/ domingo 3 de septiembre de 2023

Diferentes, pero no tanto

Por Marinieves García-Manzano

Anteriormente hemos hablado de los BRICS, este grupo de países que a lo largo de las últimas dos décadas se ha ido consolidando, con un mayor dinamismo después de la guerra en Ucrania y las sanciones impuestas por Occidente a Rusia, buscando ser un bloque económico e ideológico frente al G7 creado en 1975 en el marco de la primera crisis petrolera.

Como sus siglas lo indican, los BRICS estaban conformados por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, aunque en su última cumbre aceptaron la integración de Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos; quienes se incorporarán de pleno derecho a partir del 1° de enero de 2024. Con ello representarán el 36% de la superficie territorial mundial, el 45% de la población, el 79.2% de la producción de aluminio, el 48.7% de las cosechas de trigo, el 54.7% de las de arroz, el 44.4% de los yacimientos de petróleo, y el 52.5% de los de gas natural.

Como resultado de la cumbre anunciaron la próxima adopción de instrumentos de pago locales y la utilización de sus monedas para comerciar tanto internamente como con sus socios comerciales, con lo que se daría un golpe al dólar y a las instituciones financieras anglosajonas. Se pronunciaron también por una mayor participación de los mercados emergentes y los países en desarrollo en las organizaciones internacionales, apelando a una nueva suerte de “multilateralismo” como contrapeso a medidas unilaterales tomadas por las grandes potencias que afectan a los países en mayor desventaja, lo que pasaría por una reforma a la Organización Mundial de Comercio. Hablaron también de profundizar la cooperación entre sus agencias espaciales para compartir datos.

Sin embargo, aun cuando la economía conjunta de los BRICS ampliados es muy fuerte y es innegable su control global sobre materias primas como el aluminio, sobre los granos en el caso del trigo y el arroz o sobre los hidrocarburos, las disparidades económicas entre los ciudadanos de estos países son abismales; por ejemplo, el PIB Per Cápita en China en 2022 fue de 12,159 euros, mientras que el de Irán fue de 3,939, y el de Etiopía fue de apenas 1,103. Por ello será clave que los países más desarrollados apoyen tecnológica y financieramente a los más pobres para generar riqueza y elevar la capacidad adquisitiva de sus ciudadanos, y con ello generar mercados internos en los que puedan colocar sus productos, lo cual seguramente será realizado a través de su Banca de Desarrollo y de la creación de una Red de Centros de Estudios Financieros en todos los países miembros.

Si bien no sabemos si el multilateralismo prometido por los BRICS se convierta en una realidad, lo que sí podemos afirmar es la consolidación de un nuevo bloque que de lograr sus objetivos cambiaría el panorama económico que hemos vivido durante varios siglos. Aunque, eso sí, reafirmaron su completa adhesión a la Agenda 2030, por lo que las diferencias fundamentales se perfilan más de forma que de fondo.


Twitter: MarinievesGM @gm_marinieves