Raña

-Al gringo lo mató el marido de la señora María. Los encontró en su coche y yo nomás escuché que el señor le dijo: “¿No qué no?”, entonces el muchacho se bajó y don José lo balaceó –contó a los policías una de las vecinas, quien continuó con su testimonio:

-También la quiso matar a ella, tal vez ahorita ya esté muerta, porque el señor después de que balaceó al gringuito, disparó contra su esposa y parece que le dio en el pecho.

En efecto, los agentes de la Judicial supieron por medio de unos motopatrulleros que llegaron al lugar del crimen antes que ellos, que una mujer había resultado también lesionada por arma de fuego y además, con varias contusiones debido a brutal golpiza que recibió por parte del presunto asesino, de quien ya tenían su nombre: se trataba de un señor que respondía al nombre de José Cohen Sharaf, dedicado al comercio joyero. Mientras tanto, su esposa lesionada ya iba en una ambulancia rumbo al hospital.

LA VÍCTIMA, UN ESTADOUNIDENSE DE LA IBERO

Pocos minutos después, al sitio llegaron el señor Roberto Fernández y su esposa Alma. Los agentes de la policía pensaron en un inicio que se trataba de los padres del muchacho asesinado, pero no fue así.

El matrimonio Fernández explicó a la policía que el muchacho fallecido era inquilino de uno de los departamentos de su propiedad que rentaban:

-¿Cómo vamos a decirle a sus padres lo que pasó con John? –dijo muy dolida la señora Alma.

¿Hace cuánto que rentaban ese departamento al occiso? –cuestionó el comandante Leopoldo Portillo.

-Lo que sabemos es que John llegó hace seis semanas a la capital. Mencionó que era de un lugar llamado Florensse, en el estado de Misuri. Al parecer estaba en un programa de intercambio de estudiantes y fue seleccionado para venir a estudiar Economía a la Universidad Iberoamericana. Un día llegó con cinco compañeros más, todos extranjeros, nos preguntaron por el alquiler del departamento, se interesaron, se los mostramos y llegamos a un acuerdo.

-¿Dígame, señor Leopoldo, el joven John y sus compañeros eran conflictivos, dieron problemas o supieron que estaban metidos en líos?

-No, oficial, para nada. Por el contrario, eran muy tranquilos, respetuosos, y se notaba que eran muy dedicados a sus estudios, a pesar de tener pocos días en la escuela –respondió el señor Fernández.

Por último, los investigadores se comunicaron con los padres del joven asesinado, a quienes no quisieron contarles toda la verdad, sólo comentaron que su hijo había sufrido un accidente y necesitaban estar a su lado. Los padres de John W. Devereux Jr., nombre completo del muchacho, se comprometieron en tomar el primer vuelo para estar lo más pronto posible en la Ciudad de México.

SE ACABÓ EL AMOR EN EL MATRIMONIO COHEN PARDO

Por otra parte, los sabuesos policíacos interrogaron también a las sirvientas que trabajaban en el domicilio del señor José Cohen Sharaf. Las muchachitas explicaron a los comandantes, el poco amor que se tenían sus patrones.

Contaron que los señores llevaban 15 años de casados, tenían 5 hijos: tres niñas y dos niños; en los últimos meses, la pareja se había distanciado mucho: “Se comunicaban poco, el patrón se iba muy temprano y últimamente, ya no acudía a casa a comer, volvía hasta la noche y dormía en una habitación aparte”.

Cuando uno de los policías preguntó si conocían los motivos por los que sus patrones ya no se llevaban bien, las jovencitas coincidieron en que la señora se había dado cuenta de que el señor José, le era infiel con una mujer mucho más joven que él.

Foto: Hemeroteca Mario Vázquez Raña

MARÍA PARDO, ENCAMADA EN EL HOSPITAL DE XOCO

Minutos más tarde, los comandantes Portillo y Cárdenas acudieron al Hospital de Xoco, con el objetivo de interrogar a la esposa del señor Cohen y encontrar más pistas que los ayudara a resolver el crimen, sin embargo, la historia comenzaba a tomar claridad, al parecer, don José sospechaba que su mujer le había sido infiel con John, el estudiante de la Ibero, y por ello, en un arranque de celos, los atacó propinándole la muerte al muchacho y a ella brutal golpiza que la tenía hospitalizada.

En el nosocomio, el estado de salud de la señora Pardo impidió que pudieran hablar con ella, pero se lograron entrevistar con los paramédicos que la trasladaron. Ellos informaron que durante el trayecto, la lesionada gritaba: “El mundo es sucio. Todos son malas cosas. Soy inocente, no hice nada malo”.

Pero la cosa se agravó cuando la ingresaron a la sala de emergencia, pues sus gritos se intensificaron y aunque tenía una herida de bala en el antebrazo derecho, soltaba muchos manotazos contra los médicos, por lo cual tuvieron que suministrarle algunos calmantes.

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Además, las enfermeras mencionaron que la señora María Pardo sólo llevaba puesto un vestido, no le encontraron más pertenencias. Respecto a sus lesiones, María sufrió varias heridas en el cráneo, su rostro quedó desfigurado por los golpes bestiales que le propinó su esposo, tenía una herida de bala en el antebrazo izquierdo, así como varios rasguños en los brazos. Y también, el dedo anular de su mano derecha estaba fracturado.

Así que los médicos tuvieron que realizarle una cirugía para extraerle la bala y suturarle las heridas en el rostro y cráneo.

Foto: Hemeroteca Mario Vázquez Raña

DESPUÉS DEL CRIMEN JOSÉ FUE A SU CASA

Cerca de las 10 de la noche, los investigadores de la Policía Judicial realizaron un cateo en el domicilio del joyero José Cohen Sharaf, en el número 935, de la calle Gabriel Mancera, en la colonia del Valle.

En la habitación donde dormía los últimos meses el señor José Cohen, hallaron todo revuelto, fue indudable, que después de acribillar al estudiante y su esposa, el joyero acudió a su domicilio para llevarse, probablemente, algunos documentos y dinero que le permitieran sostener su fuga.

No cabía duda, el señor José Cohen se encontraba en crisis por lo que había hecho y los investigadores esperaban tan sólo que cometiera algún error para echarle el guante.

Por otra parte, las autoridades montaron vigilancias en los domicilios de los hermanos del señor José Cohen, uno de ellos, ubicado en la avenida Cuauhtémoc, número 138, donde vivía Salvador, el mayor de los consanguíneos.

El reportero de La Prensa, Juan Nieto Martínez, logró platicar con él, acerca de los terribles hechos, sin embargo, él sólo contestó que ignoraba que su hermano tuviera problemas con su esposa, pero que: “Cualquier hombre en las mismas circunstancias, hubiese hecho lo que hizo su hermano”.

UNA TESTIGO CLAVE

Al siguiente día por la mañana, se presentó en la Décima Delegación la señora Laura Silvia de Wallas, de profesión maestra, quien pidió hablar con el MP, ya que tenía mucho que contar sobre la muerte del joven John W. Devereux Jr., muerto a tiros la noche anterior.

Al hablar con la autoridad, la señora Laura contó que se encontraba lavando unos platos cuando escuchó varias detonaciones, así que se asomó por la ventana y vio al muchacho John, tirado a un costado del auto Rambler Classic, en un charco de sangre.

Acto seguido, vio a una mujer sentada en el suelo y recargada del auto, quien era golpeada en la cabeza con la cacha de un arma, por un señor de traje café. Entonces se dio cuenta de que se trataba de sus vecinos, la señora María Pardo y el señor José Cohen.

-María le gritaba a su esposo: “¡Ya no me pegues, por favor, ya no me pegues! ¡No estaba haciendo nada malo, te lo juro!”, pero él no dejaba de golpearla, incluso, dio dos pasos hacia atrás y le apuntó con el arma para dispararle, pero cuando jaló del gatillo, las balas se le habían terminado, así que enfurecido volvió a arremeter a golpes contra ella –señaló la testigo.

-Después el agresor se alejó corriendo y no pude ver si abordó un auto.

El agente del ministerio público preguntó a la mujer si podía reconocer o si sabía quién era el sujeto que mató al muchacho y golpeó a la señora Pardo:

-Sí, por supuesto, era el señor José Cohen, el joyero, de eso estoy muy segura; además, era bien sabido entre los vecinos que él la golpeaba constantemente y que no se llevaban bien en los últimos meses.

Mientras la mujer daba su testimonio valioso, el cual dejaba muy mal parado al señor Cohen, éstes seguía prófugo y las autoridades de la Judicial y del Servicio Secreto lo buscaban afanosamente para atraparlo.

MARÍA PARDO DA SU VERSIÓN DE LOS HECHOS

A dos días de la tragedia, en calidad de detenida, la señora María Pardo dio su versión de los hechos ante el ministerio público, encamada y reponiéndose de las heridas causadas por su marido.

La humillada María encontró en ese momento, la oportunidad para desahogarse de todo lo que padecía. Así que empezó por contar a la autoridad, que su esposo llevaba varios meses saliendo con una mujer mucho más joven que él, y como el león cree que todos son de su condición, al mismo tiempo pensó que ella también lo engañaba con el joven estudiante.

-Llevamos 15 años de casados, pero últimamente José nos da una vida de perros, por cualquier cosa me golpeaba y con sus hijos pasaba lo mismo. Dejó de ser cariñoso y trataba de pasar el menor tiempo posible con nosotros. En cambio, las tardes se las dedicaba a su nuevo querer, una muchachita que sólo está interesada en su dinero.


Entonces el MP fue al grano: -Dígame señora Pardo, ¿cuénteme cómo ocurrieron los hechos en los que murió el joven John W. Devereux Jr.?

-Salí de casa alrededor de las 4 de la tarde, en compañía de mi hijo Isaac. Él toma clases de acordeón en la calle de Pennsylvania, así que lo llevé en mi auto. De regreso a casa, me encontré con John, con quien tenía poco de hacer amistad. Nos saludamos y me pidió que lo acompañara a comprar unos libros. Yo accedí porque no tenía nada qué hacer y porque sentí que estuviera haciendo algo malo.

“Como me sentía cansada, pedí a John que manejara, él aceptó y nos dirigimos a la librería, ahí compró cuatro libros. Luego, fuimos a recoger un vestido atrás del cine Gloria y después, a la calle de Sagredo, a una sastrería donde llevó a arreglar una chamarra.

“A unas cuantas calles de casa, Johnn detuvo el auto en la calle de López Cotilla y comenzamos a hojear los libros que compró. Estábamos viendo un libro llamado ‘Leyenda de México’, cuando mi esposo se acercó enfurecido y abrió la portezuela del auto del lado de Johnn.

“El traía la pistola en la mano y gritó: ‘¡Qué haces con mi esposa, desgraciado! Bájate del auto’, después me insultó: ‘¿No qué no, cabrona? ¿No qué no me ponías el cuerno?’. Johnn se bajó del coche y pidió a José que se calmara, pero fue cuando le dio varios balazos y cayó al piso.

Apuntó a María, pero ya no tenía balas

Consumada su venganza, el joyero escapó y se refugió por varios meses en la clandestinidad

Aterrada también me bajé y vi a Johnn lleno de sangre y ya no se movía. Entonces, el desgraciado de José me disparó también y me dio en el brazo, después se abalanzó sobre mí y comenzó a darme de golpes en la cabeza con la cacha de la pistola, patadas y puñetazos, mientas yo suplicaba me dejara en paz.

“Por último, se apartó de mí y me apuntó de nuevo con la pistola, iba a matarme, pero cuando jaló el gatillo se le habían terminado las balas. Volvió a golpearme y después se echó a correr. Traía un auto que no era el suyo, no sé de dónde lo sacó, pero sospecho que nos estaba siguiendo” –declaró la consternada mujer.

“LO QUERÍA MUCHO”

Ya con la lengua muy despierta, María Pardo declaró que estaba harta de la mala vida, al lado de José y que sí, era cierto, se había enamorado de Johnn, el estudiante, pero que nada había ocurrido entre ellos.

Incluso, afirmó que no iba a sacrificar a sus hijos por tener una relación con el gringo, pues sus hijos no merecían pagar las consecuencias de sus actos y los de su esposo.

-Es verdad, yo quería mucho a ese muchacho, no niego que me gustaba porque era muy guapo, pero estoy consciente de que nada serio podía pasar entre nosotros. Yo no hice nada malo, es José quien nos trata muy mal y ya no aguanto vivir así –culminó su declaración la señora Pardo.

RECIBIÓ CUATRO TIROS

El viernes 19 de julio por la noche, en el Servicio Médico Forense, del Hospital Juárez, el médico Miguel Gilbón Maitret dio a conocer los resultados de la autopsia practicada al cadáver del joven Johnn W. Devereux Jr.

El dictamen mencionó que la víctima había recibido cuatro heridas por arma de fuego: dos en la región frontal izquierda, una de ellas mortal y la otra, en la zona maxilar. El galeno explicó que los disparos fueron realizados con una trayectoria de abajo hacia arriba y el calibre de los proyectiles eran .38 milímetros.

Otra de las heridas que presentó el occiso, se encontró en el hombro izquierdo: la bala le atravesó la carne y dejó un orificio algo considerable, probablemente, fue el primer disparo que recibió el joven estudiante.

Foto: Hemeroteca Mario Vázquez Raña

La cuarta bala se alojó en su espalda, también cargada hacia su lado izquierdo, al parecer cuando el joven cayó al suelo, su cuerpo quedó recostado sobre su lado derecho y esta fue la última bala disparada por el joyero, un último tiro con el que trató de rematar al muchacho.

El médico Gilbón Maitret afirmó que la muerte de Johnn fue casi instantánea al recibir los dos impactos en el cráneo, los otros dos fueron cortesía más de la ira del señor José Cohen que otra cosa.

Para concluir, el médico señaló que ya sólo esperaban el arribo de los familiares de la víctima, para entregarles el cuerpo de su ser querido.

FAMILIARES PREPARAN DEFENSA DEL JOYERO

Pasaron tres días del crimen y no se sabía nada sobre el paradero del homicida. Los agentes policiacos instaron a los familiares del asesino a colaborar para dar con él, pero afirmaban no saber dónde se ocultaba.

Sin embargo, el sagaz reportero de La Prensa, Luis Nieto Martínez, investigó por su cuenta y se enteró de que los hermanos de José Cohen ya habían contratado los servicios de varios abogados para preparar la defensa de su consanguíneo.

Incluso, estaban a horas de tramitar un amparo ante las autoridades, para que su hermano no pisara la cárcel en cuanto apareciera.

No obstante, Isaac Cohen, hermano del homicida, declaró a Nieto Martínez que probablemente su hermano había salido del país, ya que no sabían absolutamente nada de él. Nieto Martínez lo cuestionó y la respuesta del hermano fue hasta cierto punto lógica, negando el paradero de José:

-Señor Cohen, ¿entonces nadie de su familia ha tenido comunicación con su hermano José?

-En absoluto, caballero, ninguno de nosotros ha hablado con él y mucho menos sabemos dónde pudiera estar.

Era evidente, que los familiares del homicida pretendían confundir a las autoridades afirmando dicha versión, mientras tanto, agilizaban los trámites correspondientes para preparar la defensa legal de su hermano.

"Tal vez mi esposo mandó a matarnos"

Al quitar de en medio a Johnn, José pensó que pondría remedio al problema, en realidad el joyero ya había perdido a su familia desde varios meses atrás, debido a la mala vida a la que los sometía

SE RETRACTA y CUBRE A SU ESPOSO

El cuarto día volvió a traer tempestad al caso, pues la señora María Pardo tenía que ratificar su declaración ante el MP, sin embargo, de forma extraña, ante la autoridad cambió su versión de los hechos.

-Es verdad que declaré que mi esposo es muy celoso, violento y que suele perder la cabeza, señor abogado, pero no estoy segura de que él haya sido quien disparó contra el joven Johnn y mucho menos contra mí.

“La verdad, yo estaba muy trastornada y en shock, por ello me desdigo de lo que mencioné antes. Quizás, es probable pero no tengo la seguridad, mi esposo mandó a un pistolero para espiarme y fue él, quien mató a Johnn y después me atacó a mí.

“Pero quiero dejar muy claro, señor licenciado, que yo no hice nada malo. Johnn y sus compañeros eran mis amigos y yo no tenía una relación más allá de eso con él.

El ministerio público exhortó a la señora Pardo a decir la verdad, pues no podía estar cambiando su declaración cada vez que se le ocurriera. María señaló que aquella sería su versión final de los hechos, no haría más cambios. El MP ordenó a su secretario asentar eso por escrito y culminó la diligencia.

PERITAJES CONTRADICEN A LA SEÑORA PARDO

El mismo día por la tarde, los peritos en Criminalística de la Procuraduría del Distrito Federal entregaron su reporte sobre la escena del crimen, el cual arrojó varias informaciones que causaron revuelo.

En primer lugar, el informe señaló que dentro del auto Rambler Classic, propiedad de la señora Pardo, no se encontró libro alguno, como tampoco en los alrededores de la escena del homicidio.

Así que esto contradijo la versión de la señora María, quien aseguró que acompañó al joven Johnn W. Devereux Jr. a la librería a comprar algunos libros y además, en el momento en que fueron sorprendidos por su esposo, se encontraban hojeando uno llamado “Leyenda de México”.

En segundo lugar, los peritos hallaron una bolsa con ropa interior femenina debajo del asiento trasero del auto, la cual, se dedujo pertenecía a la señora María Pardo. Esto apuntaló lo dicho por las enfermeras del Hospital Xoco, quienes declararon a los policías que la lesionada ingresó sólo con un vestido puesto y ni una otra pertenencia.

Lo cual, llevó a deducir a los investigadores, que probablemente María se despojó de su ropa y al verse sorprendida por su esposo ya sólo tuvo tiempo para ponerse el vestido y la ropa interior la ocultó en una bolsa, para deshacerse de ella en cuanto pudiera, pero como todo se tornó muy rápido y violento, ya no tuvo tiempo de tirarla.

NO HAY DUDAS PARA LA POLICÍA

Por más que los familiares negaban conocer el paradero del señor José Cohen y declaraciones cambiadas por parte de la señora María Pardo, para la policía estaba muy clara la tesis del homicidio: un evidente asesinato ejecutado por venganza.

Gracias a las pistas recabadas por la policía, el señor Cohen se encontraba muy intranquilo porque sospechaba una infidelidad por parte de su esposa. Cada día se le metió con más fuerza en la cabeza que María sostenía una relación amorosa con el estudiante Johnn W. Devereux.

Se obsesionó tanto con esa situación, que el día de la tragedia, pidió un auto prestado a un amigo o incluso, a alguno de sus hermanos para espiar y seguir a María. Cuando los encontró juntos a bordo de su coche, entonces se despejaron sus dudas, independientemente de si su esposa tenía algo con Johnn o no, para él fue suficiente para convencerse de que, en efecto, eran amantes; así que lleno de ira no dudó en atacarlos.

Foto: Hemeroteca Mario Vázquez Raña

Su intención era matar a ambos, pero para su desgracia, y fortuna de María, las balas se le agotaron, eso lo enfureció más y propinó brutal golpiza a su esposa.

El asunto es que los conflictos entre ellos, los vino a pagar con la vida un muchacho que, tal vez se sintió atraído por María, ella al padecer malos tratos de José, fue evidente que encontró comprensión en la compañía de Johnn, quien era el menos culpable y terminó muerto.

Por otro lado, José era infiel a su esposa, pero no soportó siquiera que ella tuviera amigos. Si era infeliz al lado de María, tampoco tuvo el valor de terminar esa relación, prefirió convertirse en asesino que cortar por lo sano una relación que llevaba tiempo podrida.

CABEZA DE DESCANSO

La señora María Pardo salió del hospital y poco a poco re repuso de sus heridas. Ya no volvió al hogar que compartía con su marido José Cohen. Con ayuda de sus familiares empacó sus pertenencias y las de sus hijos y se fueron a vivir a casa de un hermano.

Los meses pasaron y las autoridades afirmaban estar tras el rastro del homicida José Cohen, pero no lograban capturarlo. Por otra parte, sus familiares contrataron algunos abogados, quienes tramitaron un amparo en la Procuraduría del Distrito Federal, a favor del asesino.

El reportero Luis Nieto Martínez logró saber de buena fuente, que José Cohen estaba escondido en casa de un familiar en el estado de Guanajuato. No obstante, aunque dicha versión la conocieron las autoridades, el criminal siguió libre.

SE ENTREGÓ EL HOMICIDA JOSÉ COHEN

Pasaron tres meses para que el asesino del joven Johnn W. Devereux Jr., apareciera. Todo sucedió de forma muy extraña, pues el homicida se entregó por su voluntad a la policía.

El señor José Cohen alardeó de ser muy hombre y de dar la cara por lo que había hecho. La verdad fue otra, en realidad, el criminal estuvo escondido con ayuda de sus familiares mientras sus abogados planeaban una estrategia para defenderlo, pues en la forma como pasaron los hechos, lo más seguro es que fuera condenado a varios años en prisión por el delito de homicidio contra el estudiante estadounidense y tentativa del mismo en agravio de su esposa María Pardo.

Cuando el señor Cohen se presentó ante la Justicia fue porque ya sus abogados habían pactado un arreglo con las autoridades, claro, con una buena cantidad de dinero de por medio. Hacer pasar al señor Cohen como alguien que asumía su responsabilidad sobre lo que había hecho y que acataría la resolución de las autoridades fue pura farsa. El asesino y su familia tenían todo arreglado. Bastaron pocas horas para que fuera puesto en libertad y este caso, uno de tantos que se perdieron en la impunidad.

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