El próximo lunes 30 de septiembre finaliza el sexenio de Andrés Manuel López Obrador.
Así llegan a su fin las conferencias mañaneras, desde donde todos los días fijó la agenda nacional, sin considerar si lo dicho todos los días eran verdades.
Le restan siete días para ponerle fin a su maquinaria de polarización, de diatriba y lanzamiento de hostilidades.
El aparato manipulador de los beneficiaros de los programas sociales, quedará suspendido.
Los ataques a los adversarios, en especial a los conservadores, llegarán al punto de quiebre con la salida de López Obrador.
¿Heredará esa forma de gobernar, incluida la obsesión de dividir a los mexicanos, en chairos y fifís?
Aunque exprese lo opuesto, el mandatario siempre denostó a todos los periodistas, columnistas y articulistas que lo criticaron.
Y por el contrario, encumbró a representantes de una anquilosada forma de ejercer el periodismo, como las porras que le lanzaron “es un honor estar con obrador”.
Valga recordar la anécdota del Presidente Ernesto Zedillo, quien con cierto grado de broma y reclamo les dijo a los periodistas que cubren sus actividades:
“Ya sé que ustedes nunca aplauden”, cosa que López Obrador siempre esperó de sus aduladores en Palacio Nacional, hasta las tesis les firmó y aceptó obsequios en público.
Además cada semana, desde un espacio en su conferencia, se dedicó a atacar y a pretender desmentir a periodistas incómodos a su régimen.
Ana Elizabeth García Vilchis, una improvisada funcionaria con dificultades para expresarse en público, fue usada como punta de lanza contra el gremio periodístico.
Analistas y columnistas se dedicaron en múltiples ocasiones a contabilizar la sarta de mentiras surgidas desde Palacio Nacional.
Un tema recurrente, fue el avión presidencial de Enrique Peña Nieto, rifado sin que nadie obtuviera el premio y vendido, sin haberse terminado de pagar.
Otro fue el presumido esquema de salud mucho mejor que el de Dinamarca, situación que arrancó burlas en esa nación.
Adicionalmente, fueron objeto de soterrados cuestionamientos las obras faraónicas de la 4T:
Un Aeropuerto, construido en una Base Militar que con escasos pasajeros no plusvalía.
El Tren Maya, sin haberse concluido ya fue inaugurado con sus consecuentes fallas y retrasos.
La refinería de Dos Bocas, también inaugurada en repetidas ocasiones, sin refinar un barril de petróleo.
¿Llegará a su fin la estrategia de la mentira como política gubernamental?
¿Se acabará el pretexto de culpar al pasado de todos los males del presente?
PROSPECCIÓN… El Presidente Andrés Manuel López Obrador rechazó las acusaciones de “dictador”, expresadas en una manifestación de rechazo a su presencia en Veracruz: “Lo que me gritaban los del Poder Judicial que están en contra de la reforma era dictador, dictador, dictador, es lo que sostiene (Héctor) Aguilar Camín y (Enrique) Krauze y sin rigor con mucha deshonestidad. ¿Dictador de qué?”, señaló el mandatario, quien presumió que pudo haber atrapado la botella con agua dadas sus habilidades como beisbolista.
X: @JoelSaucedo