/ viernes 13 de agosto de 2021

Diego Santoy, el asesino de Cumbres

Los acechó llegada la madrugada, entró a la casa de su exnovia, la acuchilló y con dolo dio muerte a dos infantes; fue detenido en plena fuga

Diego daba vueltas de un lado a otro de su habitación. Los pensamientos inundaban su cabeza y eso lo tenían muy dubitativo y atribulado. La zozobra se apoderó de él, desde que Érika, su exnovia, lo cortó. Y, aunque había intentado varias veces convencerla para que volvieran, ella no cedió. Le dijo que no insistiera porque ya estaba saliendo con otro chico y mejor sería que se olvidaran de lo que hubo entre ellos.

Los días pasaban y la situación lo hundía cada vez más en la desesperación. Lidiaba con una fuerza que envenenaba su interior, que no le permitía aceptar que Érika ya no quería estar a su lado. Y aunque los pensamientos lo abrumaban todo el tiempo, algo tramaba, y no se pensaba quedar de brazos cruzados.

Amor intenso

Érika Peña Coss y Diego Santoy se conocieron en el año 2004, durante la fiesta de una compañera mutua de la universidad. Algunos amigos los presentaron y sus primeras miradas y palabras las cruzaron al ritmo de la música y entonces, se gustaron y sintieron atraídos. Aquella noche bailaron juntos, se rieron, conversaron y surgió el flechazo. Intercambiaron teléfonos y no pasó mucho tiempo para que salieran, primero como amigos, pero en breve, se hicieron novios.

Un amor intenso nació entre los dos, sólo faltó que lo sellaran como aquellos romances muy remotos, en que los amantes se juraban fidelidad mediante un pacto de sangre.

Sin embargo, a las pocas semanas de novios, Érika se comenzó a sentir incómoda porque Diego era muy celoso y posesivo, le armaba desplantes en público y de los arrumacos pasaron a las peleas, las cuales se tornaron cada vez, más constantes y violentas.

Fue así, como el romance de los jóvenes cayó en una lógica destructiva, rompían, se ofendían y lastimaban luego regresaban y continuaban, creían que podían sacar adelante su relación, pero sin saberlo sólo alimentaban la farsa.

Después de dos años de relación tormentosa, Érika decidió terminar definitivamente con Diego. Cuando se lo dijo, lo hizo muy convencida de la decisión que había tomado y el joven sintió que se moría. No lo podía creer y mucho menos lo aceptaba. Entonces la encaró y le dijo que su relación no podía acabar y que lucharía para volver a conquistarla.

Aunque Érika pidió a Diego que no la buscara más, éste no hizo caso y llegó al grado de acosarla y molestarla todo el tiempo, pero ella se mantuvo firme, pues sabía que su amor ya era cenizas.

Diego estaba cansado de estar preso en una agonía constante, quería distraerse un poco y se le ocurrió llamar a su mejor amigo, Humberto Leal, para invitarlo a cenar a su casa. Cuando se lo propuso, éste aceptó y horas más tarde, acudió a la cita pactada.

Por la noche, los dos jóvenes pasaron algunas horas muy a gusto, conversaron, comieron algunos bocadillos, bromearon y hasta brindaron con cerveza. Sin excesos, de verdad lo estaban disfrutando. Sin embargo, todo iba bien hasta que salió en la plática el tema de su rompimiento con Érika. Diego contó a su amigo detalles de la situación y conforme fue sumergiéndose en la conversación, perdió el control. Cayó de nuevo en ese maldito océano tormentoso de dudas y tristeza. Entonces guiado por la sinrazón, pidió a Humberto que lo llevara a casa de su exnovia, éste le dijo que se tranquilizara, que pensara bien las cosas y mejor sería que se olvidara de ella para siempre.

Pero Diego no entendía de razones y de forma repentina, mientras su amigo trataba de calmarlo, él tomó una mochila con varias herramientas y amenazó a Humberto: -Si eres mi amigo, demuéstramelo y llévame a casa de Érika. –El joven no tuvo opción, así que salieron de la casa, subieron al auto y tomaron camino hacia el domicilio de Érika.

A bordo del coche, Humberto preguntó a Diego qué pensaba hacer, éste contestó que necesitaba hablar con su exnovia, que sólo quería hacer las paces con ella y quedar como amigos. Su amigo le creyó.

Era de madrugada cuando Humberto dejó a Diego ante las puertas del domicilio y le dio una última recomendación: -No vayas a hacer ninguna pendejada. Suerte, mañana me avisas cómo te fue. –Arrancó el auto y se marchó.

¡Asesinó sin piedad a los hermanitos de su exnovia!

Diego se colocó la mochila en las espaldas y sin dudarlo, se brincó la barda. Al interior, se colocó un pasamontaña para no ser reconocido. En la sala de la casa, con unas pinzas cortó los cables del teléfono y los cordones de unas persianas. Al ver que nadie se había percatado de su presencia, para calmar sus nervios encendió un cigarro mientras hacía un recorrido por la planta baja. En un reloj de pared, observó la hora, eran las 5:10 horas.

Sin perder más tiempo, subió a la habitación de Érika, entro muy cauteloso, la miró como dormía y con voz muy baja la despertó: -Érika, no te asustes, no grites, soy yo, Diego. No vine a pelear, sólo a arreglar las cosas, es que tú no me has dado la oportunidad de hablar… -La molestia de Érika por su presencia fue más que evidente y le pidió que se fuera, antes de que despertara a todos. Diego le pidió que se calmara y propuso que bajaran a la cocina para poder platicar.

Cuando estuvieron ahí, continuaron discutiendo y de pronto los sorprendió Erik, el hermano pequeño de Érika, quien bajó de su habitación porque se había orinado en la cama y se dirigía al cuarto donde estaba la lavadora, justo a un costado de la cocina.

Presa del miedo, Diego tomó un cuchillo y sin pensarlo, atacó al niño y le propinó varias puñaladas en su frágil cuerpo. Erik trató de resistirse y huir, pero Santoy corrió detrás de él y le asestó varias cuchilladas más en el cuello y la espalda. En segundos, el pequeño cayó al suelo inerte. Luego lo cubrió con una cobija y colocó su cuerpo sobre un colchón que estaba en el cuarto de lavado.

Pocos minutos después, Catalina Bautista, la nana, se despertó, bajó de su cuarto y se condujo al sanitario a la planta baja, después, al dirigirse hacia la cocina, Santoy la interceptó y amagó con una pistola, le tapó la boca y le dijo que no intentara gritar ni hacer nada, porque si no la iba a matar y la llevó al baño, donde le amarró las manos y la amordazó con cinta canela.



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La otra escena del crimen

“Podrías pasar más de 50 años en la cárcel”. Eso dijo su abogado defensor a Diego Santoy, antes de que tomara su caso la litigante Silvia Raquenel Villanueva. Por ello, al verse perdido, en su primera declaración el joven inculpó a Érika con todo. Narró ante las autoridades que fue su exnovia, quien acuchilló al pequeño Erik, pues odiaba y guardaba mucho resentimiento contra su madre y hermanitos, ya que se tenía que hacer cargo de ellos, porque la señora Teresa Coss siempre andaba de viaje por cuestiones de trabajo o de paseo con su novio. Relató que cuando estaban en la cocina y bajó su hermano, ella le dio un golpe al niño en la cabeza, tomó un cuchillo y le dijo: “Si me quieres, mátalo”, pero como no lo hizo, le dio varias puñaladas hasta matarlo.

Respecto a la hermanita, Santoy relató lo siguiente: -Cuando su María Fernanda bajó, Érika la llamó y le dijo: “Ven princesa, te voy a enseñar un nuevo juego, pero tienes que hacerle como los perritos”, entonces le pasó una cuerda por el cuello, una de las que corté de las persianas, y comenzó a estirarla hasta que la niña dejó de moverse y respirar. Después me pidió que escondiera su cuerpo dentro del clóset de su madre, entre sus ropas.

El acusado contó también que se percataron cuando Linda Marente, la asistente de su exsuegra llegó a la casa, como lo hacía de forma usual para trabajar y se dirigió a su oficina, ubicada al fondo del patio trasero, sin percatarse de nada.

Por último, Santoy aceptó que después de golpear a Érika la ayudó y llevó al cuarto de su madre, donde la acostó en la cama, y fue ahí, que ella le pidió que se deshiciera de Caty, él, muy obediente, sometió a la nana, la metió en la cajuela del coche y escapó.

Exnovia desmiente pato de muerte

Érika, aún en el hospital convaleciente, escribió una carta dirigida a las autoridades, donde contradijo la versión de Diego Santoy sobre un supuesto pacto de muerte entre los dos, además de refutar todo lo declarado por él, ante las autoridades. De su puño y letra, escribió lo siguiente:

“Yo me levanté en la mañana y al entrar al cuarto de mi mamá, apareció Diego Santoy detrás de la puerta con un pasamontañas y cinta en los zapatos, me tapó la boca y me dio martillazos en la parte trasera de la cabeza hasta dejarme inconsciente en el suelo.

»Me dijo que había matado a mis hermanos y a la muchacha, y que él había tomado un exceso de drogas y que le quedaba poco tiempo de vida, se recostó a un lado mío y me pidió que lo dejara morir a mi lado. Pasó aproximadamente media hora y él no mostraba señal alguna de que fuera a morir, yo le dije: «creo que lo que te tomaste no funcionará», y me dijo: «vamos a dar un paseo», yo le dije que no quería y que realmente no podía ponerme de pie, y que como quiera, yo quería ver a mis hermanitos.

“Él se puso de pie, me dio su navaja y me dijo: «mátame». Yo le dije que no y él me dijo: «entonces yo te voy a matar a ti». Yo le rogué que no lo hiciera, que mi mamá se iba a poner muy triste, él me dijo que lo sentía mucho, pero que él y yo estábamos destinados y que me iba a matar y que luego me alcanzaba, que se iba a tirar del puente atirantado, yo le dije que «yo ni muerta» me iba con él y dijo que si no iba a estar con él, entonces no iba a estar con nadie, y me encajó su navaja en el cuello aproximadamente tres veces.

“Tardé mucho en desangrarme y él parecía tener prisa, me pisó el cuello y navajeó el pulmón para que muriera más rápido y yo fingí no respirar y esperé a que se fuera. Escuché el ruido de la puerta, y con la poca fuerza que me quedaba, me puse de pie, pero en ese momento sentí un golpe en la nuca que me regresó al suelo. Obviamente Diego, asegurando un buen trabajo, fingí convulsiones y me quedé inmóvil, esperé en el suelo unos cinco minutos sin moverme y me volví a poner de pie; Diego ya se había ido”.

Cazaron a infanticida en plena fuga

Con dos vidas a cuestas, Diego Santoy escapó de la ciudad de Monterrey. Por todo el país ya se conocía sobre la terrible tragedia ocurrida en la colonia Cumbres, en Nuevo León. Sabía que la policía estaba tras de él y desesperado llamó a su madre:

-Hola. Mamá. Estoy bien, no te preocupes, pero necesito que me deposites dinero para cubrir mis gastos. -¿Qué hiciste Diego? ¿Qué fue lo que pasó en casa de Érika? Dime que tú no mataste a nadie. –Yo no hice nada mamá, te lo juro. Ahora no puedo contarte nada, pero estoy en Zacatecas. Voy a contactar a Mauricio para que me ayude a escapar del país. –Pero, hijo, si no hiciste nada por qué tienes que huir? –Porque la policía no lo va a entender y no quiero ir a la cárcel. Tengo que colgar, pero te llamaré en cuanto pueda.

Diego Santoy continuó su huida hacia el estado de Guadalajara y después a Querétaro, donde se hospedó par de días en un hotelucho de paso para no despertar sospechas. Luego se comunicó por teléfono con su hermano Mauricio, ambos pactaron encontrarse en la Ciudad de México, para planear bien su fuga por la frontera sur. Por la tarde, en su cuarto de hotel, un noticiero daba la nota: “Sobre el terrible crimen cometido contra dos menores de edad, en la colonia Cumbres, en Monterrey, Nuevo León, el gobierno mexicano y la Interpol han girado una ficha roja para detener al joven Diego Santoy Riveroll, presunto responsable de asesinar a los niños Erik y María Fernanda Peña Coss”. El joven apagó el televisor y temeroso se enterró debajo de las cobijas de la cama.

Al siguiente día, Diego y Mauricio se vieron en la Ciudad de México, ahí abordaron un autobús por la noche hacia Salina Cruz, Oaxaca, donde pensaban tomar otro con destino a Tapachula, Chiapas y por fin, brincar la frontera para escapar por Guatemala.

6 de marzo de 2006

Al llegar a Salina Cruz, los jóvenes compraron sus boletos para la corrida de las 10:40 de la mañana, con destino a Tapachula. Cuando el autobús estaba a punto de partir, agentes de la Policía Federal Preventiva subieron a la unidad para hacer una revisión de rutina. Uno de los elementos grababa con una videocámara a los pasajeros y al llegar a los asientos de los jóvenes, algo le pareció sospechoso en ellos. Entonces pidió a Diego que se quitara la gorra que llevaba puesta y les pidieron que bajaran del autobús. Abajo les hicieron varias preguntas mientras corroboraban en la base de datos los rostros de las personas buscadas en ese momento.

En efecto, en el archivo digital de la policía aparecía el rostro de Diego Santoy, quien en ese momento había dado un nombre falso y eso despertó más sospechas, así que los llevaron detenidos y minutos más tarde, no hubo ninguna duda, uno de los jóvenes aprehendidos era Diego Santoy Riveroll, buscado por doble homicidio.

7 de marzo

La Policía Federal Preventiva trasladó a Diego y Mauricio Santoy a la Ciudad de México, donde permanecieron ese día en las instalaciones de la Policía Federal de Investigaciones. Aquella noche, en todos los noticieros, acaparaba los espacios televisivos la nota sobre su captura en el estado de Oaxaca. La población se encontraba consternada por la forma en que se dijo, habían dado muerte a esos dos pequeños regiomontanos.

A la mañana siguiente, Diego y su hermano fueron puestos en un avión con destino la ciudad de Monterrey, Nuevo León, a donde llegaron para rendir sus primeras declaraciones ante el Ministerio Público, en las instalaciones de la Policía Ministerial. Al área de Homicidios, decenas de periodistas de todo el país, e incluso de medios internacionales, se dieron cita para recabar hasta los más mínimos detalles del caso.

Después de cumplir con algunos trámites ante las autoridades, cuando las manecillas del reloj apuntaron las 8:50 de la noche, Diego fue trasladado a un domicilio de arraigo, a cargo de la autoridad judicial. Al día siguiente, Santoy rindió su declaración ante el MP y fue interrogado por más de 16 horas.

Durante esos exhaustivos cuestionamientos, Diego Santoy Riveroll aceptó dar muerte a los hermanitos María Fernanda y Erik Peña Coss, además de intentar matar a su exnovia, Érika, asestándole varias cuchilladas en cuello y espalda. También se le realizaron varias pruebas toxicológicas, para conocer si la mañana de los trágicos hechos había consumido algún tipo de estupefaciente, pero los resultados salieron limpios, sólo unos grados muy bajos de alcohol por el par de cervezas que tomó, la noche previa con su amigo Humberto.

El día 9 de marzo, el homicida confeso fue recluido en el penal de Cadereyta, junto con su hermano Mauricio, a quien se le acusaba de encubrimiento.

Dos días después, Érika Peña Coss fue dada de alta del hospital, donde estuvo internada debido a las heridas que le propinó su exnovio, Diego.

¡Cobarde, me atacaste por la espalda!

Con el agua hasta el cuello y las cosas muy complicadas para la familia Santoy Riveroll, decidieron contratar a la abogada Silvia Raquenel Villanueva Fraustro, una controvertida litigante por llevar las defensas de varios narcotraficantes del Cártel del Golfo. Varios periódicos de la ciudad de Monterrey comentaban: “La abogada del narco defenderá a ‘El Asesino de Cumbres’”, como ya habían apodado a Diego Santoy. Por otra parte, Érika dio su versión de los hechos a las autoridades. En su declaración ministerial, señaló que su exnovio cometió el crimen en venganza porque ella ya no quería andar con él. Dijo estar cansada de su acoso y que aquella mañana asesinó sin piedad a sus hermanitos. Negó tener responsabilidad en el doble homicidio y cuando intentó pedir ayuda, Diego la atacó a cuchilladas.

Careo entre Érika y Diego

Después de varios meses de proceso, Érika y Diego se volvieron a ver las caras durante un careo muy intenso y controvertido, pues los jóvenes se acusaron de forma mutua, el presunto asesino, a través de las rejas la increpó a la cara: - La que está mintiendo eres tú, y ya me cansé de tener que quedarme así, yo no me voy a pasar el resto de mi vida marcado porque no quieres aceptar lo que tú hiciste… –Ella lo interrumpió: -Deja de mentir Diego, tú bien sabes que los mataste. ¡Estás enfermo y me das lástima! ¡Ojalá, Dios te perdone!}

Pero el procesado tenía más cosas que contar, el joven recalcó que había sostenido relaciones sexuales con la señora Teresa Coss, su exsuegra. Detalló que ella lo provocaba y lo amenazó con decírselo a Érika, si él se atrevía a contarle algo.

No obstante, la señora Teresa Coss negó de manera rotunda haberse acostado con él y lo responsabilizó de ser el único asesino de sus pequeños hijos, María Fernanda y Erick. Por su parte, Erika sólo demostró desprecio por el hombre que un día fue el amor de su vida.

Ejecutaron a la abogada Silvia Raquenel

Era mediodía, en el mercado de la Pulga Río el movimiento era intenso, decenas de personas abarrotaban los pasillos y parecía un día normal. Silvia acudió a ese sitio a realizar algunas compras. Mientras caminaba por uno de los pasillos, varios sujetos armados, se le aproximaron por la espalda y abrieron fuego en su contra. Ella se desplomó al instante y su cuerpo todavía se retorcía en el suelo debido a los impactos de grueso calibre que recibía. Los agresores huyeron a toda prisa ayudados por el caos y la histeria de clientes y comerciantes. El crimen de la abogada nunca fue esclarecido, sólo se supo que ya había sobrevivido a cuatro atentados más, los cuales, se dijo, fueron represalias en su contra por defender a varios narcotraficantes del país.

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Sentencia

La sentencia condenatoria contra “El Asesino de Cumbres” se dio hasta finales del año 2010. En el penal de Topo Chico, Diego Santoy escuchó la resolución sobre su caso. El juez en materia lo procesó y sentenció por cinco delitos: “homicidio calificado contra Érick Azur Peña Coss, homicidio en grado de tentativa contra María Fernanda Peña Coss, tentativa de muerte contra Erika Peña Coss; privación ilegal de la libertad, en carácter de secuestro contra Catalina Bautista y por robo”. Por estos ilícitos, el joven homicida recibió una sentencia de 137 años y seis meses, así como el pago de una indemnización de 300 mil pesos por daños contra su exnovia Erika Peña. Sin embargo, por ley, a Diego Santoy sólo se le condenó a pasar 40 años en prisión, la pena máxima en el Estado de Nuevo León.

Desgarrador caso estremeció a la sociedad

El caso del asesinato de los hermanitos Peña Coss desató tanta polémica, que un grupo de mujeres formó un club de admiradoras que creían en la inocencia de Diego Santoy; en el año 2009, el joven contrajo matrimonio con una de ellas y posteriormente, procrearon un hijo.

A lo largo de estos 15 años, Diego Santoy ha mostrado buen comportamiento dentro de la cárcel. Concluyó sus estudios en ingeniería y ha realizado varias actividades en beneficio de los demás reos. Según reportes de las autoridades carcelarias, el señor Santoy Riveroll nunca ha dado problemas y hasta la fecha, se ha comportado de forma ejemplar.

En una entrevista que ofreció hace dos años, el recluso señaló: “espero con ansias el día que recupere mi libertad para disfrutar de mi familia, y de todo aquello de lo que me encuentro privado por el momento”.

A 14 años de la tragedia, reabren caso

A pesar de que las autoridades cerraron el caso con una sentencia contra Diego Santoy, hubo algunas irregularidades en el juicio y aún hay muchas preguntas, que, con el paso del tiempo, siguen nubladas.

Tan es así, que hace unos meses, el abogado defensor de Diego Santoy ganó un amparo con el que logró anular la sentencia, ya que los ministros del Tribunal Colegiado señalaron que en el proceso realizado hace 15 años, se cometieron varias irregularidades. Por ello, ordenaron que se realizaran de nueva cuenta los careos entre Diego Santoy Riveroll con Érika, su hermana Azura y su madre Teresa Coss. La cita para estas diligencias se fecharon para el 28 de febrero pasado, pero los integrantes de la familia Peña Coss no se presentaron. En su lugar acudieron sus abogados, tres litigantes, quienes no quisieron dar declaraciones a los medios de comunicación.

Así que el caso del doble infanticidio cometido contra los hermanitos María Fernanda y Erik Peña Coss, en la colonia Cumbres, en Monterrey, Nuevo León, no ha terminado. La única certeza sobre este crimen es que conmocionó a todo México por todas las circunstancias que lo rodearon. Es increíble que la relación amorosa que surgió entre dos jóvenes, se degradó hasta terminar en la muerte de dos seres inocentes.

Sobre la certeza de cómo sucedieron los grotescos hechos, jamás lo sabremos, sólo Diego Santoy Riveroll y Érika Peña Coss saben con precisión, lo que pasó aquella mañana del 2 de marzo del 2006.

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Diego daba vueltas de un lado a otro de su habitación. Los pensamientos inundaban su cabeza y eso lo tenían muy dubitativo y atribulado. La zozobra se apoderó de él, desde que Érika, su exnovia, lo cortó. Y, aunque había intentado varias veces convencerla para que volvieran, ella no cedió. Le dijo que no insistiera porque ya estaba saliendo con otro chico y mejor sería que se olvidaran de lo que hubo entre ellos.

Los días pasaban y la situación lo hundía cada vez más en la desesperación. Lidiaba con una fuerza que envenenaba su interior, que no le permitía aceptar que Érika ya no quería estar a su lado. Y aunque los pensamientos lo abrumaban todo el tiempo, algo tramaba, y no se pensaba quedar de brazos cruzados.

Amor intenso

Érika Peña Coss y Diego Santoy se conocieron en el año 2004, durante la fiesta de una compañera mutua de la universidad. Algunos amigos los presentaron y sus primeras miradas y palabras las cruzaron al ritmo de la música y entonces, se gustaron y sintieron atraídos. Aquella noche bailaron juntos, se rieron, conversaron y surgió el flechazo. Intercambiaron teléfonos y no pasó mucho tiempo para que salieran, primero como amigos, pero en breve, se hicieron novios.

Un amor intenso nació entre los dos, sólo faltó que lo sellaran como aquellos romances muy remotos, en que los amantes se juraban fidelidad mediante un pacto de sangre.

Sin embargo, a las pocas semanas de novios, Érika se comenzó a sentir incómoda porque Diego era muy celoso y posesivo, le armaba desplantes en público y de los arrumacos pasaron a las peleas, las cuales se tornaron cada vez, más constantes y violentas.

Fue así, como el romance de los jóvenes cayó en una lógica destructiva, rompían, se ofendían y lastimaban luego regresaban y continuaban, creían que podían sacar adelante su relación, pero sin saberlo sólo alimentaban la farsa.

Después de dos años de relación tormentosa, Érika decidió terminar definitivamente con Diego. Cuando se lo dijo, lo hizo muy convencida de la decisión que había tomado y el joven sintió que se moría. No lo podía creer y mucho menos lo aceptaba. Entonces la encaró y le dijo que su relación no podía acabar y que lucharía para volver a conquistarla.

Aunque Érika pidió a Diego que no la buscara más, éste no hizo caso y llegó al grado de acosarla y molestarla todo el tiempo, pero ella se mantuvo firme, pues sabía que su amor ya era cenizas.

Diego estaba cansado de estar preso en una agonía constante, quería distraerse un poco y se le ocurrió llamar a su mejor amigo, Humberto Leal, para invitarlo a cenar a su casa. Cuando se lo propuso, éste aceptó y horas más tarde, acudió a la cita pactada.

Por la noche, los dos jóvenes pasaron algunas horas muy a gusto, conversaron, comieron algunos bocadillos, bromearon y hasta brindaron con cerveza. Sin excesos, de verdad lo estaban disfrutando. Sin embargo, todo iba bien hasta que salió en la plática el tema de su rompimiento con Érika. Diego contó a su amigo detalles de la situación y conforme fue sumergiéndose en la conversación, perdió el control. Cayó de nuevo en ese maldito océano tormentoso de dudas y tristeza. Entonces guiado por la sinrazón, pidió a Humberto que lo llevara a casa de su exnovia, éste le dijo que se tranquilizara, que pensara bien las cosas y mejor sería que se olvidara de ella para siempre.

Pero Diego no entendía de razones y de forma repentina, mientras su amigo trataba de calmarlo, él tomó una mochila con varias herramientas y amenazó a Humberto: -Si eres mi amigo, demuéstramelo y llévame a casa de Érika. –El joven no tuvo opción, así que salieron de la casa, subieron al auto y tomaron camino hacia el domicilio de Érika.

A bordo del coche, Humberto preguntó a Diego qué pensaba hacer, éste contestó que necesitaba hablar con su exnovia, que sólo quería hacer las paces con ella y quedar como amigos. Su amigo le creyó.

Era de madrugada cuando Humberto dejó a Diego ante las puertas del domicilio y le dio una última recomendación: -No vayas a hacer ninguna pendejada. Suerte, mañana me avisas cómo te fue. –Arrancó el auto y se marchó.

¡Asesinó sin piedad a los hermanitos de su exnovia!

Diego se colocó la mochila en las espaldas y sin dudarlo, se brincó la barda. Al interior, se colocó un pasamontaña para no ser reconocido. En la sala de la casa, con unas pinzas cortó los cables del teléfono y los cordones de unas persianas. Al ver que nadie se había percatado de su presencia, para calmar sus nervios encendió un cigarro mientras hacía un recorrido por la planta baja. En un reloj de pared, observó la hora, eran las 5:10 horas.

Sin perder más tiempo, subió a la habitación de Érika, entro muy cauteloso, la miró como dormía y con voz muy baja la despertó: -Érika, no te asustes, no grites, soy yo, Diego. No vine a pelear, sólo a arreglar las cosas, es que tú no me has dado la oportunidad de hablar… -La molestia de Érika por su presencia fue más que evidente y le pidió que se fuera, antes de que despertara a todos. Diego le pidió que se calmara y propuso que bajaran a la cocina para poder platicar.

Cuando estuvieron ahí, continuaron discutiendo y de pronto los sorprendió Erik, el hermano pequeño de Érika, quien bajó de su habitación porque se había orinado en la cama y se dirigía al cuarto donde estaba la lavadora, justo a un costado de la cocina.

Presa del miedo, Diego tomó un cuchillo y sin pensarlo, atacó al niño y le propinó varias puñaladas en su frágil cuerpo. Erik trató de resistirse y huir, pero Santoy corrió detrás de él y le asestó varias cuchilladas más en el cuello y la espalda. En segundos, el pequeño cayó al suelo inerte. Luego lo cubrió con una cobija y colocó su cuerpo sobre un colchón que estaba en el cuarto de lavado.

Pocos minutos después, Catalina Bautista, la nana, se despertó, bajó de su cuarto y se condujo al sanitario a la planta baja, después, al dirigirse hacia la cocina, Santoy la interceptó y amagó con una pistola, le tapó la boca y le dijo que no intentara gritar ni hacer nada, porque si no la iba a matar y la llevó al baño, donde le amarró las manos y la amordazó con cinta canela.



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La otra escena del crimen

“Podrías pasar más de 50 años en la cárcel”. Eso dijo su abogado defensor a Diego Santoy, antes de que tomara su caso la litigante Silvia Raquenel Villanueva. Por ello, al verse perdido, en su primera declaración el joven inculpó a Érika con todo. Narró ante las autoridades que fue su exnovia, quien acuchilló al pequeño Erik, pues odiaba y guardaba mucho resentimiento contra su madre y hermanitos, ya que se tenía que hacer cargo de ellos, porque la señora Teresa Coss siempre andaba de viaje por cuestiones de trabajo o de paseo con su novio. Relató que cuando estaban en la cocina y bajó su hermano, ella le dio un golpe al niño en la cabeza, tomó un cuchillo y le dijo: “Si me quieres, mátalo”, pero como no lo hizo, le dio varias puñaladas hasta matarlo.

Respecto a la hermanita, Santoy relató lo siguiente: -Cuando su María Fernanda bajó, Érika la llamó y le dijo: “Ven princesa, te voy a enseñar un nuevo juego, pero tienes que hacerle como los perritos”, entonces le pasó una cuerda por el cuello, una de las que corté de las persianas, y comenzó a estirarla hasta que la niña dejó de moverse y respirar. Después me pidió que escondiera su cuerpo dentro del clóset de su madre, entre sus ropas.

El acusado contó también que se percataron cuando Linda Marente, la asistente de su exsuegra llegó a la casa, como lo hacía de forma usual para trabajar y se dirigió a su oficina, ubicada al fondo del patio trasero, sin percatarse de nada.

Por último, Santoy aceptó que después de golpear a Érika la ayudó y llevó al cuarto de su madre, donde la acostó en la cama, y fue ahí, que ella le pidió que se deshiciera de Caty, él, muy obediente, sometió a la nana, la metió en la cajuela del coche y escapó.

Exnovia desmiente pato de muerte

Érika, aún en el hospital convaleciente, escribió una carta dirigida a las autoridades, donde contradijo la versión de Diego Santoy sobre un supuesto pacto de muerte entre los dos, además de refutar todo lo declarado por él, ante las autoridades. De su puño y letra, escribió lo siguiente:

“Yo me levanté en la mañana y al entrar al cuarto de mi mamá, apareció Diego Santoy detrás de la puerta con un pasamontañas y cinta en los zapatos, me tapó la boca y me dio martillazos en la parte trasera de la cabeza hasta dejarme inconsciente en el suelo.

»Me dijo que había matado a mis hermanos y a la muchacha, y que él había tomado un exceso de drogas y que le quedaba poco tiempo de vida, se recostó a un lado mío y me pidió que lo dejara morir a mi lado. Pasó aproximadamente media hora y él no mostraba señal alguna de que fuera a morir, yo le dije: «creo que lo que te tomaste no funcionará», y me dijo: «vamos a dar un paseo», yo le dije que no quería y que realmente no podía ponerme de pie, y que como quiera, yo quería ver a mis hermanitos.

“Él se puso de pie, me dio su navaja y me dijo: «mátame». Yo le dije que no y él me dijo: «entonces yo te voy a matar a ti». Yo le rogué que no lo hiciera, que mi mamá se iba a poner muy triste, él me dijo que lo sentía mucho, pero que él y yo estábamos destinados y que me iba a matar y que luego me alcanzaba, que se iba a tirar del puente atirantado, yo le dije que «yo ni muerta» me iba con él y dijo que si no iba a estar con él, entonces no iba a estar con nadie, y me encajó su navaja en el cuello aproximadamente tres veces.

“Tardé mucho en desangrarme y él parecía tener prisa, me pisó el cuello y navajeó el pulmón para que muriera más rápido y yo fingí no respirar y esperé a que se fuera. Escuché el ruido de la puerta, y con la poca fuerza que me quedaba, me puse de pie, pero en ese momento sentí un golpe en la nuca que me regresó al suelo. Obviamente Diego, asegurando un buen trabajo, fingí convulsiones y me quedé inmóvil, esperé en el suelo unos cinco minutos sin moverme y me volví a poner de pie; Diego ya se había ido”.

Cazaron a infanticida en plena fuga

Con dos vidas a cuestas, Diego Santoy escapó de la ciudad de Monterrey. Por todo el país ya se conocía sobre la terrible tragedia ocurrida en la colonia Cumbres, en Nuevo León. Sabía que la policía estaba tras de él y desesperado llamó a su madre:

-Hola. Mamá. Estoy bien, no te preocupes, pero necesito que me deposites dinero para cubrir mis gastos. -¿Qué hiciste Diego? ¿Qué fue lo que pasó en casa de Érika? Dime que tú no mataste a nadie. –Yo no hice nada mamá, te lo juro. Ahora no puedo contarte nada, pero estoy en Zacatecas. Voy a contactar a Mauricio para que me ayude a escapar del país. –Pero, hijo, si no hiciste nada por qué tienes que huir? –Porque la policía no lo va a entender y no quiero ir a la cárcel. Tengo que colgar, pero te llamaré en cuanto pueda.

Diego Santoy continuó su huida hacia el estado de Guadalajara y después a Querétaro, donde se hospedó par de días en un hotelucho de paso para no despertar sospechas. Luego se comunicó por teléfono con su hermano Mauricio, ambos pactaron encontrarse en la Ciudad de México, para planear bien su fuga por la frontera sur. Por la tarde, en su cuarto de hotel, un noticiero daba la nota: “Sobre el terrible crimen cometido contra dos menores de edad, en la colonia Cumbres, en Monterrey, Nuevo León, el gobierno mexicano y la Interpol han girado una ficha roja para detener al joven Diego Santoy Riveroll, presunto responsable de asesinar a los niños Erik y María Fernanda Peña Coss”. El joven apagó el televisor y temeroso se enterró debajo de las cobijas de la cama.

Al siguiente día, Diego y Mauricio se vieron en la Ciudad de México, ahí abordaron un autobús por la noche hacia Salina Cruz, Oaxaca, donde pensaban tomar otro con destino a Tapachula, Chiapas y por fin, brincar la frontera para escapar por Guatemala.

6 de marzo de 2006

Al llegar a Salina Cruz, los jóvenes compraron sus boletos para la corrida de las 10:40 de la mañana, con destino a Tapachula. Cuando el autobús estaba a punto de partir, agentes de la Policía Federal Preventiva subieron a la unidad para hacer una revisión de rutina. Uno de los elementos grababa con una videocámara a los pasajeros y al llegar a los asientos de los jóvenes, algo le pareció sospechoso en ellos. Entonces pidió a Diego que se quitara la gorra que llevaba puesta y les pidieron que bajaran del autobús. Abajo les hicieron varias preguntas mientras corroboraban en la base de datos los rostros de las personas buscadas en ese momento.

En efecto, en el archivo digital de la policía aparecía el rostro de Diego Santoy, quien en ese momento había dado un nombre falso y eso despertó más sospechas, así que los llevaron detenidos y minutos más tarde, no hubo ninguna duda, uno de los jóvenes aprehendidos era Diego Santoy Riveroll, buscado por doble homicidio.

7 de marzo

La Policía Federal Preventiva trasladó a Diego y Mauricio Santoy a la Ciudad de México, donde permanecieron ese día en las instalaciones de la Policía Federal de Investigaciones. Aquella noche, en todos los noticieros, acaparaba los espacios televisivos la nota sobre su captura en el estado de Oaxaca. La población se encontraba consternada por la forma en que se dijo, habían dado muerte a esos dos pequeños regiomontanos.

A la mañana siguiente, Diego y su hermano fueron puestos en un avión con destino la ciudad de Monterrey, Nuevo León, a donde llegaron para rendir sus primeras declaraciones ante el Ministerio Público, en las instalaciones de la Policía Ministerial. Al área de Homicidios, decenas de periodistas de todo el país, e incluso de medios internacionales, se dieron cita para recabar hasta los más mínimos detalles del caso.

Después de cumplir con algunos trámites ante las autoridades, cuando las manecillas del reloj apuntaron las 8:50 de la noche, Diego fue trasladado a un domicilio de arraigo, a cargo de la autoridad judicial. Al día siguiente, Santoy rindió su declaración ante el MP y fue interrogado por más de 16 horas.

Durante esos exhaustivos cuestionamientos, Diego Santoy Riveroll aceptó dar muerte a los hermanitos María Fernanda y Erik Peña Coss, además de intentar matar a su exnovia, Érika, asestándole varias cuchilladas en cuello y espalda. También se le realizaron varias pruebas toxicológicas, para conocer si la mañana de los trágicos hechos había consumido algún tipo de estupefaciente, pero los resultados salieron limpios, sólo unos grados muy bajos de alcohol por el par de cervezas que tomó, la noche previa con su amigo Humberto.

El día 9 de marzo, el homicida confeso fue recluido en el penal de Cadereyta, junto con su hermano Mauricio, a quien se le acusaba de encubrimiento.

Dos días después, Érika Peña Coss fue dada de alta del hospital, donde estuvo internada debido a las heridas que le propinó su exnovio, Diego.

¡Cobarde, me atacaste por la espalda!

Con el agua hasta el cuello y las cosas muy complicadas para la familia Santoy Riveroll, decidieron contratar a la abogada Silvia Raquenel Villanueva Fraustro, una controvertida litigante por llevar las defensas de varios narcotraficantes del Cártel del Golfo. Varios periódicos de la ciudad de Monterrey comentaban: “La abogada del narco defenderá a ‘El Asesino de Cumbres’”, como ya habían apodado a Diego Santoy. Por otra parte, Érika dio su versión de los hechos a las autoridades. En su declaración ministerial, señaló que su exnovio cometió el crimen en venganza porque ella ya no quería andar con él. Dijo estar cansada de su acoso y que aquella mañana asesinó sin piedad a sus hermanitos. Negó tener responsabilidad en el doble homicidio y cuando intentó pedir ayuda, Diego la atacó a cuchilladas.

Careo entre Érika y Diego

Después de varios meses de proceso, Érika y Diego se volvieron a ver las caras durante un careo muy intenso y controvertido, pues los jóvenes se acusaron de forma mutua, el presunto asesino, a través de las rejas la increpó a la cara: - La que está mintiendo eres tú, y ya me cansé de tener que quedarme así, yo no me voy a pasar el resto de mi vida marcado porque no quieres aceptar lo que tú hiciste… –Ella lo interrumpió: -Deja de mentir Diego, tú bien sabes que los mataste. ¡Estás enfermo y me das lástima! ¡Ojalá, Dios te perdone!}

Pero el procesado tenía más cosas que contar, el joven recalcó que había sostenido relaciones sexuales con la señora Teresa Coss, su exsuegra. Detalló que ella lo provocaba y lo amenazó con decírselo a Érika, si él se atrevía a contarle algo.

No obstante, la señora Teresa Coss negó de manera rotunda haberse acostado con él y lo responsabilizó de ser el único asesino de sus pequeños hijos, María Fernanda y Erick. Por su parte, Erika sólo demostró desprecio por el hombre que un día fue el amor de su vida.

Ejecutaron a la abogada Silvia Raquenel

Era mediodía, en el mercado de la Pulga Río el movimiento era intenso, decenas de personas abarrotaban los pasillos y parecía un día normal. Silvia acudió a ese sitio a realizar algunas compras. Mientras caminaba por uno de los pasillos, varios sujetos armados, se le aproximaron por la espalda y abrieron fuego en su contra. Ella se desplomó al instante y su cuerpo todavía se retorcía en el suelo debido a los impactos de grueso calibre que recibía. Los agresores huyeron a toda prisa ayudados por el caos y la histeria de clientes y comerciantes. El crimen de la abogada nunca fue esclarecido, sólo se supo que ya había sobrevivido a cuatro atentados más, los cuales, se dijo, fueron represalias en su contra por defender a varios narcotraficantes del país.

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Sentencia

La sentencia condenatoria contra “El Asesino de Cumbres” se dio hasta finales del año 2010. En el penal de Topo Chico, Diego Santoy escuchó la resolución sobre su caso. El juez en materia lo procesó y sentenció por cinco delitos: “homicidio calificado contra Érick Azur Peña Coss, homicidio en grado de tentativa contra María Fernanda Peña Coss, tentativa de muerte contra Erika Peña Coss; privación ilegal de la libertad, en carácter de secuestro contra Catalina Bautista y por robo”. Por estos ilícitos, el joven homicida recibió una sentencia de 137 años y seis meses, así como el pago de una indemnización de 300 mil pesos por daños contra su exnovia Erika Peña. Sin embargo, por ley, a Diego Santoy sólo se le condenó a pasar 40 años en prisión, la pena máxima en el Estado de Nuevo León.

Desgarrador caso estremeció a la sociedad

El caso del asesinato de los hermanitos Peña Coss desató tanta polémica, que un grupo de mujeres formó un club de admiradoras que creían en la inocencia de Diego Santoy; en el año 2009, el joven contrajo matrimonio con una de ellas y posteriormente, procrearon un hijo.

A lo largo de estos 15 años, Diego Santoy ha mostrado buen comportamiento dentro de la cárcel. Concluyó sus estudios en ingeniería y ha realizado varias actividades en beneficio de los demás reos. Según reportes de las autoridades carcelarias, el señor Santoy Riveroll nunca ha dado problemas y hasta la fecha, se ha comportado de forma ejemplar.

En una entrevista que ofreció hace dos años, el recluso señaló: “espero con ansias el día que recupere mi libertad para disfrutar de mi familia, y de todo aquello de lo que me encuentro privado por el momento”.

A 14 años de la tragedia, reabren caso

A pesar de que las autoridades cerraron el caso con una sentencia contra Diego Santoy, hubo algunas irregularidades en el juicio y aún hay muchas preguntas, que, con el paso del tiempo, siguen nubladas.

Tan es así, que hace unos meses, el abogado defensor de Diego Santoy ganó un amparo con el que logró anular la sentencia, ya que los ministros del Tribunal Colegiado señalaron que en el proceso realizado hace 15 años, se cometieron varias irregularidades. Por ello, ordenaron que se realizaran de nueva cuenta los careos entre Diego Santoy Riveroll con Érika, su hermana Azura y su madre Teresa Coss. La cita para estas diligencias se fecharon para el 28 de febrero pasado, pero los integrantes de la familia Peña Coss no se presentaron. En su lugar acudieron sus abogados, tres litigantes, quienes no quisieron dar declaraciones a los medios de comunicación.

Así que el caso del doble infanticidio cometido contra los hermanitos María Fernanda y Erik Peña Coss, en la colonia Cumbres, en Monterrey, Nuevo León, no ha terminado. La única certeza sobre este crimen es que conmocionó a todo México por todas las circunstancias que lo rodearon. Es increíble que la relación amorosa que surgió entre dos jóvenes, se degradó hasta terminar en la muerte de dos seres inocentes.

Sobre la certeza de cómo sucedieron los grotescos hechos, jamás lo sabremos, sólo Diego Santoy Riveroll y Érika Peña Coss saben con precisión, lo que pasó aquella mañana del 2 de marzo del 2006.

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