/ viernes 20 de septiembre de 2024

Poder Ciudadano / ¿Por qué se van los comunicadores de México?

Esta semana, el periodista Ciro Gómez Leyva vuelve a ser noticia, al darse a conocer lo que se especulaba desde hace semanas, su salida del país, sin desconcectarse profesionalmente, transmitiendo ahora desde España.

He leído las diversas versiones de los dueños de la verdad absoluta, sobre la salida de México de Ciro, que van desde colegas periodistas y comunicadores de buena fe, a youtuberos y también a fanáticos miserables que se esconden tras el anónimato de las redes sociales.

Hay de todo, pero sobre todo la miseria humana de los cobardes que desconocen lo que es haber estado a centimetros de la muerte. Quizás, el haber sufrido también un atentado fallido hace 6 años -que quedó muy lejos de lo que sufrió Ciro-, me permite entender su decisión.

En aquel entonces, 2018, un constructor de orígen judío, me demandó civil y penalmente, por haber denunciado una obra irregular. Después de haberle ganado las demandas, infundadas por completo, días después, casualmente entraron un colombiano y dos mexicanos a mi condominio, con armas, brincando por los balcones, y se introdujeron a un departamento que por obra de Dios o de quien tú creas, no era el mío.

Durante una hora amagaron a mis vecinos preguntándoles por mi, diciéndoles que el patrón los había mandado y que donde me encontraba yo.

La equivocación de estos delicuentes al entrar a un departamento que no era el indicado, hizo que hasta la fecha, no deje de pensar que habría pasado de haber entrado al mío. El apoyo de mi casa editorial, de mi jefe, y de amistades en el medio, hizo que me atendieran en la entonces Secretaria de Seguridad Pública, y que la Fiscalía priorizara mi caso.

Por supuesto, hasta la fecha, no se detuvo a nadie, y lo que mayormente recuerdo fue lo que me dijo un asesor del secretario: “deja de pensar quien fue y que habría pasado porque aunque los agarremos nunca lo vas a saber, y a lo que yo me puedo comprometer es que si los capturamos, les meteremos una madriza con la que nunca se volveran a meter contigo y al colombiano después lo repatriamos”. Nunca pasó nada.

En mi caso, tuve que bajar perfil, bajar redes sociales, cambiarme de casa y andar con Código Águila durante dos años. Rechacé la escolta por desconfianza. Me cambio literalmente la vida. Afortunadamente, no me pasó nada.

En el caso de Ciro, no puedo imaginarme que habiendo recibido el apoyo de la entonces Jefa de Gobierno, hoy Presidenta electa; del secretario de seguridad ciudadana de la Ciudad de México, hoy Senador y próximo secretario de seguridad federal; de haberse encarado con quienes le dispararon, y de haber visto la muerte a centímetros, viva con esa terrible incertidumbre de no saber quién lo mandó asesinar y por qué.

Pero no solo eso, sino que además de sufrir el estrés post traumático de un hecho de ese tamaño, el todavia Presidente de la República le cargue calor cada vez que puede. Hago a un lado a los miserables fanáticos de las redes, Ciro tiene la piel gruesa para aguantar eso y más, pero la real incertidumbre nunca se la quitará ¿por qué lo mandaron matar?

Por eso creo que Ciro se va de México. Y también por la enorme cantidad de periodistas que fueron asesinados este sexenio y quedaron en la impunidad. Por eso se van.


X: @floresaquino

FB: Juan Carlos Flores (fan page)

Esta semana, el periodista Ciro Gómez Leyva vuelve a ser noticia, al darse a conocer lo que se especulaba desde hace semanas, su salida del país, sin desconcectarse profesionalmente, transmitiendo ahora desde España.

He leído las diversas versiones de los dueños de la verdad absoluta, sobre la salida de México de Ciro, que van desde colegas periodistas y comunicadores de buena fe, a youtuberos y también a fanáticos miserables que se esconden tras el anónimato de las redes sociales.

Hay de todo, pero sobre todo la miseria humana de los cobardes que desconocen lo que es haber estado a centimetros de la muerte. Quizás, el haber sufrido también un atentado fallido hace 6 años -que quedó muy lejos de lo que sufrió Ciro-, me permite entender su decisión.

En aquel entonces, 2018, un constructor de orígen judío, me demandó civil y penalmente, por haber denunciado una obra irregular. Después de haberle ganado las demandas, infundadas por completo, días después, casualmente entraron un colombiano y dos mexicanos a mi condominio, con armas, brincando por los balcones, y se introdujeron a un departamento que por obra de Dios o de quien tú creas, no era el mío.

Durante una hora amagaron a mis vecinos preguntándoles por mi, diciéndoles que el patrón los había mandado y que donde me encontraba yo.

La equivocación de estos delicuentes al entrar a un departamento que no era el indicado, hizo que hasta la fecha, no deje de pensar que habría pasado de haber entrado al mío. El apoyo de mi casa editorial, de mi jefe, y de amistades en el medio, hizo que me atendieran en la entonces Secretaria de Seguridad Pública, y que la Fiscalía priorizara mi caso.

Por supuesto, hasta la fecha, no se detuvo a nadie, y lo que mayormente recuerdo fue lo que me dijo un asesor del secretario: “deja de pensar quien fue y que habría pasado porque aunque los agarremos nunca lo vas a saber, y a lo que yo me puedo comprometer es que si los capturamos, les meteremos una madriza con la que nunca se volveran a meter contigo y al colombiano después lo repatriamos”. Nunca pasó nada.

En mi caso, tuve que bajar perfil, bajar redes sociales, cambiarme de casa y andar con Código Águila durante dos años. Rechacé la escolta por desconfianza. Me cambio literalmente la vida. Afortunadamente, no me pasó nada.

En el caso de Ciro, no puedo imaginarme que habiendo recibido el apoyo de la entonces Jefa de Gobierno, hoy Presidenta electa; del secretario de seguridad ciudadana de la Ciudad de México, hoy Senador y próximo secretario de seguridad federal; de haberse encarado con quienes le dispararon, y de haber visto la muerte a centímetros, viva con esa terrible incertidumbre de no saber quién lo mandó asesinar y por qué.

Pero no solo eso, sino que además de sufrir el estrés post traumático de un hecho de ese tamaño, el todavia Presidente de la República le cargue calor cada vez que puede. Hago a un lado a los miserables fanáticos de las redes, Ciro tiene la piel gruesa para aguantar eso y más, pero la real incertidumbre nunca se la quitará ¿por qué lo mandaron matar?

Por eso creo que Ciro se va de México. Y también por la enorme cantidad de periodistas que fueron asesinados este sexenio y quedaron en la impunidad. Por eso se van.


X: @floresaquino

FB: Juan Carlos Flores (fan page)