Papa Francisco y obispos mexicanos condenan la política antiinmigrante en el mundo, particularmente la que se origina desde América Latina y se dirige a Estados Unidos; demandan acciones valientes para que “el desierto, los mares” y los territorios hostiles, no sean lugares de exterminio humano.
En la audiencia del miércoles de la semana pasada, el Papa Francisco se salió del “tono normal” de pastor cariñoso y fustigó, como muy pocas veces lo había hecho, la política antiinmigrante de los gobiernos europeos y de América, pero sobre todo del gobierno italiano, que presumía haber bajado la Inmigración este año en 66%.
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) tampoco se anduvo con medias tintas y durante los trabajos de esta semana en Monterrey, denunció la política antiinmigrante de los gobiernos de la región y de sus causas.
Denunciaron que en México existe “una migración forzada por pobreza, violencia, falta de trabajo y crisis económica, que incluye desempleo y bajos salarios”. Y en un mea culpa, reconocen la inexistencia de estructuras organizadas para la atención pastoral de migrantes en muchas diócesis y parroquias.
El Papá Francisco dijo:
⁃ “Hay quienes trabajan sistemáticamente y por todos los medios para repeler a los migrantes. Y esto, cuando se hace a conciencia y con responsabilidad, es un grave pecado”.
⁃ “Es un «pecado grave», rechazar sistemáticamente a los migrantes por cualquier medio”.
⁃ “Todos conocemos la foto de la mujer y de la hija de Pato, que murieron de hambre y sed en el desierto. En la era de los satélites y los drones, hay hombres, mujeres y niños migrantes que nadie debe ver: los esconden. Sólo Dios los ve y escucha su grito. Y ésta es una crueldad de nuestra civilización”.
⁃ “Unamos nuestros corazones y nuestras fuerzas, para que los mares y los desiertos no sean cementerios, sino espacios donde Dios pueda abrir caminos de libertad y fraternidad”.
Francisco enjuició a gobiernos que promueven leyes más restrictivas, militarización de las fronteras y rechazo a los migrantes. Planteó caminos correctos:
“Ampliemos las rutas de acceso seguras y regulares para los migrantes, facilitando refugio a quienes huyen de guerras, violencia, persecuciones y muchas calamidades; fomentemos una gobernanza mundial de la migración basada en la justicia, la fraternidad y la solidaridad. Combatamos el tráfico de seres humanos, para detener a los traficantes criminales que se aprovechan sin piedad de la miseria ajena”.
Los obispos mexicanos se comprometen a fortalecer estructuras integrales para la ayuda a migrantes, incluyendo servicios legales, espirituales, de salud, alimentación y hospedaje; así como a crear redes y espacios de acogida en las parroquias, además de apoyo a las casas del migrante y albergues.
Llama la atención que los obispos mexicanos nunca mencionan algún tipo de colaboración con el nuevo gobierno que encabezará Claudia Sheinbaum. Para enfrentar este problema todos debemos participar.