La vida otorga algunos privilegios a ciertas personas, pero aunque así sea, por fortuna o desgracia, no todo puede ser color de rosa ni como en un cuento con final feliz, porque sabemos con certeza, que la vida es más compleja.
La siguiente historia -con todos sus elementos que la conforman- hubiera sido irrelevante, pues crímenes similares hay en todos lados y en todas épocas, pero resulta que ésta es única por sus detalles y sobre todo, porque la protagonizaron figuras del cine nacional cuando sus carreras estaban en pleno apogeo. Me refiero al trágico caso de la actriz Evangelina Elizondo y el actor Ramón Gay.
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Pero vamos por partes. Evangelina tuvo el privilegio de ser hermosa y poseer habilidades natas para destacar en el entorno artístico, en específico como actriz, cantante, pintora y artista plástica, las cuales la llevaron a la fama cuando apenas contaba con 18 años, etapa en la que comenzó a actuar en el teatro.
Pero su despegue en la farándula ocurrió, cuando con su angelical voz hizo el doblaje al español del famoso personaje de la película de Disney “La Cenicienta”, en 1950. Por aquellos años, se decía que su encantadora sonrisa y hermoso rostro eran idénticos al personaje animado.
A partir de ese momento, a Evangelina se le conoció como “La Cenicienta mexicana” y las ofertas de trabajo le llegaron a montones. Desde 1950, hasta 1971, trabajó en decenas de obras de teatro y en películas de forma consecuente, al lado de grandes actores como “Tin Tan”, Emilio “El Indio Fernández”, Jorge Negrete, Pedro Infante, María Félix, José Alfredo Jiménez, entre otros.
Por otra parte, Ramón García Gaytán, mejor conocido como Ramón Gay, nació en la Ciudad de México en 1917. Conoció el teatro desde muy pequeño, sus padres lo llevaban a las funciones, se cuenta que de ahí se sintió atraído por el medio del espectáculo.
Cuando era adolescente trabajó como ferrocarrilero, pero esta labor era demasiado ruda para su personalidad de artista. En la preparatoria abandonaba sus clases para acudir a los estudios cinematográficos, donde su físico y gran porte de galán le abrieron las puertas de la actuación.
Entonces en su camino se cruzó el productor Gregorio Wallerstein, quien vio talento en Ramón y lo incursionó en el mundo del cine. Gay debutó en 1946, con su participación en la película “La noche y tú”, al lado de los actores Gloria Marín y Jorge Ancira.
Pero Ramón Gay estuvo cobijado por el apoyo de tres figuras del cine nacional: Isabela Corona, Ernesto Alonso y principalmente, por Arturo de Córdova, quien se cuenta, se volvió más que un amigo.
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¡Asesinó a Ramón Gay por celos!
Para 1960, Evangelina Elizondo y Ramón Gay contaban con más de una década de carrera artística, se encontraban en la cúspide del estrellato, eran figuras ya, de la célebre Época de Oro del cine mexicano. Entonces coincidieron en la obra teatral “30 segundos de amor”, ambos como protagonistas, que se presentaba en el Teatro Rotonda. En ese momento, “La Nena” como también llamaban a Evangelina, y Ramón, se habían vuelto grandes amigos, al grado de confiarse hasta sus secretos más íntimos.
Fue en la noche del 27 de mayo de 1960, cuando al salir de la función de teatro, Ramón y Evangelina quedaron para cenar y fueron al Hotel Paseo. En ese lugar, quizá, Evangelina le platicó a Ramón de los problemas que tenía con su exmarido, el ingeniero José Luis Paganoni, de quien se acababa de divorciar, pues le daba mala vida; y Gay, tal vez, también le habló de sus asuntos, o de algún amor secreto.
Salieron del restaurante cerca de la 1:15 horas y se dirigieron a la casa de Ramón, ubicada en la calle Río Rhin, número 60, debido a que Elizondo dejó ahí su auto Cadillac. A unas cuantas cuadras, sin ellos saberlo, Paganoni pagaba la cuenta de lo que se había bebido en el Terraza Casino.
Justo en el momento en que Evangelina se bajaba del auto de Gay, un tipo alto, robusto, se acercó y le propinó tremendo golpe en el rostro; era su expareja Paganoni. Entonces Ramón furioso descendió del auto para defenderla y se colocó frente al agresor y le gritó: “¡Esas no son maneras de tratar a una dama!”. Así que Paganoni se le fue encima y comenzaron a reñir. En el forcejeo Ramón logró dar un puñetazo en la cara a su rival que lo hizo bufar, sin duda, éste no era muy hábil con los puños.
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Paganoni se sintió herido en lo más profundo de su orgullo de macho valiente y fue cuando de entre sus ropas sacó una pistola Walter, calibre 38 y la accionó varias veces sobre la humanidad de Ramón Gay.
Herido de dos balazos, uno en la mano izquierda y otro en el costado izquierdo que le perforó la aorta, Ramón Gay, el gran galán del cine mexicano, cayó en el asfalto agonizante. Evangelina desbordada en llanto corrió unos metros detrás de su exmarido, mientras le gritaba: “¡Detente, asesino!”. Paganoni con voz temblorosa le contestó:
-¡Lárgate o a ti también te mato!”, y escapó con el cobijo de la oscura madrugada.
La hermosa actriz se acercó a Ramón, quien yacía tirado en un charco de sangre, le tomó la cabeza y se la apoyó en sus piernas, mientras éste le decía:
-“Nena, me duele el pecho, llévame al hospital, ¡no me dejes morir, por favor!”.
Evangelina, desconsolada, gritaba que llamaran a una ambulancia, la cual llegó varios minutos después y trasladó al actor al Hospital Rubén Leñero, donde, tras ser operado para extraerle la bala que le perforó la aorta, fue declarado muerto a las 7:00 horas del 28 de mayo.
Se cuenta que mientras llevaban a Ramón al hospital, Arturo de Córdova recibió la fatal noticia, mientras bebía unos tragos en un bar sobre Avenida Juárez.
Acorralado, confesó su crimen
En las primeras horas del sábado 28 de mayo, La Prensa daba a conocer a sus lectores, la tremenda noticia sobre la trágica muerte del galán del cine mexicano Ramón Gay, la cual sacudió por completo a la sociedad mexicana.
Pero tras intenso drama, se reveló una situación que, quizá, era un secreto a voces; que entre Arturo de Córdova y Ramón Gay hubo algo más que una fuerte amistad. Mejor dicho, llevaron un amor turbulento, apasionado que mantuvieron en secreto durante muchos años. Durante los sepelios se vio a Arturo inconsolable, incluso convulsionó, se desmayó y entró en crisis por el dolor que le causó la partida de su ser amado.
El día 2 de junio, el reportero de La Prensa, Jorge Herrera, tuvo la oportunidad de entrevistar a Arturo de Córdova, quien declaró al borde del llanto:
-“Ya nada me liga al cine nacional; no tengo afinidad con nadie y por eso me voy a Europa. Viviré por lo pronto, en España. Estoy harto de nuestro ambiente, me da asco”. Con dichas palabras y tal decisión, fue evidente la desgracia y el duelo que invadían al ídolo cinematográfico.
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Por otra parte, se rumoraba que José Luis Paganoni había escapado del país en una avioneta, ayudado por algún político amigo suyo, debido a que el ingeniero era influyente, pero la Policía Judicial empleaba todos sus esfuerzos para atraparlo; mientras tanto, la Dirección General de Seguridad recabó las declaraciones de Evangelina Elizondo, algunos testigos del crimen y personas allegadas tanto a Paganoni como a Elizondo, para dar forma a las investigaciones y resolver el caso.
Fue entonces, cuando los abogados defensores de José Luis Paganoni quisieron jugar sucio y presentaron a un sujeto de nombre Alfonso González Máximo, un empleado de una agencia funeraria situada muy cerca de donde ocurrieron los fatídicos hechos, quien declaró que Ramón Gay provocó a Paganoni para que le disparara, ya que el ingeniero no quería pelear, pero el actor lo incitaba una y otra vez con insultos hasta que no aguantó más y abrió fuego contra él.
Sin embargo, el testimonio de este muchacho no coincidía con los estudios periciales y se contradijo varias veces, así que la policía y el ministerio público lo desechó, pues era evidente que mentía.
De igual modo, el viernes 3 de junio fueron citadas las señoritas Lilia González Sierra y Marta Fuentes Cárdenas, secretaria del ingeniero y asistente personal de Paganoni; así como también Evangelina Elizondo para ratificar sus declaraciones ante la 14a. Agencia del Ministerio Público.
Tragedia que enlutó al cine nacional
Ante el agente del Ministerio Público, Lic. Cicerón Grajales, la secretaria de José Luis Paganoni y, quien resultó ser la última pareja del ingeniero, juró y perjuró que su jefe era un hombre sumamente bondadoso y amable, que:
-“Si José Luis mató a Ramón Gay, fue porque Evangelina lo empujó a ello. Él no es celoso, es tremendamente noble. La verdad, no creo que él haya cometido el crimen, y si lo hizo, fue por culpa de Evangelina”.
Por otro lado, la señorita Marta Fuentes Cárdenas declaró:
-“La señora Evangelina era sumamente celosa y presionaba mucho a mi jefe para que la complaciera con diversos regalos: joyas, muebles, viajes y otras cosas. Además, en varias ocasiones, el ingeniero estaba atendiendo algún negocio o estaba en alguna junta y la señora Elizondo irrumpía en su despacho para hacerle escenitas de celos o para que le cumpliera algún capricho”.
Por último, antes de abandonar las oficinas del Ministerio Público, la señorita Lilia González volvió a echar más lodo a su rival de amores y declaró a los reporteros:
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-“Todo esto ha sido monstruoso, pero estos líos son culpa de la señora Evangelina, sin ella nada malo habría pasado”.
Por su parte, la bella Evangelina Elizondo declaró al licenciado Grajales que tenía siete años de conocer a Ramón Gay, pero hasta hace mes y medio se habían vuelto muy buenos amigos, ya que coincidieron en la obra “30 minutos de amor”, en la cual eran protagonistas. Señaló que era la primera vez que salían juntos, pues Ramón la había invitado a cenar esa noche después de la función, pues quería pedirle consejo sobre un asunto amoroso que lo aquejaba, pero que nunca se imaginó que su exmarido fuera a actuar de esa manera. Además dejó en claro, que, aunque ya no vivía desde hace varios meses con José Luis, éste la acosaba, amenazaba y pedía que retomaran su relación, pero ella ya no estaba dispuesta a soportar sus infidelidades y malos tratos, pues él no iba a cambiar nunca. Mencionó que sólo lo veía, porque le permitía ver a sus dos hijas cada fin de semana.
En efecto, José Luis Paganoni estaba arruinado, debía un crimen, si poseía riqueza, pues se encontraba al borde de la ruina por tantas deudas que había adquirió debido a su mal carácter y juicio.
Sus múltiples amantes tampoco querían saber mucho de él, así que no tuvo más que entregarse a la justicia. Esto ocurrió el día 21 de junio, a casi un mes de haber asesinado al galán de cine Ramón Gay.
Con aspecto demacrado rindió su declaración en la 14a. Agencia del Ministerio Público, no tuvo manera de probar su inocencia, porque la única verdad es que premeditadamente asesinó a Ramón Gay.
El domingo 26 de junio con la formal prisión, ingresó a la Cárcel Preventiva de Lecumberri. Días después, fue sentenciado a diez años de prisión por homicidio doloso y premeditado contra Ramón García Gaytán; el galán Ramón Gay, quien fue delirio de las mujeres de aquella época.
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Después de su reclusión, no se supo nada más del ingeniero Paganoni, quizá entre las frías paredes de “la julia” comprendió que no era tan hombrecito como presumía.
Así fue como después de los sucesos, se revelaron, por una parte, la relación que mantuvieron en secreto Ramón Gay y Arturo de Córdova; y por otra, que por muchos privilegios que se tengan, como la fama, el dinero y la belleza, nadie, ninguno de nosotros estamos exentos de los caprichosos designios de la vida, pues cada día nos recuerda que transitamos por el filo de la cornisa entre la felicidad y la desdicha.
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