/ viernes 12 de julio de 2024

Hojas de papel | Al compás del reloj… rock, rock, rock…”

De pronto aquella palidez de cirio y languidez de lirio del romanticismo que imperaba en el ambiente mexicano, fue sacudido de su morriña y casi como sin proponérselo, para el gusto musical de los jóvenes del mundo, apareció una nueva forma de expresión rítmica, una actitud, una rebelión, un ¡ya basta! Para hacer sentir que la vida y el mundo, según la milonga: ‘gira-gira’.

Durante años escuchamos aquella ‘música ligada a su recuerdo’. Boleros, sí, inolvidables; los de Consuelo Velázquez, por ejemplo: “¿Por qué no han de saber, que te amo vida mía…?” o los de Osvaldo Farrés: “Siempre que te pregunto que cómo, cuándo y dónde, tu siempre me respondes: ‘Quizás, quizás, quizás’… y así la larga letanía dolorosa y emotiva…

Como eran las rancheras de la época que impregnaban de machismo, de locura insensata, de pérdidas y ganancias en el amor, de traiciones y desvelos, de “Me cansé de rogarle, me cansé de decirle que yo sin ella de pena muerooooooooo…”

Y pues eso. Los mexicanos de entonces buscaban la alegría en el sufrimiento. Aunque también las había alegres, juguetonas, pícaras, de ‘me duele nadamás cuando me río’. Todo un mundo de emociones y emotividades. Porque eso es: la música, cualquiera que sea, cualquier género, cualquier época, cualquier momento, cualquier autor, toda está hecha de emociones y de motivos.

Y en esas estábamos mientras deshojábamos la margarita, cuando apareció en Estados Unidos un tal Bill Haley y sus cometas. Fue en 1952 cuando recuperó algo que ya desde muchos años antes se venía gestando en la música popular de los Estados Unidos. El rock and roll. Un tipo de música incandescente, luminoso, extrovertido y revolucionario…

De pronto atrajo la atención de todos con aquella rola novedosa que llamó rock and roll, con aquella rola iniciática que se llamó “Rocket” aun con airecillos de la música country estadounidense…

Y en esas estábamos mientras deshojábamos la margarita, cuando apareció en Estados Unidos un tal Bill Haley y sus cometas

¡Pero, de forma inusual, cambió el ritmo! el compás, la armonía, la hondura y el vértigo musical con el que se hizo famoso de inmediato en el mundo entero -o casi-: Fue aquel “Rock Around the Clock” …

En adelante la música joven ya no sería la misma de antes. Y no había vuelta atrás. Todo sería regido por ese nuevo ritmo que asimismo fue evolucionando de forma insospechada, con muchachos que se adhirieron a una música que les decía lo que querían escuchar por irreverente que fuera, o acaso por ello mismo… ¡Llegó el Rock…!

(A saber: “Es un estilo musical proveniente de géneros distintos en Estados Unidos: el blues, el rhythm and blues (con origen en la música afroamericana) y el country. También se nutrió del blues eléctrico y el folk, además de incorporar elementos del jazz y la música clásica, entre otras fuentes.

Instrumentalmente, se centra en la guitarra eléctrica, batería, bajo, uno o más cantantes y, algunas veces, instrumentos de teclado como el órgano y el piano. En su origen se basó en canciones en compás de 4/4 y una estructura verso-estribillo. No obstante el género se ha vuelto extremadamente diverso y las características comunes son difíciles de definir. Sus letras tratan un amplio rango de temas con un enfoque frecuente en lo social, lo personal y lo político”. -Lo dicen los libros-)

La gran aportación de la generación Rock a la historia de la música, y que se escuchará aunque pasen los meses, los años, los siglos… Es eso mismo: El rock que si llegó para quedarse en sus distintas formas, en sus distintas propuestas, en sus distintos intérpretes, en sus distintas locuras y frescura…

Es el rock que cada día es más vigente y popular e, incluso, sinfónico, para no olvidar que la música no tiene límites ni, clases sociales, tiene fecha de caducidad, porque “Donde rock hubiere, cosa mala no existiere” parafraseando a Cervantes en “El Quijote”.

En adelante surgieron cantantes y grupos de jóvenes que se adhirieron al Rock and roll… el Rock, en adelante.

Uno de los cantantes más populares fue Elvis Presley; un guitarrista importantísimo fue Chuck Berry; un gran pianista Jerry Lee Lewis. Precursores relevantes fueron Ike Turner, Buddy Holly, Carl Perkins, Eddie Cochran, Gene Vincent, Little Richard, Bo Diddley, Fats Domino (“I found my thrill On Blueberry Hill. On Blueberry Hill. When I found you”), entre muchos otros.

Es el rock que cada día es más vigente y popular e, incluso, sinfónico, para no olvidar que la música no tiene límites ni, clases sociales, tiene fecha de caducidad

Y sí. El rock evolucionaba con el paso del tiempo. Se fortalecía. Encontraba nuevas razones y nuevas formas; diferentes instrumentalizaciones, melodía, ritmo siempre similar pero no el mismo, distintos intérpretes, hombre o mujer: y críticas. ¡Ah, porque esas si no paraban por todos lados y con distintos argumentos!

Que era música diabólica. Que era música de locura. Que era música de desenfreno. Que era un ritmo que incitaba a las ‘más bajas pasiones’. Que los muchachos habían perdido la razón. Que era música incomprensible. Música que no era música sino ruidos-ruidos-ruidos: Todo esto decían los sacrosantos padres de nosotros que veían cómo sus hijos, a través de la música, estaban en camino de la perdición…

Y no faltaron los de las velas perpetuas que acusaban que esta música estaba inspirada en el mal y en la maldad. Que seguir por ese camino traería la maldición eterna para quienes gustaran del rock y sus expresiones distintas.

Pero nada: ya todo era lo que es en lo que respecta a la música. Los muchachos se impregnaron de ese ritmo y nada los haría cambiar… acaso sí: el tipo de rock y las distintas letras o melodías, la instrumentación, la novedad siempre indispensable… y por supuesto está la hondura, la emoción, la entrega, con un lenguaje diferente y sólo los que entienden este lenguaje entenderán lo que se dice.

De pronto aparecieron grupos británicos de enorme potencia en rock, los estadounidenses no querían quedarse atrás e impulsaban lo suyo.

En esas estábamos cuando de pronto a principios de los años sesenta apareció en Liverpool, Reino Unido, una de las bandas más importante del movimiento contracultural de la década de 1960 y de la historia de la música: The Quarry Men, integrado por John Lennon, Paul McCartney y George Harrison. Mismo grupo al que se incorporó luego Richard Starkey, conocido como Ringo Starr.

Establecidos como un grupo profesional después de que Brian Epstein les ofreciera ser su representante, y con su potencial musical impulsado por el productor George Martin, lograrían el éxito comercial en el Reino Unido a finales de 1962 con su primer disco sencillo: “Love me do” (‘Love, love me do, you know I love you…’) Que fue un éxito mundial y ellos “Los Beatles” (Escarabajos).

Ofrecieron una imagen audaz en su música, su vestimenta y en su corte de cabello. Mismos que fueron copiados por millones de jóvenes que percibieron en ese cambio su propia forma de expresión y su propia forma de gritar al mundo que éste era de los jóvenes, que son los jóvenes los que cantan así su libertad y su futuro.

“¡Quítate esas mechas de la cabeza!” era el grito de los padres a los jóvenes que se dejaron crecer el cabello, vestían holgado y casi siempre obscuro. Nada de lociones “English leather” ni “Aramis” ni “Polo Green”: nada. Acaso años después el “pachuli” tormentoso. Y las muchachas, ni se diga. Eran objeto de prejuicios y de insulto. Eran la rebelión, pero eran víctimas del pasado silencioso.

Que era música diabólica. Que era música de locura. Que era música de desenfreno. Que era un ritmo que incitaba a las ‘más bajas pasiones’

Y sin embargo el Rock se impuso. Y surgieron grupos e intérpretes que hoy son clásicos en toda la extensión de la palabra, por ejemplo: Rolling Stones, Led Zeppelin, The Who, Black Sabbath, Queen, Sting, Judas Priest, Duran Duran, U2, Scorpions, Eric Clapton, Phil Collins, Freddie Mercury, Janis Joplin, Björk, Patii Smith, Tina Turner, Amy Winehouse: tantas, tantos. Cada uno su propia historia y su propia aportación a la eternidad musical y a la emoción íntima y externa.

Y esto porque el 13 de julio de cada año se celebra en todo el mundo rockero, el Día Mundial del Rock. Está bien. Es cosa de tenerlo presente porque estará presente por años-siglos-eternidades.

¿Y qué tal los ejemplos mexicanos? Café Tacvba; Molotov; nuestro Carlos Santana; Caifanes

Maldita Vecindad; Santa Sabina; Alex Lora… Muchos ellos. Muchas ellas.

➡️ Únete al canal de El Sol de México en WhatsApp para no perderte la información más importante

¿Y qué tal el principio del placer?: “Un día hubo una fiesta aquí en la prisión. La orquesta de los presos empezó a tocar. Tocaron rock-n-roll y todo se animó. Y un cuate se paró y empezó a cantar el rock: Todo el mundo a bailar; todo el mundo en la prisión corrieron a bailar el rock…”

De pronto aquella palidez de cirio y languidez de lirio del romanticismo que imperaba en el ambiente mexicano, fue sacudido de su morriña y casi como sin proponérselo, para el gusto musical de los jóvenes del mundo, apareció una nueva forma de expresión rítmica, una actitud, una rebelión, un ¡ya basta! Para hacer sentir que la vida y el mundo, según la milonga: ‘gira-gira’.

Durante años escuchamos aquella ‘música ligada a su recuerdo’. Boleros, sí, inolvidables; los de Consuelo Velázquez, por ejemplo: “¿Por qué no han de saber, que te amo vida mía…?” o los de Osvaldo Farrés: “Siempre que te pregunto que cómo, cuándo y dónde, tu siempre me respondes: ‘Quizás, quizás, quizás’… y así la larga letanía dolorosa y emotiva…

Como eran las rancheras de la época que impregnaban de machismo, de locura insensata, de pérdidas y ganancias en el amor, de traiciones y desvelos, de “Me cansé de rogarle, me cansé de decirle que yo sin ella de pena muerooooooooo…”

Y pues eso. Los mexicanos de entonces buscaban la alegría en el sufrimiento. Aunque también las había alegres, juguetonas, pícaras, de ‘me duele nadamás cuando me río’. Todo un mundo de emociones y emotividades. Porque eso es: la música, cualquiera que sea, cualquier género, cualquier época, cualquier momento, cualquier autor, toda está hecha de emociones y de motivos.

Y en esas estábamos mientras deshojábamos la margarita, cuando apareció en Estados Unidos un tal Bill Haley y sus cometas. Fue en 1952 cuando recuperó algo que ya desde muchos años antes se venía gestando en la música popular de los Estados Unidos. El rock and roll. Un tipo de música incandescente, luminoso, extrovertido y revolucionario…

De pronto atrajo la atención de todos con aquella rola novedosa que llamó rock and roll, con aquella rola iniciática que se llamó “Rocket” aun con airecillos de la música country estadounidense…

Y en esas estábamos mientras deshojábamos la margarita, cuando apareció en Estados Unidos un tal Bill Haley y sus cometas

¡Pero, de forma inusual, cambió el ritmo! el compás, la armonía, la hondura y el vértigo musical con el que se hizo famoso de inmediato en el mundo entero -o casi-: Fue aquel “Rock Around the Clock” …

En adelante la música joven ya no sería la misma de antes. Y no había vuelta atrás. Todo sería regido por ese nuevo ritmo que asimismo fue evolucionando de forma insospechada, con muchachos que se adhirieron a una música que les decía lo que querían escuchar por irreverente que fuera, o acaso por ello mismo… ¡Llegó el Rock…!

(A saber: “Es un estilo musical proveniente de géneros distintos en Estados Unidos: el blues, el rhythm and blues (con origen en la música afroamericana) y el country. También se nutrió del blues eléctrico y el folk, además de incorporar elementos del jazz y la música clásica, entre otras fuentes.

Instrumentalmente, se centra en la guitarra eléctrica, batería, bajo, uno o más cantantes y, algunas veces, instrumentos de teclado como el órgano y el piano. En su origen se basó en canciones en compás de 4/4 y una estructura verso-estribillo. No obstante el género se ha vuelto extremadamente diverso y las características comunes son difíciles de definir. Sus letras tratan un amplio rango de temas con un enfoque frecuente en lo social, lo personal y lo político”. -Lo dicen los libros-)

La gran aportación de la generación Rock a la historia de la música, y que se escuchará aunque pasen los meses, los años, los siglos… Es eso mismo: El rock que si llegó para quedarse en sus distintas formas, en sus distintas propuestas, en sus distintos intérpretes, en sus distintas locuras y frescura…

Es el rock que cada día es más vigente y popular e, incluso, sinfónico, para no olvidar que la música no tiene límites ni, clases sociales, tiene fecha de caducidad, porque “Donde rock hubiere, cosa mala no existiere” parafraseando a Cervantes en “El Quijote”.

En adelante surgieron cantantes y grupos de jóvenes que se adhirieron al Rock and roll… el Rock, en adelante.

Uno de los cantantes más populares fue Elvis Presley; un guitarrista importantísimo fue Chuck Berry; un gran pianista Jerry Lee Lewis. Precursores relevantes fueron Ike Turner, Buddy Holly, Carl Perkins, Eddie Cochran, Gene Vincent, Little Richard, Bo Diddley, Fats Domino (“I found my thrill On Blueberry Hill. On Blueberry Hill. When I found you”), entre muchos otros.

Es el rock que cada día es más vigente y popular e, incluso, sinfónico, para no olvidar que la música no tiene límites ni, clases sociales, tiene fecha de caducidad

Y sí. El rock evolucionaba con el paso del tiempo. Se fortalecía. Encontraba nuevas razones y nuevas formas; diferentes instrumentalizaciones, melodía, ritmo siempre similar pero no el mismo, distintos intérpretes, hombre o mujer: y críticas. ¡Ah, porque esas si no paraban por todos lados y con distintos argumentos!

Que era música diabólica. Que era música de locura. Que era música de desenfreno. Que era un ritmo que incitaba a las ‘más bajas pasiones’. Que los muchachos habían perdido la razón. Que era música incomprensible. Música que no era música sino ruidos-ruidos-ruidos: Todo esto decían los sacrosantos padres de nosotros que veían cómo sus hijos, a través de la música, estaban en camino de la perdición…

Y no faltaron los de las velas perpetuas que acusaban que esta música estaba inspirada en el mal y en la maldad. Que seguir por ese camino traería la maldición eterna para quienes gustaran del rock y sus expresiones distintas.

Pero nada: ya todo era lo que es en lo que respecta a la música. Los muchachos se impregnaron de ese ritmo y nada los haría cambiar… acaso sí: el tipo de rock y las distintas letras o melodías, la instrumentación, la novedad siempre indispensable… y por supuesto está la hondura, la emoción, la entrega, con un lenguaje diferente y sólo los que entienden este lenguaje entenderán lo que se dice.

De pronto aparecieron grupos británicos de enorme potencia en rock, los estadounidenses no querían quedarse atrás e impulsaban lo suyo.

En esas estábamos cuando de pronto a principios de los años sesenta apareció en Liverpool, Reino Unido, una de las bandas más importante del movimiento contracultural de la década de 1960 y de la historia de la música: The Quarry Men, integrado por John Lennon, Paul McCartney y George Harrison. Mismo grupo al que se incorporó luego Richard Starkey, conocido como Ringo Starr.

Establecidos como un grupo profesional después de que Brian Epstein les ofreciera ser su representante, y con su potencial musical impulsado por el productor George Martin, lograrían el éxito comercial en el Reino Unido a finales de 1962 con su primer disco sencillo: “Love me do” (‘Love, love me do, you know I love you…’) Que fue un éxito mundial y ellos “Los Beatles” (Escarabajos).

Ofrecieron una imagen audaz en su música, su vestimenta y en su corte de cabello. Mismos que fueron copiados por millones de jóvenes que percibieron en ese cambio su propia forma de expresión y su propia forma de gritar al mundo que éste era de los jóvenes, que son los jóvenes los que cantan así su libertad y su futuro.

“¡Quítate esas mechas de la cabeza!” era el grito de los padres a los jóvenes que se dejaron crecer el cabello, vestían holgado y casi siempre obscuro. Nada de lociones “English leather” ni “Aramis” ni “Polo Green”: nada. Acaso años después el “pachuli” tormentoso. Y las muchachas, ni se diga. Eran objeto de prejuicios y de insulto. Eran la rebelión, pero eran víctimas del pasado silencioso.

Que era música diabólica. Que era música de locura. Que era música de desenfreno. Que era un ritmo que incitaba a las ‘más bajas pasiones’

Y sin embargo el Rock se impuso. Y surgieron grupos e intérpretes que hoy son clásicos en toda la extensión de la palabra, por ejemplo: Rolling Stones, Led Zeppelin, The Who, Black Sabbath, Queen, Sting, Judas Priest, Duran Duran, U2, Scorpions, Eric Clapton, Phil Collins, Freddie Mercury, Janis Joplin, Björk, Patii Smith, Tina Turner, Amy Winehouse: tantas, tantos. Cada uno su propia historia y su propia aportación a la eternidad musical y a la emoción íntima y externa.

Y esto porque el 13 de julio de cada año se celebra en todo el mundo rockero, el Día Mundial del Rock. Está bien. Es cosa de tenerlo presente porque estará presente por años-siglos-eternidades.

¿Y qué tal los ejemplos mexicanos? Café Tacvba; Molotov; nuestro Carlos Santana; Caifanes

Maldita Vecindad; Santa Sabina; Alex Lora… Muchos ellos. Muchas ellas.

➡️ Únete al canal de El Sol de México en WhatsApp para no perderte la información más importante

¿Y qué tal el principio del placer?: “Un día hubo una fiesta aquí en la prisión. La orquesta de los presos empezó a tocar. Tocaron rock-n-roll y todo se animó. Y un cuate se paró y empezó a cantar el rock: Todo el mundo a bailar; todo el mundo en la prisión corrieron a bailar el rock…”

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