La calidad del aire no es, ni tiene por qué serlo, un circulo vicioso para la Ciudad de México y la Zona Metropolitana del Valle que la rodea. Siempre habrá circunstancias climatológicas especiales, pero nuestra participación como ciudadanos es muy importante para reducir los episodios de contingencia ambiental.
Las normas y las disposiciones oficiales están vigentes desde hace muchos años y su actualización en distintos momentos nos ha ayudado a tener más días de aire limpio, pero no es suficiente en momentos del año en el que la madre naturaleza no trae vientos, el calor llega a récord de grados y nos empeñamos en buscar formas en las que podamos seguir haciendo uso de los automóviles.
Comprendo que para millones de personas no es opcional abandonar su coche, pero cuando seguimos con un 70 por ciento de los automóviles particulares ocupados solo por el conductor, entonces se hace difícil evitar la suspensión parcial de circulación por el incremento de contaminantes.
Casi una semana en contingencia ambiental es un problema público y social que no termina con las dificultades de traslado hacia la zona metropolitana, también es una grave situación de salud pública que cobrará facturas a todas y a todos por muchos años hacia delante.
Nuestra participación en disminuir las emisiones de contaminantes es clave y podríamos estar esforzándonos menos de lo que es necesario y urgente para impactar de una manera más decisiva en nuestro medio ambiente. Un tema es el uso de automóvil, pero no es el único.
Fomentar el uso de la bicicleta y aumentar la confianza en el transporte público, sobre todo por medio de una modernización y buen servicio, son políticas públicas que solo producen efectos si la sociedad se moviliza para apoyarlas. Las rutas de traslado de una alcaldía a otra, de un municipio conurbado a los centros del trabajo y estudio, están más que analizadas; lo que nos hace falta es espacios para que esos vehículos no contaminantes o de bajo consumo de combustible puedan ganar terreno en las calles.
Tratar de darle la vuelta a las disposiciones oficiales con la adquisición de motonetas eléctricas para hacerlas pasar por bicicletas es una mala idea. Por su velocidad y diseño entran en la regulación vigente que contempla a las motonetas y motocicletas. La manera en que serán normados estos vehículos dependerá de las autoridades correspondientes, pero a los ciudadanos nos toca evitar los atajos para hacer la circulación más fluida en la Ciudad de México y en la zona conurbada.
Tendrá que haber un plan de movilidad para que en los próximos años se amplíen las rutas de transporte público, el reacondicionamiento del Metro desahogue la demanda actual y la futura, al mismo tiempo que el Metrobus, el Cablebus, crecen sus líneas en conexión con las que establezcan las autoridades del Estado de México.
En este sentido, un nuevo diseño de varias zonas de la capital del país tendría que estar contemplado. Hoy sabemos cuáles con las alcaldías que concentran los centros laborales, las que representan los hogares de aquellos que se trasladan de una a otra y las rutas de entrada y de salida de los millones de personas que ingresan a la Ciudad de México con el mismo propósito. Abrir otros polos de la capital tanto a oficinas, como a vivienda podría lograr el equilibrio necesario para que la distancia del trabajo al hogar no tenga que ser de dos o tres horas de manejo de un auto o de viaje en un camión.
Antecedentes, desafortunados y con mejor resultado, sobran. Recordemos que Santa Fe era el basurero metropolitano antes de convertirse en una de las zonas económicas más importantes de la ciudad y que colonias en la alcaldía Cuauhtémoc como La Condesa y la Roma quedaron casi vacías después del terremoto de 1985 para resurgir como uno de los atractivos urbanos del mundo para miles de personas que han cambiado su residencia a ellas desde muchos países.
¿Podría suceder lo mismo en otros lugares? Tres ejemplos rápidos que están a la vista: Las Granadas son, desde hace varios años, “Alto Polanco”; la colonia Doctores comienza a llenarse de jóvenes que están a un paso de la colonia Condesa; y la Narvarte, la Escandón y la San Miguel Chapultepec, son atractivas y hasta exclusivas en algunas de sus calles; en tanto que el recién peatonal Centro Histórico entra en una nueva etapa que le daría estabilidad.
En resumen, podemos hacer mucho por recuperar a la Ciudad de México como la “región más transparente”; con actuar de manera corresponsable tendría que bastar. ¿Cuándo empezamos?