La siguiente historia comenzó una mañana de enero de 1989, en que según la versión de los afectados, se violó la Constitución. Fue la mañana cuando elementos del Ejército mexicano, de la Procuraduría General de la República, policías municipales y judiciales, se desplegaron en una impresionante redada, en torno a la residencia marcada con el número 12, de la calle San Luis Potosí, colonia Unidad Nacional, en Ciudad Madero, Tamaulipas.
Eran cerca de las 8:10 horas, cuando los cañones de las armas despertaron a los vecinos del lugar. Los balazos resonaron por varios minutos en los que reinó el caos. Varios agentes del orden de las corporaciones antes mencionadas, se desplazaban de un lugar a otro, disparaban su arsenal, no quedaba claro contra quien, pero lo hacían. Posteriormente se dijo que respondieron a una agresión hecha por hombres armados que estaban dentro de aquella morada. Después volaron las chapas de la entrada de aquel lujoso domicilio y lograron ingresar.
De pronto, en medio del tiroteo, un hombre de traje gris cayó herido al suelo, tampoco se sabe con certeza de dónde provino la bala. Algunos soldados entraban a la residencia con cajas, en un hecho que desconcertó a varios testigos que observaron lo que ocurrió desde las ventanas de sus casas. Los elementos armados entraban y salían por docenas del inmueble, como hormigas en hormiguero.
A los pocos minutos, sacaron a los detenidos, siempre sometidos por milicianos, quienes los subieron esposados a camiones del Ejército. Y luego, por la enorme puerta de la opulenta mansión, apareció un hombre mayor, así lo indicaban las abundantes canas en su cabeza, sólo traía puestos unos calzoncillos, una bata de dormir y unas sandalias, y era sujetado de cada brazo por dos corpulentos soldados, quienes hacían ver aún más pequeño al aprehendido. Al parecer, lo habían sacado de la cama por la fuerza y era el objetivo principal de aquel operativo.
Sus captores lo llevaban casi cargando y el sujeto no estaba en condiciones de mostrar resistencia. Mientras era conducido a un camión de las Fuerzas Armadas, un mando de la Procuraduría gritó: “¡Súbanlo rápido! ¡Este cabrón es el que nos interesa!”
Sin perder tiempo, aproximadamente 15 detenidos fueron llevados al aeropuerto internacional de Ciudad Victoria, Tamaulipas, donde un avión de la PGR, ya los esperaba para trasladarlos a la Ciudad de México.
Mientras tanto, en el domicilio allanado, las autoridades decomisaron dinero, joyas, documentos, armas y hasta obras de arte. Cerca de las 8:50 horas, el Mandatario de la nación, Carlos Salinas de Gortari, recibió una llamada del procurador Enrique Álvarez del Castillo al célebre teléfono rojo: -Señor Presidente, se ha cumplido la misión, capturamos a “La Quina” y a sus hombres. Son trasladados en este momento hacia la Ciudad de México. –Muy bien Enrique, te felicito. Nunca he dudado de tu capacidad y de lo bien que conduces tu cargo. Prepara los informes correspondientes y los comunicados de prensa. Nos hablamos después, porque ahora estoy muy ocupado. ¡Ah, y felicitaciones otra vez, sabía que podía confiar en ti!
Horas más tarde en la Ciudad de México, el mismo operativo de la PGR aprehendía a José Encarnación Kuri, Julio Santoscoy Pérez y José Sosa, integrantes también del Sindicato Petrolero y hasta entonces, hombres leales a Joaquín Hernández Galicia.
Al filo de las 17:00 horas, ingresaron a los separos de la Procuraduría capitalina los siguientes detenidos: Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, Gustavo González García, Saúl Castillo Castillo, Nicolás Cárdenas Collazo, Jesús Zúñiga González, José Aguilar Guzmán, Juventino García López, Raúl Santoscoy Pineda, Antonio Torres Zárate, Carlos Raga Calderón, Mauro Estrada Cruz, Gerardo Sánchez Schutz, Fidel Cárdenas Zaumosa, Guillermo González Chover y Domingo Ayala Hernández, quienes quedaron a disposición del Ministerio Público Federal.
Por su parte, Salvador Barragán Camacho, otro de los incondicionales de “La Quina”, se resguardó en las mismas oficinas del máximo líder de la CTM, Fidel Velázquez, para evitar que la policía “le echara el guante”. Sin embargo, con el paso de las horas no soportó la presión y al borde de un infarto cardiaco se entregó por la noche a la policía, quien solicitó el traslado del detenido al Instituto de Cardiología en Tlalpan, donde se montó una estricta vigilancia policial.
"La Quina" Traficante de armas y asesino
El golpe contra "La Quina" fue una contundente demostración de poder por parte de Carlos Salinas de Gortari, a quien no le gustó la rebeldía del líder sindical; la afrenta fue haber apoyado a Cuauhtémoc Cárdenas en la elección de 1988 y estar en contra de su proyecto de nación, el cual afectaba sus intereses.
Por la tarde de aquel ajetreado 10 de enero, la noticia sobre la captura del líder sindical más poderoso del país había causado sorpresa y era el tema central en todos los noticieros. A los alrededores de la Procuraduría capitalina se desplegó un extraordinario dispositivo de seguridad formado por militares, judiciales y policías del entonces Distrito Federal.
Antes de caer el crepúsculo, el procurador Enrique Álvarez del Castillo dio una conferencia ante una sala repleta de periodistas, donde explicó los fundamentos legales y las acciones emprendidas por las autoridades para detener al líder petrolero Joaquín Hernández Galicia y 35 coacusados más:
-Quiero dejar muy claro, que las acciones emprendidas contra Joaquín Hernández Galicia y sus secuaces, constituyen un asunto de carácter fundamentalmente judicial, por lo que no está dirigida contra el gremio petrolero ni contra los sindicatos y tampoco contra el movimiento obrero.
-Es una decisión de Estado, frente a un grupo de personas que desde hace muchos años habían actuado al margen de la legalidad y habían convertido la represión, corrupción y las prácticas gansteriles en un hábito cotidiano para controlar y someter a los auténticos trabajadores petroleros y desafiar los intereses de la nación.
“LA QUINA” Y SUS COLABORADORES DETENTABAN UN ARSENAL
Por otra parte, el procurador explicó que al momento de ser aprehendidos, a los líderes petroleros se les sorprendió con un arsenal impresionante, ya que les encontraron 200 metralletas tipo UZI, 40 mil cartuchos y otras 25 armas de distintos calibres, todas ellas de uso exclusivo del Ejército.
Además del contrabando de armamento, se les acusaba de resistencia a particulares, enriquecimiento ilícito, homicidio calificado en contra del ministerio público Gerardo Antonio Zamora Arrioja, defraudación fiscal y evasión de impuestos, todos considerados delitos graves.
“LA QUINA” PRETENDÍA SABOTEAR A LA NACIÓN
Otro aspecto en el informe del procurador que llamó la atención de los periodistas tanto nacionales como extranjeros, fue que “La Quina” tenía en mente un plan para sabotear y detener las actividades en varias instalaciones de Pemex en toda la República mexicana, con el objetivo de culpar al gobierno de negligencia y perjudicar a distintos funcionarios de la empresa paraestatal.
El plan perverso, según Enrique Álvarez del Castillo, iniciaría deteniendo la producción en Tamaulipas y de ahí se extendería a varios estados del Golfo de México, Guanajuato y el Distrito Federal, donde pensaban dar su golpe con mayor contundencia, frenando las actividades en la refinería de Azcapotzalco para poner a la opinión pública en contra del gobierno de Salinas de Gortari.
Por último, también se acusaba a Hernández Galicia y sus cómplices de asesinar a Heriberto Kehoe y Óscar Torres Pancardo, líderes petroleros que no quisieron someterse al control de “La Quina”.
LO VINCULAN CON LA MUERTE DE BUENDÍA
El procurador Álvarez del Castillo informó que al líder petrolero se le investigaba en torno al asesinato del periodista Manuel Buendía, ya que en su quehacer de investigación, éste puso al descubierto en varias ocasiones las irregularidades y la corrupción con que “La Quina” y sus compinches manejaban al sindicato, por lo cual, no escatimarían en indagar a fondo si Hernández Galicia estaba involucrado.
El funcionario agregó que la dependencia a su cargo llevaría el proceso en contra de todos los detenidos siempre con apego a la ley y comprometido en terminar con la mafia en que se había convertido el sindicato petrolero, debido a los intereses de “La Quina”.
SE VACIARON LAS REFINERÍAS
Áspera y agria se tornó la mañana de la detención de “La Quina” para los trabajadores petroleros de Ciudad Madero, Tamaulipas, quienes enterados de la captura de su máximo líder moral, se organizaron para protestar contra lo que consideraron un atropello.
Cerca de las 10:00 horas de aquel 10 de enero, los obreros que se encontraban en la refinería Francisco I. Madero, abandonaron las instalaciones y se dirigieron al centro de aquel municipio para realizar un mitin protesta.
Mientras tanto, en las oficinas del Sindicato Petrolero en la Ciudad de México, los trabajadores suspendieron labores y comenzaron a sacar documentos por temor a una intervención de las autoridades federales. Al mediodía, iniciaron una asamblea permanente a las afueras de dichas oficinas, en la cual desfilaron decenas de oradores condenando la aprehensión de Joaquín Hernández Galicia y sus hombres más cercanos, además de que lanzaron sin número de consignas en contra del Presidente Carlos Salinas de Gortari.
Otro numeroso grupo de sindicalizados se concentró en la plancha del Zócalo capitalino, para demostrar su apoyo a Joaquín Hernández Galicia y demás detenidos. En el corazón del país, desplegaron mantas y con altavoces denunciaron que el Mandatario de la nación pretendía privatizar a Petróleos Mexicanos entregando el mayor número de concesiones a empresas extranjeras.
Por otra parte, la organización sindical dio la orden de que los trabajadores del turno vespertino de Mantenimiento y Operación no se presentaran a laborar en las refinerías de Alta Mira, Tampico Madero, Aldama, El Mante, González, en varias plantas de Veracruz, San Luis Potosí, Campeche, Yucatán y Tabasco, por lo cual, la producción de hidrocarburos sí se vio afectada, pero, ¿cuál fue la versión de las autoridades en ese momento?
GARANTIZADO EL ABASTO DE COMBUSTIBLE
En una conferencia de prensa realizada a muy altas horas de la noche en la Torre de Pemex, el titular de la paraestatal, Francisco Rojas Gutiérrez, señaló que el abasto de petrolíferos en todo el país estaba plenamente garantizado. Indicó que desde entrada la noche, los trabajadores habían reanudado labores en las plantas antes mencionadas y que sólo se trató de un paro parcial.
Agregó que la empresa contaba con el abasto suficiente de gasolina y exhortó a la ciudadanía a no entrar en pánico por una escases ficticia de gasolina. Resaltó que en caso de que hubiera disminución en la producción de los hidrocarburos, surtirían aquellas zonas afectadas, ya que contaban con vehículos suficientes para hacer llegar el combustible.
El funcionario federal aprovechó la ocasión para destacar que todos los empleados que se revelaran y no asistieran a laborar a las plantas, serían despedidos y se contrataría a nuevo personal.
Por otro lado, dejó claro que las acusaciones de los líderes petroleros en cuanto a que el Presidente tenía la intención de entregar en manos extranjeras los intereses de Pemex eran falsas y enfatizó: -Pemex es de los mexicanos y así lo seguirá siendo, de eso no tengan la menor duda”.
Y para concluir, señaló que los inmuebles administrativos de Pemex en la Ciudad de México serían custodiados por personal de la Secretaría de Protección y Vialidad para evitar percances dentro y fuera de los mismos.
La realidad es que los trabajadores petroleros estuvieron en paro 48 horas en nueve refinerías del país, por lo que el gobierno tuvo que echar mano de pipas para abastecer los hidrocarburos y salir al paso de la crisis. De acuerdo con datos que dio a conocer la misma paraestatal, el fisco dejó de percibir esos dos días un estimado de 28 mil 606 millones de pesos.
En materia de exportación de hidrocarburos, Pemex reportó una pérdida diaria de 12 millones 500 mil dólares. Los obreros se presentaron en sus plantas a laborar el día 12 de enero, y pese a que estuvieron resguardadas por elementos del Ejército mexicano, no se registró ningún hecho violento.
¡Riqueza y poder!
Tras ser interrogados, los detenidos aceptaron su participación en varios delitos, como el de enriquecimiento ilícito, acopio de armas y homicidio calificado
El prolongado interrogatorio hecho a “La Quina” ante el ministerio público federal, licenciado Ramón Calzada Véjar, trajo como resultado la confesión del líder petrolero, quien aceptó que las armas de alto poder incautadas en su domicilio en Ciudad Madero, sí eran de su propiedad y además aceptó, que carecía de permiso para poseer el armamento. Así lo dio a conocer muy temprano el procurador Enrique Álvarez del Castillo.
En su declaración ante el MPF, el líder eterno del Sindicato Petrolero manifestó que en su residencia guardaba más de 200 metralletas UZI, .9 milímetros, ocultas en cajas de cartón. Detalló que las armas se las encargó a su amigo José Cruz Contreras, con residencia en Mc Allen, Texas, pues por vivir muy cerca de la frontera se le facilitó la introducción de dicho arsenal. Explicó que tenía la intención de regalar algunas de las armas a su brazo derecho Salvador Barragán Camacho.
El aprehendido también aceptó que sus pistoleros fueron los que asesinaron al ministerio público Antonio Zamora Arrioja, pero que se debió a la torpeza de éstos, al tratar de contener el ingreso de las autoridades en su domicilio. Explicó que desde 1977 se desempeñaba como director de obras revolucionarias, sociales y políticas del SRTPRM, y desde entonces, tenía varios guardias de seguridad a su servicio, pero el martes 10 de enero que fue capturado, sólo se encontraban dos: Fidel Cárdenas Saumoza y Waldo Flores.
Al respecto del estado de salud de Salvador Barragán Camacho, el director del Hospital de Cardiología, el médico Jorge Soni, declaró al reportero de LA PRENSA, Julián Fajardo, que aún no se encontraba en condiciones de rendir su declaración ministerial, debido a que su estado era delicado, y aunque dos agentes del ministerio público acudieron al nosocomio para interrogarlo, les fue imposible por su estado de salud crítico.
El mismo periodista de LA PRENSA, pudo constatar que el piso donde se encontraba hospitalizado Barragán Camacho, se encontraba custodiada por policías judiciales, quienes impedían el paso incluso de médicos y enfermeras.
POR ORDEN DE “LA QUINA” ASESINARON A TORRES PANCARDO
Dos escoltas y hombres leales a Joaquín Hernández Galicia, confesaron ante el MPF, Alejandro Garza Delgado, ser los autores materiales de la muerte del exdiputado Óscar Torres Pancardo, crimen que se hizo pasar por un accidente automovilístico en la carretera Pachuca-Poza Rica, en septiembre de 1983.
Carlos Fraga Calderón y José Manuel Sánchez Molina explicaron que el perverso asesinato fue planeado por “La Quina”, quien les dio instrucciones precisas para matar a Torres Pancardo. “En aquella ocasión, José Manuel y yo conducíamos un camión de carga, con el cual seguimos a prudente distancia el auto en que viajaba el diputado Óscar Torres Pancardo, su chofer y dos personas más. Al llegar a cierto tramo de la carretera, proyectamos el camión contra el coche de Torres Pancardo para simular un accidente, aunque, en realidad, todo fue intencional, pues fue la misión que nos había encargado “La Quina”.
Continuó con los detalles Fraga Calderón: “Materializado el crimen, nos trasladamos al domicilio de Fidel Castro Somouza, para contarle sobre el éxito de la misión, él se comunicó con Hernández Galicia, quien nos felicitó y nos garantizó el pago pactado”.
CONSIGNADOS AL RECLUSORIO PREVENTIVO ORIENTE
En las primeras horas del jueves 12 de enero, a las oficinas de la PGR, en la calle de López, se dieron cita 12 camiones y 5 jeeps del Ejército, así como varias patrullas de la Policía Federal y dos helicópteros de la Policía Preventiva, para escoltar el traslado de Joaquín Hernández, “La Quina” y 47 líderes petroleros más, al Reclusorio Preventivo Oriente.
“La Quina” iba a bordo de una camioneta Suburban, junto con José Sosa Martínez, y a pesar de que lucían impecables trajes negros, sus semblantes lucían bastante decaídos. Fue así, como el impresionante convoy tomó rumbo por San Antonio Abad y siguió hasta Calzada de Tlalpan, donde se enfiló por Ermita Iztapalapa y finalmente, a las 0:20 minutos, arribó al Reclusorio Oriente.
Discordia con Salinas de Gortari
Joaquín Hernández Galicia era una especie de "Padrino" y era tal su poder, que ponía y quitaba políticos, para mantener sus intereses intactos
Para ser francos, estimado lector, “La Quina” siempre fue un hueso muy duro de roer, en el sentido que desafió a cuatro presidentes del país. Son conocidas sus anécdotas de que cuando llegaba al poder un nuevo Mandatario, Hérnández Galicia se entrevistaba con él para dejar sus condiciones muy claras: “si respetamos nuestros intereses, podemos llevarnos muy bien”. Fue lo que les dijo a Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo y Miguel de la Madrid Hurtado.
Sin embargo, en 1987, cuando de la Madrid destapa a Carlos Salinas de Gortari como el candidato presidencial, el Sindicato Petrolero no tardó en expresar su inconformidad. Pero la afrenta se hizo más grande en 1988, cuando Salinas y Hernández Galicia se encontraron en persona por vez primera y ahí, el aspirante presidencial fue muy claro al señalar que terminaría con los cacicazgos y caudillismos de todo tipo, sobre todo, con aquellos que se enriquecían a costa del sacrificio de los trabajadores.
Desde ese momento la animadversión entre los dos fue irreconciliable, al grado que “La Quina” se dedicó a atacar el proyecto de nación de Salinas de Gortari, el cual lo acusaba de “antipopular y neoliberal”. Hernández Galicia no perdía oportunidad en sus asambleas para señalar que Salinas era un hombre incompetente para manejar al país y no cesó en su discurso: “Hemos sido manejados por pura fraseología desde hace muchos años. Ya es tiempo de marcar nosotros el camino, como lo marca la Constitución: ‘El Estado al servicio del pueblo, no el pueblo al servicio del Estado”.
JOAQUÍN HERNÁNDEZ GALICIA ARREMETE CONTRA SALINAS
Con las precampañas electorales en pleno auge y la jornada electoral de1988 en puerta, “La Quina” se decantó por apoyar al candidato del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, a quien benefició con dinero y votos principalmente en estados del sur del país. El resultado de aquella polémica jornada electoral, la conocemos bien: alrededor de las 20:00 horas, Cárdenas aventajaba a Salinas y a Manuel Clouthier, candidato del PAN, pero de pronto se registró una falla en el sistema de cómputo, cuando se restableció la deficiencia tecnológica, Carlos Salinas de Gortari se impuso como ganador con el 50.36% de los votos.
LA HISTORIA DEL PASQUÍN
Por otra parte, en las cúpulas del poder político, se cuenta que lo que verdaderamente hizo rabiar a Carlos Salinas fue que “La Quina” mandó a hacer un pasquín (escrito anónimo con sentido crítico y burlón), donde se afirmaba que Carlos Salinas y su hermano Raúl asesinaron a una sirvienta de su casa cuando eran niños.
Entonces Salinas intentó por todos los medios eliminar ese folletín, sin embargo la discordia entre ellos, ya les carcomía las entrañas.
DULCE ES LA VENGANZA
A poco más de un mes de tomar posesión como Presidente de México, Carlos Salinas de Gortari juzgó a bien iniciar su mandato con un golpe contundente, ya que su triunfo en las elecciones no lo había sido. Así es que el 10 de enero muy por la mañana, ordenó la captura de Joaquín Hernández Galicia y 30 de sus hombres más fieles del sindicato más poderoso del país, el petrolero, acusándolos de tráfico de armas, enriquecimiento ilícito, lavado de dinero, resistencia de particulares y homicidio calificado.
CAÍDA DE “LA QUINA” Y DEMÁS LÍDERES PETROLEROS
El domingo 15 de enero, el juez octavo de lo penal, José Luis García Vasco, dictó la formal prisión a José Sosa Martínez, Sergio Bolaños Quezada, Raúl Santoscoy Pineda, y a Salvador Barragán Camacho, acusados por los delitos de acopio de armas de uso exclusivo del Ejército, homicidio calificado, enriquecimiento ilícito y encubrimiento. Las pruebas fueron irrefutables en su contra y todos fueron condenados a más de 20 años de prisión.
El martes 17 de enero, el juez García Vasco dictó formal prisión a quien fuera el máximo líder moral de los petroleros: Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, sólo por los delitos de Tráfico de armas y homicidio calificado. Días después fue condenado a 35 años de prisión, pero sólo estuvo siete en el Reclusorio Oriente. En 1997, salió de la cárcel, gracias a una amnistía del gobierno del Presidente Ernesto Zedillo.
Joaquín Hernández Galicia, el hombre que hizo del sindicato petrolero una de las mafias más poderosas del país, el padrino que ponía y quitaba políticos y enfermó más que de riqueza, de poder político, bebió el aguardiente de la despedida, el 11 de noviembre de 2013, cuando falleció a los 91 años, en su natal Tampico, Tamaulipas.