POR_ LUIS FRANCISCO MACÍAS
ARCHIVOS SECRETOS DE POLICÍA
CUANDO SE AGOTAN LAS FUERZAS PARA VIVIR
BUSCÓ EL ÁRBOL MÁS VIEJO PARA COLGARSE
La fotografía de Enrique Metinides es clara y contundente. Elsitio es el Bosque de Chapultepec, a donde una señora acudiócon el único fin de arrancarse la existencia, cuyo sentido perdióal verse imposibilitada para ver a su hija, a la que su maridoprivó de su presencia durante seis años. Sus conflictosfamiliares se agudizaron cuando Bertha Ibarra quiso felicitar a laentonces jovencita Alma Rosa al cumplir sus quince primaveras y lefue negado su deseo maternal. La contraportada de LA PRENSApublicaba así el trágico hecho en 1977, cuatro años después deque este diario comenzara sus publicaciones a color.
QUERÍA SABER QUÉ ERA LA MUERTE
INTENTÓ AVENTARSE DESDE LA CÚPULA DE EL TOREO
Antonio caminaba por la lateral del Periférico viendo pasar lashoras con sus pasos lentos por el cansancio. Recorrió varioskilómetros hasta llegar al Toreo, convertida hoy en centrocomercial.
Los vigilantes que custodiaban la que fuera plaza de toros, nose percataron cuando el hombre se introdujo y subió por laestructura de acero hasta llegar a lo alto de la cúpula. De prontoalguien lo vio y al comprender que intentaba arrojarse al vacío,inmediatamente dio aviso a las autoridades.
LA PRENSA informaba el día 25 de mayo de 1971 que bomberos ysocorristas de la Cruz Roja expusieron su vida para evitar queaquel hombre, que no recordaba su apellido, se lanzara al vacíodesde 40 metros de altura.
La secuencia gráfica de Enrique Metinides mostraba la heroicaacción del socorrista Abraham Sosa y del bombero Adolfo Guerrero,quienes a riesgo de su propia seguridad frustraron las intencionesdel suicida, quien padecía de sus facultades mentales.
Fue un verdadero drama en las alturas para quienes subieron alrescate. Enrique Metinides relató que entonces contaba con 37años de edad cuando cubrió ese caso.
-Como pude me sujeté de un poste a lo alto para poder captarcon mi cámara aquellas fotografías sin perder el equilibrio, puesno había nada que me sujetara -apuntó el reconocido maestro de lalente.
Antonio fue atado de pies y manos con cables a fin deinmovilizarlo y evitar que en su desesperada lucha cayera yarrastrara a los hombres que lo rescataron de una muerte segura.Antes de ser trasladado al Hospital de la Cruz Roja de Naucalpan,los galenos preguntaron al hombre de 45 años de edad por quédeseaba suicidarse, a lo que simplemente contestó: "Quería saberqué era la muerte".
SU MARIDO SE LA LLEVÓ A VIVIR CON SU AMASIA SEIS AÑOSATRÁS
EN UN ÁRBOL DEJÓ EL SUFRIMIENTO QUE LE CAUSABA NO VER A SUHIJA
"Mi marido me quitó a mi hija Alma Rosa cuando tenía 9 años.Hoy cumple sus 15 y fui a verle y no me dejaron entrar a su fiesta.Por eso me suicido. No se culpe a nadie de mi muerte..."
Tal fue la confesión escrita en una carta que, doblada,guardaba la foto de la jovencita, a quien su madre, Bertha Ibarrano veía desde hacía seis años. Dicho mensaje fue hallado en labolsa de la mujer suicida.
La tarde del jueves 21 de julio de 1977, Bertha caminabadesconsolada por el Bosque de Chapultepec y después de recorrerlas faldas del cerro, preguntó a un vigilante que cuál era elárbol más viejo.
El empleado del bosque pensó que se trataba de alguna paseanteque buscaba fotografiar los bellos paisajes de la zona y le indicócierta área.
Pasaron varias horas y cuando el vigilante hizo su rondín parapercatarse que no quedara nadie en su área, grande fue susorpresa.
La mujer que le había preguntado por el árbol, pendíaahorcada de uno de ellos.
LA PRENSA informaba que Bertha estaba atormentada porque suesposo, Joaquín Barreto, se había llevado a una de sus hijas avivir con su amasia. En la carta que escribió la desafortunadamujer, le hacía ver a su marido que debía hacerse cargo de unabuena educación para Alma Rosa. También pidió perdón a susotras dos hijas y señaló que tomó esa drástica medida "para nohacerlas sufrir".
Bertha trabajaba como costurera y antes de llegar al legendariobosque a la cita fatídica con su destino, fue a una ferretería acomprar un cordón de ixtle.
Las autoridades de la onceava delegación dieron aviso a losfamiliares de la señora suicida. Fueron las hijas y su padrequienes identificaron el cuerpo. Fue un caso más de suicidiosregistrados en esta capital.
LA PARCA LO RECHAZÓ
Muchas personas que asistieron al Panteón San Joaquín, enLegaria, creyeron que el joven arrodillado sobre la tumba llorabala muerte de su padre y al ver que no hacía ningún movimientointentaron llamarle y se dieron cuenta que estaba inconsciente. Lossocorristas de la Cruz Roja que llegaron hasta la fosa 326 de laavenida 25 del camposanto salvaron su vida y lo trasladaron alhospital, donde por la noche se le declaró fuera de peligro.
Ese día, 6 de diciembre de 1970, el joven había ingerido unafuerte dosis de barbitúricos para morir en el cementerio, tal comorevelaba el manuscrito que se halló sobre su tumba, detenidoincluso por una piedra para que no se volara con el aire.
El recado, escrito con deficiente ortografía y firmado porCarlos Díaz Covarrubias, decía entre líneas:
"Desde que nací la vida me enseñó toda su rudeza y crueldad.Ya tuve todo lo que ambicionaba tener, ya no deseo nada. Siempre heestado solo y solo moriré. Tengo apenas 19 años y he vivido muyrápido. He visto la muerte muy de cerca en varias ocasiones ynunca le he tenido miedo.
Lo único que siempre me ha hecho falta es mi padre, por esodecidí morir aquí para estar cerca de él por última vez en mivida. He soportado muchos golpes y todos los había recibidofuerte, pero este último fue el peor y no lo puedo soportar.
Doy gracias a todos aquellos que quisieron hacer algo por mí, alos que me rodearon en el transcurso de mi vida, y a los que meacompañaron los últimos meses.
Voy a reunirme con mi padre en la eternidad... Adiós y graciasa todos.
NO TENÍA PARA DARLE DE COMER A SUS HIJOS Y SUBIÓ A LA TORRELATINOAMERICANA
La aparente calma que había en el Eje Central Lázaro Cárdenasy la Calle Madero se vio interrumpida al caer de lo alto un zapato,al mismo tiempo que se escucharon gritos desde el piso 27 de laTorre Latinoamericana.
Guadalupe Guzmán tenía 32 años de edad y su historia eradramática. Su marido había muerto y ella no tenía trabajo nidinero para alimentar a sus hijos, por lo que decidió renunciar ala vida, a la que se veía cada vez más imposibilitada paraenfrentarla. Todo era ensombrecedor en el panorama de la joven,quien logró llegar hasta aquel piso donde libró una de lasventanas que daban al exterior. En cuestión de minutos, elementosdel ERUM, de manera impresionante subieron a auxiliarla.
El rescatista Manuel Hernández Martínez, con toda valentía,escaló a rapel hasta llegar a la marquesina donde se encontraba lamujer que mantenía en zozobra a decenas de personas que desdeabajo observaban impresionadas. Tras varios minutos de labor deconvencimiento, el socorrista logró sujetarla y tras columpiarsepor quince minutos logró acercarse a una ventana abierta, dondevarios de sus compañeros lo esperaban y así fue virtualmentearrancada Guadalupe de las garras de la muerte.
DOS MÁS SE LANZARON AL VACÍO
En la terraza del noveno piso de la Torre Latinoamericana quedóel cuerpo de un hombre que se arrojó desde el mirador de eseedificio, situado a 140 metros de altura. El individuo se estrellóen un barandal, que quedó doblado -tal como se aprecia en lafotografía superior derecha-, lo que evitó que cayera hasta laentoces llamada Avenida San Juan de Letrán, donde hubieraocasionado la muerte de otras personas. En la imagen captada porMetinides, un policía observa incrédulo la triste escena.
La otra fotografía no precisa la fecha de su publicación, perodado el antecedente de que este diario comenzó a publicar susportadas a color a partir de 1973, podrá tener usted, amigo lectorun marco de referencia en torno a ese acontecimiento no menosdramático, donde un socorrista de la Cruz Roja y un civilvoluntario ya nada pudieron hacer por aquel joven que consiguiómatarse en la misma torre. Al igual que el primer caso, el suicidano cayó hasta la calle, quedando doblado en una estructura.
SE ARROJÓ DESDE EL ÁNGEL UN CANTANTE DE ÓPERA
Francisco Montiel Cortés era cantante de ópera; tenía 40años de edad y estaba próximo a casarse con su bella novia, AnaMaría.
El miércoles 8 de febrero de 1967 este diario informaba delsuicidio de aquel hombre, quien se arrojó desde el balcón de laColumna a la Independencia, luego de estampar su firma en el librode ilustres visitantes. Murió cuando se le trasladaba en unaambulancia al Hospital de la Cruz Roja. Francisco también eraexmiembro del Pentathlón Deportivo Militar Universitario y sellevó a la tumba el secreto de su fatídica determinación.
El trabajador Fidel Meneses Luna, de 24 años, no pudo evitarque Francisco llegara hasta la parte alta del monumento.
Un amigo de Francisco lo describió como un elemento de muy buencomportamiento dentro del Pentathlón y dijo que jamás se pensóque tuviera problemas o pensara en quitarse la vida.
Francisco vivía solo en Ezequiel Montes 3, en la Colonia SanRafael. Sus familiares indicaron que aparentemente era feliz ytenía grandes planes para su boda.
El cantante fue muy conocido en el ambiente artístico por susrepetidas intervenciones en las temporadas nacionales einternacionales de ópera, que tuvieron lugar en México. Se supoque Francisco estaba preparándose para cumplir con un contrato enBellas Artes, donde en marzo de ese año iniciarían funciones dela Ópera Nacional.
Fue ese uno de los casos de suicidio que más desconcertaron alas autoridades por el misterio con que se consumó.