La inteligencia artificial (IA) ya está aquí, se expande a pasos veloces, nuestros celulares o computadoras ya lo contienen, hay aplicaciones que te invitan a usarla, en todos los sectores públicos o privados hemos comenzado a utilizarla en mayor o menor medida.
Pero, ¿qué tiene esta inteligencia artificial (IA) que tanto ruido ocasiona?. Que al tiempo que se acepta se rechaza. La respuesta es sencilla, hace tareas inmediatas que regularmente requieren de inteligencia humana, al grado que puede enseñar, resuelve problemas, comprende y toma decisiones, cosas que usualmente hace un humano, pero con errores, empleando mayor tiempo y con imprecisiones. En cambio la inteligencia Artificial te vende la ilusión que todo lo que haga es en menor tiempo, con mayor precisión y con un índice de error menor, sin duda una maravilla.
Así con esas características claro que da pánico su uso, pues hace sentir que los humanos vamos a ser desplazados, que terminaremos perdiendo nuestro empleo y que el poder de un click se convierte ya no en un aliado sino en franco enemigo, que se quiere apoderar del espacio que por siempre nos ha pertenecido.
No hay vuelta atrás la IA ya está entre nosotros, los jóvenes la utilizan para sus tareas escolares, algunos para contestar exámenes, algunos abogados para hacer demandas, para encontrar en forma rápida precedentes judiciales. En fin, es una herramienta que poco a poco se utiliza más y para más cosas, y como no; con ella se abrevia tiempo y se eficientizan los procesos.
Pero la IA no se manda sola, ya que para resolver o hacer una tarea determinada debe ser preparada, entrenada, vigilada por un humano. No nace de la nada, tiene un proceso donde participan grupos de trabajo con experiencia en ciertos campos, cuyo objetivo es preparar a la IA para hacer muchas encomiendas en menor tiempo. Imagina que esta herramienta pueda realizar en fracción de segundos una demanda o una sentencia, así como se expone sin duda una maravilla.
Hasta aquí parecería que se vuelve una herramienta espectacular, pero tiene sus detractores. Tiene como defecto estar hecha con diversos sesgos generados por la persona o por el grupo de trabajo que la prepare, es decir, la IA nace con los pensamientos de sus creadores y, por tanto, con todo el bagaje estructural de sus desarrolladores. A manera de ejemplo, si los creadores de esta tienen una cierta fobia o preferencia a un grupo musical la IA tendrá la misma fobia o preferencia. Si el grupo de trabajo tiene ciertos ideales la IA los tendrá también. Es así porque esta aprende de sus creadores y su creador difícilmente se puede desprender de sus contenidos mentales, los humanos somos el reflejo de todas nuestras experiencias y entorno y lo que desarrollamos es nuestro reflejo.
Entonces, ¿hay que usar o no la IA en la administración de justicia?, sin duda, sí, de manera gradual. Considero que la regla inicial es utilizarla en los acuerdos sencillos, y en la resolución de casos fáciles que generan volumen. Como ejemplo de ello en el juicio de amparo, hay temas repetitivos que son sencillos, con criterios ya determinados, que bien pueden resolver todo su proceso a través de esta herramienta.
¿La IA desplaza el uso de un Juzgador?. Por supuesto que no, ya que la herramienta solo elabora acuerdos o resoluciones, el juez seguirá siendo un revisor y entrenador, si la propuesta hecha se comparte la convalida el juez, pero si esta no es la que corresponde a su criterio se entrena al boot a efecto que se alinee a ese criterio. Como se ve la IA hasta ese punto no desplaza al Juzgador, sino lo complementa.
¿El demás personal será desplazado con el uso de la IA? En apariencia si, porque el personal dejará de realizar trabajo con relación a acuerdos y resoluciones sencillas. Pero no significa que por ello pierda su trabajo, mas bien su fuerza laboral deberá ser ocupada para atender los demás asuntos, es decir, aquellos de mediana o alta complejidad.
Como vemos, al dar el primer paso con el uso de IA, lograremos por un lado que la herramienta colabore en la elaboración de acuerdos y resoluciones sencillas; y por otro lado tendremos mayor numero de personal integrando expedientes, acordando y resolviendo casos complejos.
Por otro lado, el posible sesgo que puede existir se desplaza con la enseñanza o entrenamiento cotidiano que hagan los Juzgadores a la IA, con la alimentación diaria que se haga de la misma, y con el cotidiana actualización de normas y jurisprudencia que aborde los temas que en exclusiva se deje a esa herramienta, de tal manera que pueda contemplar los diversos criterios que puedan existir en todo una gran organización.
Sugiero, entonces, que demos el primer paso; solo así podremos documentar su implementación, evaluar su progreso y, determinar su ampliación o retiro.
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