David Alfaro Siqueiros, acusado de disolución social y encarcelado en Lecumberri

El artista fue aprehendido y recluido en la cárcel preventiva del Distrito Federal por un grave delito en una trama que atentaba contra la vida de la nación

Carlos Álvarez | La Prensa

  · viernes 20 de agosto de 2021

Foto La Prensa

El 9 de agosto de 1960, agentes de la Policía Judicial detuvieron al dirigente máximo del Partido Comunista Mexicano (PCM), el pintor David Alfaro Siqueiros, quien en ese momento fue señalado como el instigador de las revueltas violentas que se gestaron sobre las calles del Centro Histórico de la capital mexicana.

Cuenta la historia que cuando David Alfaro Siqueiros arribó a su domicilio en la calle Tres Picos 29 junto con su esposa Angélica, se percató de que algo parecía inconsistente con la normalidad a la que estaban habituados, afuera estaban estacionados algunos vehículos ocupados por agentes policiacos. Y, como de algún modo ya vivían con el temor de ser perseguidos, pensaron que se trataba de un atentado, por lo cual decidieron escapar; y, en su huida, sonaron varios balazos.

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De acuerdo con la información que circuló en las ediciones del 10 de agosto, el día previo dirigió desde la distancia a maestros y estudiantes para que arremetieran contra la policía. Y no sólo eso, sino que se dijo que los había dotado de armas y además les había dado una consigna: “Necesitamos un hombre muerto como bandera”.

Por tal motivo, se tuvo que recurrir al uso de la fuerza policiaca motorizada que, de inmediato, se dio a la tarea de aprehender al talentoso pintor, quien al verse rodeado de agentes judiciales opuso “desesperada resistencia”, según escribió el reportero de

El Diario de las Mayorías. Sin embargo, habría que señalar, además, que Siqueiros era un hombre que había participado en la Revolución Mexicana, así como en la Guerra Civil Española, por lo cual, pensar en oponer “desesperada resistencia” a un hombre con la templanza del maestro Siqueiros parecería inverosímil.


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Luego de haber escapado de aquel encuentro en su domicilio, el matrimonio se dirigió a la casa de un muy amigo suyo, el doctor Alvar Carrillo Gil, pero no mucho después, ese mismo día, alrededor de las 22:30 horas, un grupo de policías irrumpió en el domicilio, donde golpeó a un empleado y maltrató al doctor Carrillo Gil, así como a su familia, con la única finalidad de llevarse al muralista destacado del comunismo, David Alfaro Siqueiros.

En su currículo constataba que había viajado a Rusia, China, Cuba y otros tantos países. Asimismo, desde muy temprana juventud se había unido al PCM, aunque durante un largo periodo se mantuvo al margen de la militancia activa, la cual retomó poco antes de su último ingreso a la cárcel, porque era un reincidente; por ello las miradas de la autoridad pesaban sobre él, fuera culpable o no.

Fotos Archivo Biblioteca, Hemeroteca y Fototeca Mario Vázquez Raña y La Prensa

Por lo tanto, para el gobierno del entonces presidente Adolfo López Mateos se había convertido en un personaje incómodo, por su filiación comunista y su cercanía con el gobierno cubano -encabezado por Fidel Castro Ruz y Ernesto Guevara de la Serna, mejor conocido como el Che Guevara-, que acababa (en 1959) de ganar la guerra de revolución en la isla.

Desde muy joven, Siqueiros había participado activamente en lo político, siempre apelando por el bien de los que menos tenían. Así, en 1911, recién estallada la revolución, y con la ruptura y estallido en huelga de la Academia de San Carlos -a la cual había ingresado hacía poco-, Siqueiros sería el encargado de dar a conocer los motivos que el comité directivo de la huelga entregó al secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, Francisco Vázquez Gómez.

Luego, años más tarde, participaría como presunto responsable en el atentado contra el entonces presidente Pascual Ortiz Rubio, por lo cual purgaría una pena en la cárcel y luego, en 1940, otra vez visitaría la prisión cuando se vio involucrado en el atentado contra León Trotsky en la casa de Coyoacán.

Pese a todas sus incursiones tras las rejas y su militancia de raigambre comunista, Alfaro Siqueiros no fue un hombre que actuara regido por la doctrina puramente política, sino que hacía de su arte el arma política mediante la cual, de algún modo, llegaría al grueso de las masas oprimidas.

No obstante, pese a sus intenciones o su militancia, incluso a su avanzada edad, aquel 9 de agosto de 1960, luego de ser aprehendido y llevado a prisión, primero fue interrogado y, posteriormente, el 16 de agosto se le dictó auto de formal prisión por el delito de disolución social junto con Filomeno Mata, director del periódico Liberación. Siqueiros permaneció incomunicado durante cinco días en una celda de los separos de la Procuraduría General del Distrito y Territorios Federales. Durante su estancia en los separos, únicamente lo sacaban para someterlo a tortuosos interrogatorios sobre cuestiones relacionadas con el PCM, hasta que el sábado 13 de agosto, a las 15:00 horas, por fin lo trasladaron a Lecumberri junto con el periodista Filomeno Mata Alatorre, a quien habían aprehendido el mismo día que el pintor.

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En la mira de los "cazadores de comunistas"

Como ya hemos señalado, el 16 de agosto a Siqueiros y a Filomeno Mata les dictó auto de formal prisión el licenciado Salvador Martínez Rojas, juez del Juzgado 15 de la Quinta Corte Penal.

Los cargos que se les imputaron fueron los siguientes: portación de armas prohibidas, ataque peligroso (lanzamiento de bombas molotov en contra de los agentes), lesiones a uno de los granaderos, resistencia de particulares, daño en propiedad ajena y delito de disolución social.

Es verdad que la figura de Siqueiros siempre estuvo rodeada de polémica; sin embargo, fue un militante congruente que no rehuyó, a pesar de todo gran prestigio internacional, incluso a las tareas que le parecerían las más insignificantes.

En 1941 tuvo que salir expatriado de México como condición para obtener su libertad del Palacio Negro de Lecumberri, luego de verse involucrado en el atentado contra Trotsky, por lo cual se retiró a Chile.

A finales de la década de 1950, ya de regreso en su tierra, tras el triunfo de la revolución cubana, el ambiente político internacional se tensó. Por lo cual, en México se suscitaron huelgas y movimientos sindicales que tuvieron una respuesta represiva por parte del gobierno.

De tal suerte que algunos líderes ferrocarrileros fueron detenidos y encarcelados. En este escenario, nuevamente Siqueiros se vio inmiscuido en el ambiente político-social, pues de inmediato decidió contribuir con la fundación del Comité Nacional por la Defensa de los Presos Políticos y la Defensa de las Garantías Constitucionales, de corte -según el gobierno de ese entonces- comunista.

A principios de 1960, Siqueiros viajó a Cuba para celebrar el primer aniversario del triunfo revolucionario, que había puesto en jaque a las naciones capitalistas, especialmente a Estados Unidos, cuya antipatía por el comunismo era extrema.

En ese mismo año, el muralista denunció en un programa televisivo la escala y móviles de la agresión del gobierno mexicano contra el movimiento ferrocarrilero, y, muy probablemente, este hecho fue el que instigó al gobierno mexicano para su posterior persecución y encarcelamiento. De tal suerte que el 9 de agosto de 1960, la justicia puso su mano sobre él y lo acusó de un cargo que negó, porque era inocente; no obstante, un juez dictó lo contrario y, con 64, ingresó el 17 de agosto al Palacio Negro de Lecumberri con el número de recluso 4678860.

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Su captura

El principal líder rojo, como fue llamado en El Diario de las Mayorías, David Alfaro Siqueiros, fue detenido la noche del 9 de agosto de 1960 y de inmediato se le recluyó en los separos de la Procuraduría del Distrito.

El muralista era y siempre fue un crítico de su tiempo y un militante comprometido, no obstante, el gobierno lo consideraba uno de los principales “comunistoides”, que durante toda su vida se dedicó a provocar infinidad de disturbios.

Y no estaban equivocados en sus señalamientos, pero sí en su visión, ya que el artista fue congruente con sus actos y aunque participó activamente tanto en la revolución mexicana, como en la Guerra Civil Española, no era un simpatizante de las matanzas, sobre todo porque vio morir hombres toda su vida.

En las últimas semanas de julio y las primeras de agosto de la década de los sesenta, figuró como cabecilla de ciertos agitadores que presionaban a los estudiantes para que cometieran desórdenes.

Por tal motivo, cuando aquel 9 de agosto se desataron los disturbios, en los cuales resultaron heridos y muertos varios estudiantes y agentes, de inmediato la policía inculpó al muralista y se realizó su detención. De acuerdo con las versiones difundidas en los diarios en aquella época, al pintor lo detuvo el batallón motorizado de patrullas en un domicilio de Las Flores, en San Ángel, donde según, se cuenta, trató de ocultarse.

Pero otras versiones aseguraban que en el momento en que fue aprehendido, el artista justo se encontraba trabajando en el mural en Chapultepec.

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Siqueiros, ¿farsante?

Dijeron los estudiantes que Siqueiros trató de justificarse con el alegato de que la policía tiroteó su automóvil y que, debido a ello, se tuvo que esconder. La señora Angélica Arenal de Alfaro, esposa del líder comunista, se presentó en la redacción de LA PRENSA para afirmar que el automóvil en que viajaban ella y su marido había sido atacado a balazos por individuos que, supuestamente, eran agentes de la policía. “Siqueiros ya está a salvo, pero temo por su vida y quiero protestar ante la opinión pública”, agregó y prometió que más tarde llamaría al periódico para que un reportero y un fotógrafo fueran a comprobar los impactos de bala en el automóvil. Sin embargo, no lo hizo, según narró el reportero de LA PRENSA en ese entonces, aunque sí existe documentación que avala el evento, es decir que sí ocurrió tal como lo afirmaba su esposa.

La consigna: un muerto a como diera lugar

La policía tuvo conocimiento, con varias horas de anticipación, acerca de que el líder comunista, así como Othón Salazar y otros de los que encabezaban la agitación, habían pedido a sus brigadas de choque concretamente que cayera muerto al menos una persona; y qué mejor si se trataba de un estudiante.

Por tal motivo, los agitadores se armaron con cadenas, pistolas y bombas de fabricación casera y se lanzaron al centro de la ciudad con la convicción de cumplir la consigna, ya que según se rumoraba, era lo que necesitaba para sus fines la organización comunista en México.

Los organizadores del disturbio acudieron a la táctica de “guerrillas”, luego de ver fracasada una concentración de manifestantes en el Monumento a la Revolución, debido, en parte, a la presencia de la policía.

Desarrollo de los disturbios

Desde las 17:00 horas, mientras los agentes ocupaban la Plaza de la República, varios grupos de estudiantes se fueron concentrando en el Monumento y posteriormente rondaban por el centro de la ciudad.

El primer enfrentamiento entre agitadores y policías se efectuó en la esquina de Manuel Contreras y la Ribera de San Cosme, en donde se dedicaron a detener camiones de pasajeros. (Aquí cayó un primer herido.) Ya para entonces, a las 17:30 horas, la Plaza de la República estaba rodeada por un gran número de policías.

A las 18:15 se supo que un grupo de estudiantes se dirigía hacia Eje Central, rumbo al Zócalo, y hacia allá se dirigieron los agentes policiacos donde pronto fue disuelto un grupo de al menos 50 individuos.

Sin embargo, conforme recorrían las calles, la tensión y los enfrentamientos se incrementaban; por ello, en la esquina de Gante y Madero, un grupo de mozalbetes se enfrentó abiertamente a la policía, mientras en Bolívar y Madero otro grupo trataba de volcar un camión de pasajeros. Los grupos, formados en su mayor parte por individuos que no eran estudiantes, se dispersaron y numerosas calles del centro fueron convertidas en sus centros de operaciones hasta cerca de las 21:00 horas. Finalmente, en el recuento de los daños, se contaron varios heridos y todo un arsenal fue recuperado por la policía.

En la antesala de Lecumberri

Como el procurador y la maquinaria del gobierno tenían puesto su empeño en desacreditar al pintor, éste de inmediato apeló a que su detención había sido sin evidencia y que, además, llevaba incomunicado mucho tiempo, porque lo que le decían era que no estaba detenido, pero que debía responder a ciertos cuestionamientos.

De tal suerte que a la pregunta de un reportero al procurador sobre el estado de Siqueiros, aquél dijo: -No está detenido. Fue presentado para investigarlo sobre unos cargos que se le imputan. En caso de existir algún delito, cometido por él, se procederá de acuerdo con la ley.

Por otra parte, negó que Siqueiros hubiera sido balaceado antes de ser detenido.

Fichado en la Procuraduría

Aproximadamente a las 15:00 horas del 16 de agosto de 1960, el juez Decimoquinto de la Séptima Corte Penal le dictó formal prisión al militante del Partido Comunista Mexicano, David Alfaro Siqueiros, por el delito de disolución social, cargos que él siempre rechazó.

Asimismo, se le imputaron los cargos de inductor de los delitos de ataque peligroso, portación de arma prohibida, injurias, resistencia de particulares y contra agentes de la autoridad.

Por tal motivo, fue trasladado a la penitenciaría de Lecumberri, donde en 1962 la Quinta Corte penal del Poder Judicial lo sentenció a ocho años de prisión por el delito de disolución social y “cuya configuración incluyó también como cuerpo del delito su obra mural”, por el carácter subversivo, para que purgara una condena de ocho años.

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Cumplió cuatro años de condena

El año 1964, David Alfaro Siqueiros pudo salir de Lecumberri al apelar al concepto jurídico de que todo mexicano que haya prestado importantes servicios a la nación, al cumplir la mitad de su condena puede obtener la libertad.

De acuerdo con el presidente de la república, el pintor David Alfaro Siqueiros fue indultado porque “su excarcelamiento puede reportar el beneficio de que continúe su obra pictórica en bien de la cultura nacional”.

Siqueiros estuvo en prisión durante casi cuatro años bajo la acusación de resistencia de particulares, injurias a la autoridad y disolución social. No obstante, luego de ese periodo, el jefe del Ejecutivo consideró los importantes servicios prestados a la nación por éste, la calidad de su obra artística y el reconocimiento de la misma en la República Mexicana y en el extranjero (casi las mismas consideraciones por las cuales fue encarcelado).

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El 19 de abril de 1964, el pintor pidió al jefe de la nación que le fuera permitido terminar en breve plazo una de sus obras inconclusas, lo cual le fue negado. Insistió el 18 de junio, pidiendo el indulto, invocando su creación artística y el hecho de haber cumplido casi cuatro años, esto es, la mitad de la sentencia.

Entonces, luego de que tanto el muralista como su familia y otros pintores solidarios con el maestro insistieran, el presidente accedió y dictó el 14 de julio de 1960 el acuerdo que otorgaba el indulto, el cual debería publicarse en el Diario Oficial de la Federación.

La noticia se supo gracias a La Prensa

Conducidos por el teniente coronel Sánchez López, los reporteros de LA PRENSA llegaron hasta la Crujía L, donde el maestro se encontraba; en el piso superior estaba empacando sus pertenencias y, en la planta baja, dos mujeres esperaban.

“Es el momento más feliz de mi vida -dijo Angélica Arenal a los reporteros-; agradezco al señor presidente Adolfo López Mateos este acto de justicia que le hizo dictar el indulto”.

Y agregó: “Mi deseo ahora es que él vaya a trabajar sus murales a esas obras que dejó inconclusas”. De acuerdo con lo que escribieron los reporteros, a Angélica se le quebraba la voz y quería decir más, pero no podía. Por lo cual su hija Adriana intervino y dijo:

“Yo tampoco puedo hablar… desde hace algunos días tenía la sensación de la ‘latida’ de que algo bueno iba a suceder. Y se lo decía a mi mamá; algo bueno tenía que resultar de todos los esfuerzos hechos por ella. No hay palabras”.

Justo en ese momento, las dos mujeres entrelazaron sus manos y dominaban sus emociones. Y luego, en una confesión que queda para la posteridad y es motivo de orgullo para El Perioódico que Dice lo que Otros Callan: “No sabíamos nada; nos enteramos hoy en la mañana por LA PRENSA. Todavía el sábado, el amigo de David, el doctor Alvar Carrillo, había estado en la Presidencia con el licenciado Miranda Fonseca y nadie sabía del indulto que quizá en esos momentos estaba dictando el señor presidente. LA PRENSA nos llenó de alegría hoy; muchas gracias a ustedes”.

Las dos mujeres dejaron esa constancia y, al cabo de pocos minutos, David Alfaro Siqueiros declararía: “Hoy en la mañana yo mismo no lo sabía; cuando me dijeron que LA PRENSA lo publicaba esperé con ansias el periódico, que llega aquí todos los días a las 8:30”.

Finalmente, el cabo Cleofas Morales tuvo en sus manos la boleta de libertad número 6456, con la cual salió libre Siqueiros y dicho número quedó anotado en el libro de libros de la cárcel. El director y subdirector del Departamento Jurídico de Gobernación del DF llevaron los oficios 608 y 407, donde se ordenaba el cumplimiento del indulto presidencial a favor del artista.

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