Sin duda amigo lector que los constantes asesinatos que se han cometido durante los últimos tres años contra periodistas, convierten a nuestro país como uno de los más peligrosos para ejercer esta noble profesión. Durante el primer año de gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, al menos 13 periodistas fueron asesinados en cumplimiento de su labor informativa y la mayoría de estos crímenes por no decir que todos continúan en la total impunidad, pues no han sido resueltos y los criminales siguen libres, debido a que no se les ha dado, en cuanto a las investigaciones se refiere, la continuidad necesaria y han quedado en el olvido.
Y aquí amigo lector, uno se pregunta dónde está la libertad de expresión a la que tenemos derechos no solamente los periodistas, sino que cualquier otro ciudadano. La pregunta es cómo un periodista puede ejercer libremente sus funciones como cualquier otro trabajo si corre el riesgo de sufrir alguna agresión e incluso hasta ser asesinado.
Hace algunos años, en nuestro país la labor del periodista no era tan peligrosa, ahora es diferente, pues tiene que tener mucho cuidado con lo que escribe o maneja, pues está en la mira no solamente de funcionarios sino que de la misma policía y para acabarla de grupos criminales que con la mano en la cintura los asesinan por algo que no les gusto.
Para protección de los periodistas hace unos años se creó en la ex PGR una Fiscalía especial para la atención de delitos cometidos contra comunicólogos y recientemente en la Fiscalía mexiquense también se creó un área especial para atender delitos cometidos contra periodistas, pero lamentablemente ninguna de estas dos fiscalías ha dado los resultados deseados, pues los ataques y agresiones contra periodista continúan e incluso se han incrementado alarmantemente, todo ello en la total impunidad.
Prueba de ello es el ataque a puñaladas que sufrió esta semana un reportero del periódico Basta, en los paraderos del metro Cuatro Caminos, quien previamente había sido amenazado por sus actividades por integrantes de un sindicato o los asesinatos que se cometieron contra otros dos comunicólogos en el Estado de Chiapas y la agresión artera que sufrió mi compañero David Deolarte y un fotógrafo del periódico Metro, a manos de los temibles, prepotentes y agresivos policías municipales de Chimalhuacán que en un claro atentado contra la libertad de expresión. Nos leemos el próximo domingo.
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