A las mismas puertas del edificio de LA PRENSA se registró el sábado 3 de febrero uno de los más vergonzosos atentados de que se tuviera memoria en los anales criminales del México posrevolucionario, no tanto por la magnitud sino por la forma cobarde como fue perpetrado.
Resulta ser que cuando el gerente la entonces cooperativa a la cual pertenecía el entonces “Diario ilustrado de la mañana”, señor Luis Novaro, salió del edificio alrededor de las 14.00 horas, luego de atender sus labores; entonces, un pequeño grupo de individuos le interceptó el paso en los precisos momentos en que se disponía a subir a un automóvil.
Por supuesto, al señor Luis Novaro le pareció extraña la cercanía inusual de un grupo del que no tuvo alguna sospecha, pero al tenerlos a menos de medio metro de distancia, el gerente de LA PRENSA optó por preguntar lo que deseaban y éstos le respondieron que venían al periódico con el propósito de aclarar informaciones relacionadas con el señor Lombardo Toledano.
Entonces, Novaro les indicó que podían subir a las oficinas para ser atendidos por el jefe de redacción, pero sin más explicaciones, dos de los del grupo se abalanzaron sobre él diciéndole: “A usted era al que queríamos hacerle la aclaración”, y uniendo la acción a la palabra, uno de ellos le asestó un golpe en el rostro mientras el otro sujeto que estaba a la expectativa se abalanzó sobre él, tirándole otros golpes.
La brutal agresión del supuesto grupo de secuaces del licenciado Lombardo Toledano pudo consumarse con cierta facilidad, debido a la forma como se ejecutó, es decir, casi subrepticiamente, pero también porque Luis Novaro tenía las manos ocupadas, lo cual le impidió defenderse; y lo único que pudo hacer, fue cuidarse de que los agresores no le rompieran los anteojos en el rostro.
Claro que los eventos ocurrieron con cierta displicencia, no hubo posibilidad de ejercitar alguna acción defensiva ni lograr la captura de los atracadores, porque éstos estaban protegidos por otros cómplices que se aparecieron en las puertas de LA PRENSA a bordo de un automóvil y que, además, portaban placas de policías auxiliares y simularon intervenir; no obstante, lo que en realidad hicieron, fue facilitar la fuga de los agresores, confundidos entre las numerosas personas que ya en estos momentos se habían congregado frente al edificio.
Para los directivos de LA PRENSA no hubo dudas, por lo cual afirmaron que necesitaban poner bien en claro que todos los rufianes que participaron en el atraco, directa e indirectamente, eran choferes de oficio y miembros de uno de los sindicatos de su gremio, perteneciente a la CTM, dato que indicaba claramente de dónde había venido la agresión y quién había sido su inspirador.
LA PRENSA CUMPLIRÍA CON SU DEBER DE INFORMAR
Uno de los elementos esenciales en este caso fue el del público, a quien LA PRENSA se debía, e intentó mantenerlo enterado sobre la supuesta actuación del señor Lombardo Toledano. De acuerdo con la opinión de “El diario ilustrado de la mañana”, el licenciado Lombardo Toledano hacía público en sus mítines y asambleas el no reconocer límites para hacer acallar la voz de los periódicos independientes, con el sabido estribillo de ser instrumentos de la “reacción”. Cabe recordar que en ese entonces, el periódico oficial del proletariado era El Popular, periódico obrero vinculado a la CTM.
Para ese momento, LA PRENSA consideraba al líder obrero un comunista que se alineaba al modo soviético y le tenía animadversión. De este modo, no cejaba en señalar cierto “clamor nacional” de las monstruosidades que el nefasto líder viene cometiendo. Así pues, el que sería en el futuro “El diario de las mayorías” daba a conocer, según su criterio, las supuestas tropelías que en el campo político y social cometía Lombardo Toledano y, sobre todo, enaltecía la consciente y cívica valentía que caracterizaba a los dirigentes y el personal de la cooperativa contra “las maquinaciones y desmanes del líder máximo cetemista".
CON EL SELLO DEL TERROR: INDIGNO ATENTADO CONTRA LA PRENSA
México, publicó Luis Novaro, no podrá ser jamás un pueblo de esclavos ni de eunucos sometidos a cualquier tiranía...
Para los dueños de los periódicos, hasta cierto punto que se llamaban independientes, no parecía nada extraño el hecho de que Vicente Lombardo Toledano hubiera concebido, de acuerdo con sus propias palabras “ese plan tan vulgar”, tan sólo “con el estúpido propósito de amedrentarnos”.
Cabe recordar, como se ha señalado, que en aquellos años de la década de los años cuarenta, hablar de comunismo y comunistas era peor que hablar de la Segunda Guerra Mundial, que ya comenzaba a desestabilizar a la civilización de entonces.
Así pues, desde la redacción del periódico se afirmó: “Aún cuando de antemano sabemos que negará su intervención en el cobarde atraco de que fue víctima nuestro gerente, puede estar seguro él y todos los hombres corrompidos, nocivos y atrabiliarios que supongan que ese es el camino para hacer callar a LA PRENSA, que están rotundamente equivocados, pues ninguna circunstancia -incluyendo la eliminación por medios arteros de alguno de los dirigentes del periódico- hará variar su línea de conducta, que responde exclusivamente al sentimiento popular y la defensa de todas las clases sociales a que estamos consagrados…”.
Los dirigentes de la cooperativa pensaban de sí mismos (y aquí es válido pensar si pensaban en todos y cada uno de los agremiados o sólo en los “altos mandos”) “como un grupo compacto de hombres libres y trabajadores, honrados, sin influencias, ni consignas que sabrán, en su turno, y en todo momento seguir tremolando la bandera de la libertad del pensamiento, cuya asta está situada en el mismo edificio donde se consumó la primera agresión, de las que posiblemente tenga preparadas el señor Lombardo Toledano”.
DETALLES DE LA AGRESIÓN
Durante los días posteriores al ataque -en el que nadie resultó lesionado de gravedad-, a través de las páginas de LA PRENSA se dieron a conocer detalles sobre la cobarde felonía, perpetrada contra Luis Novaro, por parte de un grupo de individuos que lo asaltaron frente a las oficinas del periódico, sito en la calle de Humboldt número 15.
Al salir Novaro del edificio con dirección a su coche -llevando en las manos una botella con medicina y unos periódicos-, se acercaron varios sujetos, de los cuales uno -bajo de cuerpo- le dijo que iban a pedir una rectificación relacionada con las informaciones que se habían publicado últimamente acerca del licenciado Lombardo Toledano. Contestó Luis Novaro que él se retiraba en ese preciso momento rumbo a su domicilio, pero que en la planta alta del edificio se encontraba el jefe de redacción con quién podía tratar el asunto.
“ES CON USTED...”
El mismo individuo exclamó: “No, si es con usted...”, al mismo tiempo que tiró un golpe en la cara del señor Novaro -que por llevar lentes trató antes que nada de esquivar la agresión, dando unos pasos hacia atrás-. Otro de aquellos tipos, de manera artera, logró alcanzar el cuerpo del gerente y, entonces, el primero de los atacantes tiró un segundo golpe a Novaro, quien ya para entonces procuraba defenderse de la mejor manera posible, ayudado del contador Cipriano Santos, quien recibió también algunos golpes.
Tras este primer grupo de agresores, aparecieron otros sujetos que, diciéndose policías, únicamente se dedicaron a proteger la fuga de sus compañeros.
¡AGENTES DE LA POLICÍA!
Aquellos individuos más tarde se habrían identificado con los nombres de Ricardo González Rico, Jesús Aldrete Mercado y José Luviano Parrodi, quienes portaban credenciales de agentes auxiliares de la policía, así como placas de jefes de grupo. Posteriormente, se supo que unos y otros eran miembros de un sindicato de choferes con oficinas en las calles de Leandro Valle, y lo que más llamó la atención fue que entre los que huyeron se encontraba el propio Armando Leal, quien ocupaba uno de los puestos directivos de esa organización.
TRATABAN A SU VEZ DE HUIR
Cuando los individuos que se hicieron pasar como policías vieron que se aproximaban los motociclistas de patrullas 11, Roberto Ramos Luna, y 12, Agustín Higuera Cano, pretendieron huir a bordo de un automóvil que los esperaba a corta distancia, pero fueron detenidos y llevados a la Sexta Delegación, donde trataron de hacer creer que casualmente pasaban por la calle de Humboldt cuando ocurrió el incidente.
"TÁCTICA DE LUCHA" DEL DIRIGENTE CETEMISTA
Era necesario hacer del dominio público en qué forma quedaban expuestos los periodistas independientes a atracos semejantes que tengan peores consecuencias
En todo momento, de acuerdo con lo reportado por El Diario de las Mayorías, los supuestos agentes se cuidaron de inculparse, por lo cual se limitaron a declarar que su intención había sido la de actuar como lo hubiera hecho cualquier elemento; sin embargo, se les reprochó que lo primero que debieron hacer fue detener a los agresores, no obstante, éstos encontraron en aquellos protección para huir.
En la Sexta Delegación, por su parte, el jefe de la oficina -como era una costumbre arraigada- se encontraba ausente, por lo cual un empleado dispuso que los detenidos pasaran a jurisdicción del juez calificador, quien a su vez ordenó que quedaran libres mediante el pago de una multa.
YA HABÍA SIDO AMENAZADO
En el acta que posteriormente se redactó en la Sexta Oficina del Ministerio Público, el señor Luis Novaro hizo constar que, con anterioridad y en repetidas ocasiones, se le amenazó, aunque anónimamente, por lo que no le dio mayor importancia. Pero dados los hechos tras el incidente, pidió que se tomara nota, pues a su consideración, tratarían de repetir los atentados.
CARTA DEL GERENTE DE LA PRENSA
La indignación de Luis Novaro, gerente general de la cooperativa, fue grande, a tal punto que dirigió la una carta a los directores de los demás diarios capitalinos para que hicieran réplica de lo acontecido:
Muy estimado y fino amigo:
Solamente para protestar por la cobarde agresión a un periodista, consumada por una veintena de individuos -que seguramente obedecían una consigna-, suplico a usted se sirva ordenar la publicación de las siguientes líneas:
Ayer sábado, poco después de las 2 de la tarde, al abandonar mis oficinas del periódico La Prensa y a unos cuantos metros de distancia del edificio, cuando me disponía a subir a un automóvil fui abordado por un individuo, bajo de cuerpo y de complexión robusta, totalmente desconocido para mí, que en tono tranquilo me manifestó que deseaba que el periódico hiciera algunas rectificaciones sobre publicaciones hechas en días previos, que se referían al licenciado Vicente Lombardo Toledano y los ferrocarrileros.
Dije al desconocido que pasara a las oficinas en donde encontraría al jefe de redacción y lo atendería. Ya me disponía a subir al auto cuando a mi espalda oí que el mismo individuo decía: "No, si la rectificación queremos que usted la haga"; y al volver la cabeza vi que se arrojaba furioso sobre mí, dándome algunos golpes a la vez que otros individuos que lo acompañaban y que se habían conservado a cierta distancia me agredieron en igual forma.
En total eran siete u ocho individuos. Yo me encontraba inerme con los lentes puestos y con ambas manos ocupadas con unos paquetes. Lo intempestivo de la agresión hizo imposible cualquier defensa, aunque creo que hubiera sido inútil ante el número de agresores, quienes, por otra parte, ante las personas que en esos momentos se habían congregado en el sitio de los hechos se concretaron a mostrar credenciales y placas de policías preguntando en qué podían servir mientras que de hecho protegían la fuga del principal agresor.
Ahora bien, lo ocurrido no pasó inadvertido para algunos compañeros que se encontraban a las puertas de LA PRENSA, quienes acudieron en mi auxilio sin poder detener a los principales agresores, debido precisamente a que fueron entretenidos en distintas formas por quienes portaban las credenciales de policías auxiliares. Mientras tanto, a bordo de dos automóviles que a cierta distancia los esperaban, huyeron los agresores dejando solamente a quienes se encargaron de proteger su huida.
Por otra parte, LA PRENSA -que no tiene compromisos con nadie-, efectivamente ha venido dando informaciones verídicas, pero que seguramente no son del agrado del supremo mandón de la CTM, el culto, estimado y seráfico señor Lombardo Toledano, y ahí la circunstancia de que los agresores, además de haber lucido la amenaza de que la agresión partía como consecuencia de los ataques al señor Lombardo Toledano, pertenecen, cuando menos los detenidos presentados ante las autoridades, a ese grupo [...] y todos ellos son choferes de los capitaneados por Lombardo, al menos los que portaban placas y credenciales de policías, así como sus carnets sindicales.
VICENTE LOMBARDO TOLEDANO RESPONDE A LA PRENSA
“No te vayas, mi contestación te está faltando...”
Dificultosa resultaba realizar una entrevista periodística a Vicente Lombardo. La suerte de los reporteros era la de la penuria y la fatiga para conseguir una frase preciosa.
“No obstante, señaló el redactor de LA PRENSA, cuando su particular interés le permite algún ocio, no espera la interrogación del reportero para responder a la entrevista. Se anticipa a ella y habla generalmente en tono de clown, no siempre feliz por cierto”.
De tal suerte, el 5 de febrero de 1940, el licenciado Lombardo brindó algunas declaraciones antes de que se le cuestionara. Y, tal como se publicó: “una salida de payaso ínfimo para eludir lo serio de la cuestión. De igual manera que cuando lo desafío Morones lo remitió a Cantinflas, así ahora en vez de la contestación seria, habló de cucarachas”.
En sus oficinas, Lombardo se hacía acompañar por un grupo de sus cercanos y, para escarnio de la justicia y de la sociedad, entre ellos estaba Armando Leal, quien habría tomado parte en el asalto perpetrado en el edificio de LA PRENSA. Leal hacía gala de su hazaña, en tanto que uno de los amanuenses de Toledano entregaba a los periodistas la graciosa respuesta de éste a una pregunta que no le habían hecho y que decía así:
“Ayer en la noche me enteré del incidente. Mi única declaración es ésta: soy socialista; nunca he sido terrorista y menos aun perseguidor de cucarachas.- México, D.F., 5 de febrero de 1940.-V. Lombardo Toledano.” (Firmado)
HABLAN LOS AMIGOS DE TOLEDANO
Por su parte, el grupo que formaba el comité de la CTM y que se ufanaba de representar a los trabajadores de México entregó también a los reporteros un boletín, en el cual continuaban las amenazas:
“A los líderes de la de la organización obrera nos deben los propietarios y directores de ciertos órganos periodísticos, que, amparados en la libertad de imprenta y en la expresión de pensamiento, siguen cometiendo delitos todos los días en contra de la reputación de las personas, además del delito de incitar a una sedición contra el régimen revolucionario, el privilegio de seguir explotando sus asquerosos negocios, porque solo debido a nuestras constantes recomendaciones privadas y públicas de serenidad ante la ola de cieno que vuelcan contra las instituciones revolucionarias y contra los hombres que las encarnan, los trabajadores se han abstenido hasta hoy de emplear la violencia para acabar con esos focos de corrupción pública, que envenenan la conciencia del pueblo con el fin de que México vuelva a la época de la tiranía de un grupo de ricos, lacayos del extranjero”.
PLIEGO ACLARATORIO
Aunado a aquellas palabras, se hizo llegar directamente a la redacción de LA PRENSA un pliego, en el cual algunos miembros de la CTM decían:
1.- La responsabilidad del incidente ocurrido el sábado último a las puertas de LA PRENSA, así como de los posteriores hechos lamentables que pudieron suceder, recae no sobre los trabajadores que en este caso no han hecho sino expresar una justa indignación, sino contra los empresarios de los periódicos mercantilistas que, sin escrúpulos, y sin ningún respeto a la ley han convertido la libertad de prensa garantizada por el gobierno revolucionario en el más desenfrenado libertinaje.
2.- La conducta del gerente de LA PRENSA y de la totalidad de los periódicos mercantilistas no puede ser defendida en nombre de la libertad de prensa. La bandera de esta libertad pertenece al pueblo y a los periodistas honestos que le sirven con lealtad, no a los traficantes que han hecho de ella un instrumento de lucha ilegal contra las conquistas populares y la integridad nacional.
Por estas razones, el incidente que mencionamos no implica de ningún modo un atentado a la libertad de prensa, descubre eso sí, cuáles son las perniciosas consecuencias a las que conduce el uso inmoderado de esa libertad están haciendo los órganos periodísticos enemigos del pueblo.
3.- Condenamos con energía la maniobra de los periódicos mercantilistas que consiste en querer aprovechar el incidente para una nueva campaña procaz y calumniosa contra el movimiento obrero y, principalmente, contra la personalidad del licenciado Vicente Lombardo Toledano, secretario general de la CTM.