La iniciativa de Ley Camila consiste en un paquete de reformas en materia de los derechos de las niñas, niños y adolescentes que tiene como objetivo reconocer el derecho fundamental de los menores al vínculo materno filial en todas sus expresiones: apego seguro, crianza positiva, lactancia materna, libre lactancia, contacto piel con piel, etcétera.
Con esto, se pretende combatir la separación forzada de bebés de sus madres, una acción que activistas feministas y luchadoras por la primera infancia buscan que sea reconocido como una modalidad de maltrato infantil. Cada día, la separación forzada se convierte en un problema más frecuente para el que no hay respuesta pública ni acciones institucionales suficientes.
En el caso de la menor que inspira esta ley, Camila, fue separada de manera forzada de su madre cuando tenía tan sólo 6 meses de nacida. La bebé en aquel momento ya había sido registrada, sin embargo, a partir de la organización Coordinadora de Alianzas por los derechos de las Maternidades e Infancias en Latinoamérica camilas.org se ha registrado que existen bebés sustraídos desde los 0 meses, recién nacidos, incluso antes de tener un acta de nacimiento o de haber sido presentados ante el Registro Civil. Esto representa un gran obstáculo al momento de presentar una denuncia ante las autoridades pues legalmente, un menor sin acta de nacimiento o registro no tiene aún reconocimiento por parte del Estado y su protección se limita a las partidas de nacimiento o documentos médicos que amparen el parentesco.
A pesar de que existe reconocido en la ley el delito de sustracción y retención de menores, cuando es el propio padre quien separa a un bebé de su madre, las autoridades ministeriales catalogan el hecho como una acción que no consideran delictiva por tratarse del progenitor, aún cuando exista riesgo o antecedentes de violencia en contra de la madre o en etapa de embarazo de la misma.
Estudios científicos han documentado el impacto del apego con la madre durante los primeros meses de vida, al grado de que hablar de este vínculo es recordar todas las vidas que se lograron salvar durante la segunda guerra mundial con la terapia de piel con piel. Durante la segunda guerra mundial, en Rusia se refugiaron algunos grupos de personas judías que lograron huir. Llegaron a la zona nevada que mantenía temperaturas de menos tres o menos cinco grados Celsius.
No había hospitales disponibles y entre las mujeres que llegaron a alojarse en cabañas improvisadas, las embarazadas entraron en labores de parto. No había incubadoras y
tampoco sistemas de calefacción, inclusive, hacer fogatas era un riesgo ya que había dos ejércitos buscándolos.
Las matronas que asistieron los partos pedían a las madres no envolver a sus bebés en cobijas por riesgo de asfixia, les indicaron que el bebé, prácticamente desnudo, debía ser colocado directamente con su piel, logrando tocar pecho con pecho y corazón con corazón, de esta manera, el calor de la madre podría mantener cálido y con vida a su bebé mientras que el corazón del bebé podría sincronizarse con el de la madre. La estrategia fue tan exitosa, que la terapia piel con piel continúa utilizándose. Así de impactante es el apego de neonato: guardarse en brazos de mamá puede significar vida, así como su separación eleva los riesgos de muerte de cuna, ansiedad y estrés o sufrimiento neonatal.
Abogada feminista, especialista en políticas públicas.
Opinión por Frida Gómez @ifridaita