Todo por obra de una mutación ideológica. A mediados del siglo XIX se elaboró una nueva visión jurídica del hombre, la sociedad, sus relaciones y el mundo: el nuevo modelo rompía con las visiones iusnatural y positiva-liberal, porque estipulaba que el Derecho era un medio de control social impuesto por la clase social que detentaba el dominio de los medios de producción de bienes y servicios de la sociedad, por lo cual el ordenamiento jurídico tenía como finalidad el mantenimiento del orden social, de la explotación clasista.
La solución propuesta era la abolición de la sociedad capitalista, la dictadura del proletariado y la construcción de una sociedad sin clases.
Con independencia de su adopción doctrinal en un país determinado, la visión marxista del Derecho y de la sociedad, ejerció una influencia amplia y profunda en el pensamiento universal. De esta doctrina data el adjetivo “social” que se puede asignar a instituciones, procesos, conceptos, principios y a la misma justicia.
Tres ideologías políticas claramente diferenciadas que han transformado la vida y la sociedad en Occidente.
Ideología y poder público
La teoría del Estado se alimentó de mitos y creencias para cimentar un conjunto de conceptos que tomaron préstamos de cuerpos como la religión, las leyendas ancestrales o las cosmogonías para justificar sus postulados.
El Derecho reprodujo sus elementos discursivos, y el sistema judicial se encargó de resolver los conflictos intersubjetivos y en general las transgresiones a los códigos sociales de conducta con base en sus preceptos, en sus ideas, valores y principios, en una palabra, en su ideología jurídica.
En la historia de las ideas políticas en nuestro país encontramos repetidos ejemplos de inserción de nueva ideología por las élites para cambiar la sociedad. En ocasiones, hubo resistencias, conflictos.
La Constitución de 1857 es un documento que acogió la ideología de las élites que triunfaron en los debates congresionales con su visión de un proyecto nacional.
Una ideología totalmente despegada de la realidad social, porque los políticos querían transformarla, conducir al pueblo a una nueva cultura política, lo cual implicaba un enfrentamiento con los modos tradicionales de pensamiento y de prácticas políticas y sociales.
La Revolución Mexicana sintetizó en la Constitución de Querétaro un nuevo proyecto nacional, ahora sustentado en una formidable síntesis de elementos ideológicos del Estado liberal decimonónico con las ideas de justicia social, de atención a las demandas principales del pueblo.
Desde 1917 la Carta Magna se ha mantenido como un símbolo, como factor de unidad y centro de confluencia de todas las corrientes políticas. Se le han hecho cientos de modificaciones; algunas no enteramente conformes con el compromiso con las clases populares. Algunas en franca contradicción con la ideología que postularon los Constituyentes de 1916-1917.