El drama de Ana Bertha Lepe

Gozaba de las mieles de la fama y el amor, pero la ambición y celos de su padre, la desterraron de aquel paraíso, el día que le arrebató la vida a su prometido de dos balazos

Alfredo Sosa y Carlos Álvarez | La Prensa

  · viernes 15 de octubre de 2021

Foto La Prensa

Veintinueve de mayo de 1960. Aún la conmoción en el ámbito artístico no se reponía del duro golpe que un día antes había ocurrido con el artero asesinato que perpetró el ingeniero Paganoni contra el actor Ramón Gay, cuando al día siguiente devino una nueva tragedia en el medio, esta vez con Ana Bertha Lepe, Agustín de Anda y el padre de Ana Bertha como protagonistas.

I. Ana Bertha

Lepe nació el 12 de septiembre de 1933, en la localidad de Tecolotlán, Jalisco. Su vida tuvo dos momentos: uno vertiginoso de esplendor y otro letárgico de retiro (o una ausencia irreprochable por la tragedia exculpable). En 1954 se dio a conocer no sólo en México sino internacionalmente, ya que representó a nuestro país en el concurso Miss Universo, certamen del cual salió galardonada con un cuarto lugar, aunque previamente había ganado el premio al concurso de Señorita México a los 19 años.

Fue debido a su destacada participación en el certamen internacional -considerada como un auténtico triunfo, ya que en aquel entonces el país no destacaba en casi ningún rubro-, que Lepe inició su trayectoria artística en cine y televisión de manera profesional -si bien antes ya había aparecido como personaje de relleno en otras películas-, alcanzando a participar en alrededor de 80 producciones.

A partir de entonces y hasta el fallecimiento de su novio a principios de la década de los sesenta, Ana Bertha logró consagrarse en el espectáculo y en lo que fuera el culmen de la Época de Oro del cine mexicano. A partir de esta década, poco a poco la figura de la otrora hermosa vedette tomaría un cause sempiterno, no tanto por sus grandes actuaciones, sino por el drama en el cual estuvo envuelta.


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II. De Anda

Agustín, hijo del famoso productor cinematográfico Raúl de Anda “El Charro Negro”, era un junior de la época, quien solía actuar con prepotencia en la vida diaria y con altibajos en sus representaciones fílmicas; su carácter tendía hacia la violencia con facilidad.

A pesar de todo, destacó en el gremio actoral, pues poseía un talento que lo llevó a participar al lado de grandes figuras del cine mexicano como Luis Aguilar y Pedro Armendáriz.

A sus 25 años, tras haber actuado en 12 películas -las primeras producidas por su propio padre- creía que su futuro estaba asegurado en la industria fílmica, pero el destino le tenía preparada una amarga sorpresa.

III. Papá Lepe

Era un secreto a voces que Guillermo Lepe Ruiz, padre y representante de Ana Bertha, vivía a costillas de su hija, a quien prácticamente obligaba a trabajar más de lo necesario.

Ana Bertha además de acudir a los llamados para sus películas durante el día, por la noche trabajaba en el cabaret La Fuente, que era un lugar de espectáculos donde asistían las clases media y alta, principalmente, y adonde su padre la recogía al terminar su presentación cada noche.

En 1960, don Guillermo se vio en una encrucijada debido a dos cuestiones, a saber: la primera, que su hija y el actor Agustín de Anda había formalizado su relación y según algunas versiones, ya tenía prevista la fecha para casarse, cuestión que en nada convenía al representante; por otra parte, como al Presidente de Indonesia, Ahmed Sukarno, le había fascinado su hija, éste la había invitado a Acapulco so pretexto de organizarle un festival internacional de cine.

Ante tal oportunidad de negocio, don Guillermo Lepe vio su futuro lleno de dinero, aunque para ello se requería -no debemos olvidar que en los años sesenta la sociedad tenía otros modos de actuar y a la mujer se la rectificaba- la aprobación del prometido. Derivado de lo cual se precipitó la muerte del novio y la infamia del padre, además de enturbiarse la carrera de la actriz.

Guillermo Lepe Ruiz participó en el Ejército y ya retirado quedó con el grado de capitán. Como su fortuna provenía de la gloria de su hija, éste se dedicó a disfrutar las mieles de ello y solía conducir un Cadillac convertible rojo, ataviado con un sombrero Stetson y sin olvidar nunca su arma, como si fuera un acaudalado petrolero texano.

IV. Los hechos

Sucedió todo tan vertiginosamente que de un duelo se pasó a otro. El luto vestía los días artísticos en la Ciudad de México y El Diario de las Mayorías daba cabal seguimiento de los acontecimientos.

Aquella noche del 29 de mayo de 1960, luego de asistir a las pompas fúnebres del actor Ramón Gay, Ana Bertha Lepe, acompañada de Agustín de Anda, salió de ofrecer sus condolencias a los deudos del actor fenecido y se dirigió al cabaret La Fuente -inaugurado en 1950 en Insurgentes Sur 890, donde la elegancia y baile era lo que destacaba allí, pero que tuvo una muy corta vida, pues en 1976 fue demolido-, donde la actriz presentaba su espectáculo nocturno.

De tal suerte que ya en el sitio, Ana Bertha inmediatamente tomó rumbo a su camerino, mientras Agustín se dirigió a ocupar una mesa donde ya se encontraba Guillermo Lepe. Los acontecimientos posteriores tomarían un giro dramático que terminarían en tragedia, muerte e infamia.

¡Aprisionada entre cruel disyuntiva!

Algunas versiones afirman que De Anda ya tenía preparado el lecho nupcial que recibiría a su esposa, luego de que se hicieran las amonestaciones y se entregaran las invitaciones para realizar la feliz boda. Allí había amor verdadero.

Otra versión, menos difundida, pero quizá más escandalosa, afirmaba que la vedette había quedado embarazada y no quería casarse (ninguno de los novios), sino que tenía que casarse; lo cual sería la razón por la cual Papá Lepe atentó contra la vida del joven De Anda, ya que, de acuerdo con esta versión, cuando Agustín conoció a Ana Bertha, ella ya no era virgen y el bebé que esperaba seguramente no era de él.

Esta versión justificaría la reacción de un padre en defensa del honor de su hija insultada, asimismo, estaría “justificado” de algún modo el asesinato (no hay que olvidar, como en el caso de Humberto Mariles, que en ese entonces se acostumbraba cargar pistola y por menos que una mentada de madre se llegaba a asesinar). Sin embargo, fuentes cercanas a la actriz revelaron tiempo después que él estaba enamoradísimo de ella y su amor era correspondido; por tal motivo, esta teoría es la menos verosímil. La versión más exacta de los hechos fue revelada por los actores principales del drama: Ana Bertha, Papá Lepe, el capitán de meseros de apellido, un testigo que arribaba (Farca Kanan) en ese momento al lugar de los hechos y otro que afirmó haber escuchado que el actor de Anda pidió una botella de champaña para celebrar que ése era el último día de Ana Berta en La Fuente.

Así pues, de acuerdo con las declaraciones de Papá Lepe, éste había afirmado que el joven De Anda expuso su molestia por el trabajo de Ana Bertha en el cabaret y pensaba sacarla del ambiente artístico cuando se casaran. Ante tal declaración, don Guillermo Lepe se opuso -ya que además pretendía casar a su hija con un magnate de origen indonesio de apellido Sukarno-, sin importarle que la joven estuviera ya comprometida, por lo cual comenzaron a discutir.

De tal suerte que el capitán Borja alcanzó a escuchar cómo se acaloraban los ánimos y las voces alcanzaban tonos mayúsculos al mismo tiempo que manoteaban.

El joven actor insistió en que si don Guillermo no sacaba del espectáculo a su hija, entonces no habría boda. Pero astutamente, Papá Lepe replicó que Ana todavía tenía compromisos que cumplir, y en tanto no estuvieran casados, él tomaría las decisiones que más le convinieran a su hija.

Por supuesto que el joven De Anda estaba enterado de su turbio negocio con Sukarno en relación con lo de Acapulco. Pero don Guillermo, viendo que podría perder su mina de oro se aferró a proteger “los intereses” de su hija; no obstante, el futuro marido no cejaría en detener a su suegro, ya que finalmente Ana Bertha se casaría con él le gustara al padre o no.

Hasta este punto quizá hubiera cabido la pertinencia de retirarse mejor, pero se llamaron a resolver las cosas como hombres (como hombres tontos en todo caso) y se encaminaron al vestíbulo para salir a terminar la discusión. En la sombra del cabaret, pero atento a los hechos, el capitán Borja exclamó: “Deténganlos, se van a matar”.

Pero nadie se interpuso entre dos bestias cegadas por la furia, pues no se trataba de hombría sino de razón; además nadie tampoco le habría preguntado a Ana Bertha Lepe qué quería ella. Ella era la importante, la estrella, la belleza, la que trabajaba y la del dinero. Finalmente, Farca Kanan aportó datos importantes en relación con lo sucedido. Como él llegaba cuando se suscitaban los acontecimientos, pudo ver el momento exacto en que Guillermo Lepe descargo sólo dos tiros en la humanidad de Agustín de Anda Serrano, pero dos disparos mortales.

Ya en el estacionamiento del cabaret La Fuente, Agustín de Anda giró en torno al progenitor de su futura esposa, ante lo cual, según los defensores de Lepe Ruiz, éste sacó su arma en defensa, porque vio que el otro le iba a disparar. Sin embargo, el testigo presencial afirmó que ni siquiera tuvo tiempo el joven De Anda de hacer siquiera un ademán similar a desenfundar un arma, ya que don Guillermo descargó un primer disparo sobre la humanidad del joven actor; y mientras aún conservaba la vertical, pero ya con la vida escapándosele todavía detonó en una segunda ocasión su pistola.

Luego, un silencio sepulcral envolvió el recinto. Ana Bertha Lepe nunca se enteró, pues mientras la muerte se llevaba a su prometido y su padre se encontraba prófugo, ella protagonizaba las danzas que encantaban a los espectadores, quienes ya sabían también lo que había ocurrido.

Agustín de Anda fue trasladado a la Central Quirúrgica, donde murió alrededor de las 3:35 horas del domingo 29 de mayo del 60.

En estado deprimente, el señor Guillermo Lepe estaba hecho todo un manojo de emociones que no pudo ocultar; escupía ira y desesperación ante los reporteros de los distintos medios de comunicación que estaban en los separos de la Policía Judicial para obtener sus primeras declaraciones, pero el detenido se enfocaba en resaltar: “¡Ya dejen en paz a mi hija, ella no tiene nada que ver en este asunto! ¡Es inocente!”.

Y, aunque este drama parecía sencillo de explicar, en realidad tenía su complejidad, pues Guillermo Lepe había aceptado su responsabilidad, en cuanto haberle propinado la muerte al joven Agustín de Anda, pero el enigma y lo que la sociedad entera quería saber, era, ¿por qué lo hizo? Y ¿cuáles fueron los motivos para quitarle la vida al novio de su hija, si es que los tenía, o sólo fue que lo hizo en un arrebato de furia?

Así que, después de entregarse a la policía, Guillermo Lepe se trató de justificar, diciendo que lo había hecho por defender a su adorable hija, Ana Bertha Lepe y, que si su retoño gozaba de buena reputación y educación, era gracias a él: “(…) precisamente para que no haya mancha en la vida de ella estoy aquí, para responder por lo que hice. Además, ustedes saben que Ana Bertha es una de las pocas artistas a las que no se le ha subido a la cabeza el estrellato, porque así se lo he enseñado, y siempre ha vivido su vida en el hogar y tiene como diversiones el cine y los deportes; ¡eso se lo he inculcado yo, señores!”.

Por último, y antes de que le tomaran las huellas dactilares, el detenido -quien había dormido dos noches recargado de un ropero en las oficinas de la Judicial-, señaló que lo único que le preocupaba era la reacción de su hija, pues hasta ese momento no sabía nada de ella, al parecer el juicio que tuviera Ana Bertha sobre él, le importaba más que un inminente castigo en prisión.

Guillermo Lepe era muy hábil, pues del papel de victimario, ahora se hacía el mártir, argumentando que la brillante carrera de su hija era gracias a él, y dio a entender, que Agustín de Anda era una mala influencia para su hija, que no le convenía y quizá, hasta un gran favor le hizo con quitárselo de en medio. Sin embargo, decía él, se sentía arrepentido.

Alrededor de las 17:40 horas, Guillermo Lepe fue fichado en la Policía Judicial con el número 46141, todo estaba listo para que al siguiente día fuera trasladado a la Cárcel Preventiva de Lecumberri.

Por su parte, Ana Bertha se refugió esos días en su domicilio en Paseos de Churubusco, la información en cuanto a su estado de ánimo fue hermética, mientras algunos decían que estaba sumida en la depresión por la tragedia, otros afirmaban que aprovechó el encierro para afinar los detalles de la defensa de su padre, pues no iba a ser bien visto por la sociedad –y menos en aquellos años- que su hija permitiera que lo hundieran en la cárcel, a pesar de ser culpable y confesado su crimen. En tremenda disyuntiva se halló la artista.

El miércoles 1o. de junio de 1960, alrededor de las 15:30 horas, el señor Guillermo Lepe Ruíz fue ingresado a la Cárcel Preventiva, donde quedó fichado con el número 9,567 y a disposición del juez Héctor Terán Torres, ante quien rindió su declaración.

Si el señor Guillermo Lepe sintió miedo cuando se entregó a las autoridades, en el momento en que dos celadores de Lecumberri lo tomaron por los brazos para llevarlo a lo que sería su nueva nada agradable morada, “Papá Lepe”, como ya le nombraban los reporteros, se quedó pasmado.

Experimentó como nunca el terror de sentirse más solo y vulnerable cómo nunca antes se había sentido. Entonces, entre el enjambre de periodistas, el reportero de LA PRENSA Alfonso Ortiz Espinoza le preguntó: “¿Señor Lepe, está arrepentido de su fechoría?”. A lo que el detenido contestó con la voz quebrada: “¡Lo hecho, hecho está!”, mientras se perdía en compañía de los custodios, en las entrañas de Lecumberri.

El charro sin pistola

Pasaron sólo poco más de diez horas desde que el joven Agustín y su padre Raúl de Anda habían acudido a los funerales del actor Ramón Gay, asesinado por José Luis Paganoni, exmarido de la bella actriz Evangelina Elizondo, y ahora, el joven también estaba muerto y su padre destrozado por la pérdida. El ambiente artístico cinematográfico se conmocionó por la muerte en menos de 24 horas, de dos figuras talentosas y carismáticas.

Raúl de Anda, mejor conocido como “El Charro Negro”, se encontraba desconsolado, no paraba de fumar sus habanos e iba de un lado a otro de su oficina; lugar hasta donde los reporteros acudieron para cuestionarlo, sobre si pensaba vengar la muerte de su hijo, ya que Guillermo Lepe, el asesino confeso, había declarado que temía por su vida, por alguna represalia en su contra de parte del padre de Agustín. A lo cual respondió contundente: “‘¡El Charro Negro’ nunca ha cargado pistola! Una cosa son las películas, y otra, muy distinta, es ser un asesino”, y se desabrochó el saco y dio media vuelta para mostrar su cintura y que se cercioraran de que no portaba ninguna arma.

Al respecto de las ofensas que Guillermo Lepe hizo sobre Agustín, el señor de Anda comentó: “Si mi hijo era un truhan, un canalla, que las autoridades juzguen y absuelvan a quien lo mató, pero si todo se aclara, que se haga justicia”. Mencionó también que su hijo no era un santo, sólo un muchacho de 25 años como cualquier otro, que quería abrirse paso en la vida, con inquietudes, pero: “nunca andaba armado y no fue de los que provocaban escándalos… esperaba fundar un hogar y ser un hombre de provecho”. Raúl, entonces, no pudo contener el llanto.

Pero continuó: “Hace menos de un mes cuando andaba trabajando en Argentina, me llamó y me dijo que iba a formalizar su compromiso con Ana Bertha, que, si le daba mi consentimiento, así que le comenté que, si él estaba seguro de ello, que contaba conmigo. Además, Ana Bertha es considerada por nosotros como de nuestra familia, le tenemos mucho cariño”.

Comerciante, testigo clave

A pesar de recibir amenazas de muerte, Farca Kanan se presentó a declarar y su testimonio fue decisivo, para dejar en claro la forma alevosa en cómo Lepe Ruiz dio muerte al joven Agustín de Anda

Los reporteros también le pidieron su opinión sobre las declaraciones del señor Guillermo Lepe, quien afirmó a la policía que actuó en defensa propia, ya que Agustín andaba armado y que antes de dispararle, el joven lo había amagado con sacar su pistola: “Para terminar con las dudas, voy a mostrarles qué llevaba Agustín consigo aquella noche”, y enseñó a los reporteros un recibo que los médicos de la Central Quirúrgica le entregaron a Manolo Fábregas, del momento en que recibieron herido a su hijo Agustín de Anda, y dio lectura: “He aquí la lista de los objetos que se le encontraron entre sus ropas a Agustín: una cigarrera, un encendedor, un llavero, una medalla con cadena de oro, un reloj marca Puget, una libreta con direcciones, un portamonedas, un pisacorbatas de oro y dinero en efectivo; eso era todo lo que mi hijo llevaba”.

Y concluyó su atención hacia los reporteros: “No es nuevo para nadie que el señor Lepe es exageradamente celoso y obstaculizaba a los pretendientes de su hija. Pero no vamos a actuar como hombres incivilizados y sin moral, esperamos que la justicia castigue al nefasto de Guillermo Lepe”.

Testigo rinde su declaración

Por otra parte, el jueves 2 de junio, a la Dirección de Supervisión y Quejas arribó el señor Farac Kanan, un comerciante que fue citado por la Policía Judicial para rendir declaración, ya que, al parecer, tenía información valiosa que aportar relacionada con el crimen del joven Agustín de Anda.

Así que ante el ministerio público, comenzó a contar su versión sobre lo que vio la noche del 29 de mayo. Afirmó que después de aparcar su auto en el estacionamiento del cabaret La Fuente, ubicado en Avenida Insurgentes Sur, se disponía a subir las escaleras para ingresar al centro nocturno, cuando observó que dos sujetos discutían: “De pronto, vi como uno de ellos sacó su pistola e hizo un disparo casi a quemarropa. No había pasado ni un segundo y volvió a accionar su arma. No recuerdo si cuando el empistolado realizó el segundo disparo, el hombre agredido se desplomaba o aún, sostenía la vertical”.

Entonces el licenciado Roberto Higuera Gil le hizo una de las preguntas cruciales en el caso: “¿Vio usted, si Agustín de Anda Serrano, el sujeto agredido, realizó algún ademán o maniobra como si quisiera sacar un arma?”. El testigo sin titubear contestó: “Estoy seguro de que el hombre más joven no hizo ningún ademán o maniobra en ese sentido. Ni siquiera tuvo tiempo para evitar la agresión. De eso estoy completamente seguro”.

En cuanto el señor Farac concluyó su declaración, fue llevado a la Prisión Preventiva de Lecumberri para hacer una identificación del sujeto agresor. Cuando tuvo enfrente a ocho sujetos, no dudó en reconocer a Guillermo Lepe, como la persona que disparó aquella noche contra Agustín de Anda en el cabaret La Fuente. Con este testimonio, el padre de la hermosa Ana Bertha Lepe se hundía más.

Ana Bertha se presenta a declarar

El mismo día, Ana Bertha Lepe convocó a los medios de comunicación en su residencia en la calle Cerro del Cubilete número 294, Colonia Campestre Churubusco, donde más de 80 periodistas atiborraron la sala para rescatar las primeras impresiones de la bella actriz. Alrededor de las 16:00 horas, Ana Bertha bajó de su habitación y dio por primera vez la cara a los medios.

En primera instancia ofreció disculpas por no haberlos atendido, pero señaló que la situación en la que se encontraba la tenía devastada, pero se sentía obligada a dar una explicación sobre los trágicos hechos. Así que explicó que el sábado 28 de mayo, ella y Agustín salieron de su casa hacia la agencia funeral donde velaron al actor Ramón Gay, donde acompañaron unas horas a la familia y después se fueron al Hotel Presidente, donde realizaron un brindis para celebrar su inminente matrimonio. De ahí, se trasladaron al cabaret La Fuente, lugar donde cada fin de semana presentaba su espectáculo.

Fue en ese momento, cuando Agustín le comentó que esa noche hablaría con su padre para formalizar la boda, a lo cual ella estuvo de acuerdo. Afirmó que minutos antes de presentar su primera variedad, Agustín la mandó a llamar, pues su padre ya estaba con él y quería que estuviera presente, pero indicó que ya no le fue posible sentarse con ellos, debido a que ya tenía pocos minutos para preparar su número.

Al terminar su primer show, su novio le dijo que ya se retiraba, lo cual sorprendió a Ana Bertha, entonces lo acompañó hasta el guardarropa y ahí, se acercó su padre, entonces Agustín le dijo al señor Lepe: “Ya Ana y yo discutimos en el Hotel Presidente lo de nuestro noviazgo; así que ella haga su vida y yo la mía”. Ana Bertha se quedó pasmada, no podía creer lo que su novio acababa de mencionar, pues eso no fue lo que habían acordado horas antes.

"Yo siempre estaré con él"

El argumento de papá Lepe: que mató a Agustín por defender la honra de su hija se vino abajo; el turbio negocio de vivir de las ganancias de Ana Bertha salió a flote, y sin más, tuvo que pagar las consecuencias tras los fríos barrotes de la cárcel

La abatida mujer continuó con su relato: “Mi papá me miró y me sentí muy avergonzada… desdichada, me di media vuelta y corrí a mi camerino. Varios compañeros me vieron llorando y me preguntaron qué me sucedía, pero no les contesté. Me contuve lo más que pude, pues en pocos minutos tenía que salir al escenario y sonreír al público”.

Cuando concluyó su presentación, cerca de las dos de la mañana, Ana Bertha preguntó a sus compañeros si habían visto por algún lugar a su padre y a su novio, pero ninguno le supo dar razón: “¡Yo quería verlos! Tenía la ilusión de que todo se arreglara de buena manera y pudiera casarme con Agustín, pero no estaban, así que me fui a mi casa. El domingo, muy temprano, llegó mi tío José Ignacio y me dijo que algo muy grave ocurrió: mi padre había asesinado de dos tiros a Agustín”.

Ana Bertha también negó que su padre la explotará. Precisó que él contactaba a los productores para contratar sus servicios y que, al contrario, su progenitor desde que inició su carrera la había ayudado en todo. “Les aseguro que nadie más que yo administro mi dinero. Mi padre sólo se lleva el 10%, del resto nadie mete mano más que yo”.

Por último, el reportero de LA PRENSA Alfonso Ortiz Espinoza le preguntó si condenaba la actitud asumida por su padre y su respuesta fue tajante: “¡Imposible que pudiera ser así…! Una hija no juzga los actos de sus padres… que Dios lo ayude y se haga justicia… yo siempre estaré con él…”. Con aquellas palabras y llanto en el rostro, cerró la entrevista la hermosa joven.

Hay que decir, estimado lector, que el juicio contra el señor Guillermo Lepe -el cual se llevó a cabo en el Juzgado Segundo Penal, de la Prisión Preventiva de Lecumberri-, fue un hecho sin precedentes. Aquellas oficinas parecieron más un estudio cinematográfico que un juzgado y el modo en que se condujeron los implicados fueron escenas dignas de un gran melodrama de la pantalla grande, sólo que en este caso, el guion se compuso por la realidad misma.

Ante el juez Héctor Terán Torres, el inculpado Guillermo Lepe, aconsejado por sus abogados Andrés Iglesias y Sergio Vela, trató de justificar su crimen con el argumento de que el joven Agustín de Anda había agraviado la honra de su adorada hija Ana Bertha, además, de que lo amagó con sacar un arma en el momento en que dirimían el asunto del enlace matrimonial, a las afueras del cabaret La Fuente; situación por la cual, él se defendió y disparó contra el muchacho.

“Yo le pregunté a Agustín que cuándo irían sus padres a pedirme la mano de mi hija, a lo cual contestó que no necesitaba de su familia, ya que él era mayor de edad, además, ya había hablado de eso con Ana, por lo cual, los dos eran libres de hacer su vida. Después, me dijo cínicamente, que había violado el honor de mi hija y podía hacerlo cuantas veces le diera la gana. Desconcertado volteé a mirar a Ana Bertha, quien se llevó las manos al rostro, comenzó a llorar y salió corriendo hacia su camerino”.

“Luego lo seguí hasta el estacionamiento y le volví a preguntar qué era lo que pasaba entre mi hija y él, su respuesta fue que ya había tenido a mi hija como mujer y que ya no le interesaba casarse con ella. Entonces perdí la cabeza. Cómo Agustín se reía de mí, saqué mi pistola e hice dos disparos. “Cuando lo vi caer, me alejé del lugar caminando por las calles, hasta que llegué a la casa de mi hermano Filemón”.

Con su estrategia, Guillermo Lepe no consiguió nada, además de que omitió un importantísimo detalle: nunca mencionó que Agustín lo amagó con sacar un arma para agredirlo; esto confirmaba lo dicho por el testigo Farac Kanan, quien mencionó que el señor Lepe disparó a quemarropa contra Agustín, sin darle tiempo de nada.

También quedó demostrado, que Guillermo Lepe se llevaba jugosas ganancias por los contratos que su hija firmaba con productores para realizar películas, conciertos y presentaciones en cabarets. Pero con el inminente matrimonio de su hija con Agustín, “aquella minita de oro” se le acabaría y con ello la vida de privilegios que llevaba.

Por otra parte, Ana Bertha cumplió su palabra. En el proceso contra su padre, por más que se echó la culpa de lo ocurrido y realizó su mejor actuación, no pudo evitar que, a su progenitor se le condenara a 10 años de prisión, por el delito de homicidio.

Guillermo Lepe sólo cumplió cinco años de su condena y obtuvo su libertad. Años más tarde, falleció de manera terrible en un accidente automovilístico.

Ana Bertha Lepe, la hermosa exMiss Universo, tardó muchos años en superar la tristeza y la deshonra, ésta sí comprobada y cometida por su padre al asesinar a su novio Agustín de Anda, aquella noche del 29 de mayo de 1960, la cual la mantuvo alejada de los escenarios. Volvió a la televisión en los años 90 y falleció en 2013, a los 79 años.