Las mujeres representan en México el 52% de la población, sin embargo ganan 24% menos salario que un hombre, desarrollando la misma actividad en el mismo cargo. Si se trata de violencia, es víctima. En cuanto a oportunidades, cuenta con menos posibilidades de formarse y desarrollarse personalmente.
En la informalidad, suele ser más explotada. En la participación social, es menos representada y dedica más esfuerzo al cuidado doméstico, lo que indica que se le ha conferido un papel secundario que no merece.
Las empresas exitosas en México y el mundo, son aquellas cuya ventaja competitiva, visión de negocio y obtención de mayores ganancias, están basadas en la concepción de que las mujeres son agentes de cambio y líderes empresariales que impulsan sus organizaciones y sus economías, a la vez que se mejora la vida de las familias y las comunidades.
La fórmula que siguen las empresas es atraer y retener a las personas más talentosas sin desperdiciar las habilidades y el potencial laboral de la mitad de la población representada por las mujeres.
Situación contraria ocurre en los mercados emergentes, donde las empresas a menudo carecen de conocimientos sobre los beneficios monetarios y no entienden las oportunidades de la igualdad entre ambos sexos. El avance es frenado cuando las empresas se comparan con el promedio de su sector y no con las organizaciones líderes en el empleo de mujeres.
Las empresas con un nivel alto de mujeres en su equipo ejecutivo tienen un 21% más de probabilidades de registrar ganancias superiores al promedio que las empresas con niveles más bajos.
Las mujeres están cada vez más preparadas, impulsadas por la necesidad de sobresalir en un mundo masculinizado, lo cual las convierte en aliadas ideales para potenciar el desarrollo de las empresas.
Debe desplegarse de forma integral la contratación de mujeres y mejorar sus condiciones de trabajo, ayudar a ampliar el acceso a servicios financieros, invertir en programas de educación que proporcionen habilidades comerciales y capacitación en liderazgo a mujeres emprendedoras.
Las empresas deben crear planes de igualdad con compromisos, medidas y objetivos concretos, aumentando el número de mujeres en cada nivel/posición dentro de la empresa, especialmente en puestos de responsabilidad y de alta dirección, mediante el impulso de políticas que empoderen a las mujeres.
Hay mucho por hacer en materia de equidad de género, pero es fundamental implementar estrategias eficaces para que las empresas sean más competitivas y lograr estándares semejantes a las organizaciones líderes del mundo que cuentan con relaciones laborales basadas en buenas prácticas de género, que les han permitido lograr rentabilidad, productividad y eficiencia.