México recibió el nuevo año 2022 junto con la cuarta ola pandémica de Covid19, la cual al igual que las anteriores ha sido subestimada por las autoridades, que han llamado el cuadro respiratorio provocado por Ómicron “una gripita” que se puede atender con remedios caseros.
A casi dos años de la identificación del primer caso de SARS-Cov-2 en territorio nacional, la estrategia sanitaria reporta un saldo de cerca de 4.4 millones de contagios, más de 301 mil muertes y alrededor de 306 mil casos activos.
La opacidad y falta de transparencia han caracterizado la compra de vacunas, pruebas de detección y otros insumos. Mientras médicos y enfermeras que trabajaron en unidades temporales Covid solo se quedaron con promesas de contratación.
Durante la primera oleada, el personal de salud enfrentó fuertes carencias de materiales y equipos de protección, por ello, México tiene la tasa de mortalidad más alta de personal de salud a nivel mundial, estadística que ha dejado de publicarse.
El manejo tendencioso de la comunicación oficial, la utilización de las políticas de salud con fines electorales, así como la falta de coordinación entre los distintos niveles de gobierno y dependencias quedó en evidencia cuando el gobierno de la Ciudad de México y la Secretaría de Salud federal no pudieron ponerse de acuerdo en el color del Semáforo Epidemiológico.
Ante el incremento de contagios por Ómicron, las granjas oficiales de “bots” recurren al linchamiento para acallar las voces críticas, sin lograr el éxito que tenían al inicio de la administración, pues al paso del tiempo, los usuarios de redes han identificado esas cuentas falsas y les dan el trámite requerido.
La culpa es de la diabetes, de quienes salieron a festejos navideños, de la obesidad, de administraciones pasadas. De todos, menos de la 4T que se la ha pasado satanizado el uso de cubrebocas, organizó cuanto evento masivo se le ocurrió en diciembre y ha negado sistemáticamente la aplicación de vacunas, para menores de 18 años, niños con alguna comorbilidad y la tercera dosis de refuerzo.
Algunos estiman que el uso de granjas de “bots” puede costar hasta un millón de pesos por hora, ojalá ese dinero se invirtiera en vacunas, pruebas, insumos y contratación de personal de salud.