/ viernes 28 de junio de 2024

Millonario engima: desnuda y en su cama, así encontraron muerta a Dorothy Pers en San Ángel Inn

Un estudiante de leyes, su madre y una empleada doméstica fueron detenidos por el suceso; el exesposo era sospechoso a pesar de no haber estado cerca de la víctima

Dorothy imaginó una vida diferente después de los cuarenta. Era atractiva, millonaria y podía hacer lo que quisiera. No obstante, los hilos del destino actuaron de manera extraña. Ella lo tenía todo, se había casado con un hombre que dijo amarla, tuvo hijos a los cuales amó. Luego se divorció y sus problemas comenzaron a arruinarle esa vida que había imaginado después de los cuarenta.

Tal fue su suerte. Y la mañana del sábado 27 de septiembre de 1958, Dorothy Pers fue hallada muerta en su residencia de San Ángel Inn. No se le conocían enemigos y su vida parecía que iba a comenzar de nuevo luego de divorciarse de Douglas y de conocer a un chico menor que ella.

Sin embargo, la policía detuvo a su amigo íntimo, un estudiante de leyes que abandonó la universidad, de quien ella se escondía desde hacía unos días.

El cuerpo no presentaba huellas de lesiones externas; únicamente presentaba cianosis generalizada, que bien pudo ser causada por una intoxicación, envenenamiento, o un síncope cardiaco, según opinó el médico de guardia que lo examinó.

Y fue hasta el 29 de septiembre cuando los médicos legistas, que realizaron la autopsia, pusieron en claro la verdad. Sin embargo, la policía, ante una serie de contradicciones y hechos raros, se puso a trabajar intensamente; por lo que la noche del 28 interrogó al amante, a la mamá de éste y a una empleada doméstica, pensando que pudo haberse cometido un crimen, aunque existiera tanto la probabilidad de que eso fuera efectivo como de que no.

Dorothy Pers Enríquez, de 40 años, fue la víctima. Hasta hacía un año siete meses, fue esposa de Douglas H. Wilther, con quien residía en una casa enorme en la calle de Hamburgo. Aproximadamente, unos cinco meses antes comenzó a vivir con Javier Olmos Rodríguez, de 19 años, a quien conoció en Acapulco.

En la calle de Fresnos número 17, colonia San Ángel Inn, una casa de dos pisos, magníficamente amueblada, se desarrollaron los acontecimientos.

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La encuentran muerta en su cama

Aquel sábado 27 de septiembre de 1958, a las diez horas, la empleada doméstica, Aurora Maya Sánchez, subió a despertar a su patrona Dorothy, y grande fue su sorpresa al encontrarla muerta, completamente desnuda, sobre su cama.

Inmediatamente, avisó a Hilda Rodríguez de Valdez, madre del estudiante Javier Olmos, quien desde hacía varios días iba aquedarse en la residencia.

Pero fue hasta ya entrada la tarde cuando intervino el agente del Ministerio Público, así como los agentes de la Policía Judicial y el médico de guardia Raúl García Guerra.

Cuando dichos investigadores hicieron acto de presencia, ya estaba allí el estudiante de leyes, Javier Olmos Rodríguez, a quien después se trasladó a la guardia de agente para interrogarlo.

Aurora, la fámula, tenía siete años de servir a Dorothy y, al hablar de su patrona, dijo que desde lunes pasado abandonó la residencia, al parecer, tras un disgusto con Javier, y se fue a vivir con su amiga Mura Bright, cuyo domicilio desconocía.

Aurora también fue interrogada en la delegación y allí se mostró molesta por algunas afirmaciones de Javier y su madre, contrarias a las de ella. En un momento dado, sin poder contenerse, se dirigió a la autora de sus días, Mara Sánchez de Maya, quien estaba apañándola y le dijo:

-Si estos siguen contando mentiras, voy a decir la verdad.

-¿Cuál es la verdad? -se le preguntó.

-Ella quería terminar con todos, con su exmarido y con Javier. Su marido le sacaba dinero y el muchacho también. Hasta pensaba irse a Estados Unidos, salir de México. Yo le aconsejé que se fuera a España, pero no contestó nada.

Dorothy le ordenó a Aurora que no dijera a Javier ni a Douglas dónde estaba residiendo.

Javier afirmó que su amante estaba enferma del corazón. Dijo que la conoció en Acapulco hacía cinco meses y allí, en el puerto, su hermano Ramón cantaba en un centro nocturno, lugar donde coincidieron e iniciaron un romance.

Javier contó que todo era felicidad en su idilio con Dorothy y que, incluso, pensaban casarse y, como prueba, continuó con sus comentarios, estaba el hecho de que su hermano Ramón dio la noticia de la boda, para que apareciera en un periódico matutino.

Afirmó que tenían proyectado comprar una finca en el Estado de Tabasco e irse a vivir allá o trasladarse a Estados Unidos, para que él terminara la carrera de abogado. En fin, no admitió la existencia de ningún “nubarrón” en su noviazgo con la rica norteamericana.

Constantes peleas por dinero y sus hijos entre Dorothy y su exmarido

Javier continuó su historia. Dijo que, desde el sábado anterior a la tragedia, Dorothy estuvo bastante preocupada y disgustada porque había llegado su exmarido, llevándose a los tres hijos que tenía bajo su custodia.

Al separarse de su esposo, hacía un año y siete meses, se quedó con tres de sus vástagos: Carmela, Jaime y Gary. Por su parte, Douglas H. Wilther tenía a su cargo a los dos mayores: Dean y Bárbara.

Javier expresó que la mayor preocupación de Dorothy eran sus hijos y que temía que Douglas, después de llevárselos, no fuera a querer regresárselos.

Y para explicar los temores de Dorothy, manifestó que su exmarido siempre la explotó bastante y que, incluso, para darle el divorcio le exigió cincuenta mil pesos, con los que instaló una casa comercial en la calle de Hamburgo.

Pasado el divorcio, Douglas tenía la intención de quitarle a los hijos, como medio de sacarle más dinero, continuó narrando el estudiante de leyes.

-Ya hasta había puesto precio; le pedía a Dorothy le regalara el yate que tenía en el puerto de Acapulco. Pero ella se defendía y esperaba un fallo del juez. Parecía ser que Douglas ya iba a tener que pasarle una pensión para los hijos menores.

Al final, Javier contó que siempre supo que Dorothy estaba viviendo con su amiga Mura. Sin embargo, la empleada doméstica lo contradijo. Por lo cual, se generaron bastes dudas respecto a lo que había declarado el joven amante.

Supuestamente se puso "my enferma" del corazón

De acuerdo con el relato de Javier, la madrugada previa al deceso de Dorothy, ya en su residencia, se puso muy enferma del corazón, e incluso, tuvo que llamar a un médico amigo para que fuera a verla, pero no le recetó nada sino solo recomendándole reposo absoluto.

Después de haberlo visto el médico, todos se retiraron y ella se quedó sola, no sabiendo más hasta que le avisó su madre que había “amanecido muerta”. Dijo que seguramente sufrió un síncope.

Hilda Rodríguez de Valdez, madre del estudiante, por su parte refirió que su hijo y la estadunidense eran muy felices y que, efectivamente, pensaban casarse, pero que incluso ella les dijo que lo pensaran bien, tomando en cuenta la diferencia de edades.

Explicó que al saber que Dorothy no estaba en su casa y que la había dejado sola, resolvió ir a cuidarla, ya que eran muy buenas amigas, siendo ese el motivo de que todas esas noches se hubiera quedado en la residencia de Fresnos 17.

También habló de que esa última noche, Dorothy se puso muy enferma del corazón y que llamaron al médico.

No obstante, Douglas Wilther (quien no quiso decir nada sobre los motivos de su divorcio) aseguró que la madre de sus hijos nunca estuvo enferma corazón. Por lo cual, resultaba una verdadera incógnita el motivo de su deceso; pero también, el hecho de que Javier afirmó con demasiada seguridad que se había tratado de problema del corazón, sin ser médico.

En su acta médica, el doctor Raúl García Guerra no quiso opinar sobre las causas del deceso. Asentó que el cuerpo presentó una cianosis generalizada (esto es, amoratado) y que no había signos de lesión o traumatismo externo.

Particularmente, el galeno dijo que el fallecimiento podía ser a causa de envenenamiento o, efectivamente, un síncope cardiaco.

Ahora también, en el caso de resultar intoxicación, pudo caber la posibilidad de que la estadunidense se hubiera suicidado. Empero, sólo la autopsia descifraría el enigma.

Mientras tanto, en la Policía Judicial del Distrito, los agentes continuaron con el interrogatorio de Javier, Hilda y a la empleada doméstica. Los sabuesos dijeron que esperaban conocer el resultado de la autopsia para decidir sobre la suerte de los detenidos.

Dorothy vivía amenazada

-Sé que Dorothy desde hace tres meses vivía amenazada, a punta de pistola. Se lo dijo a su amiga Mura Bright. Ella ni quería casarse con ese muchacho. Su muerte beneficia a una o más personas, pero no sé cómo ni quiénes son. Pido que se haga una minuciosa investigación para aclarar la verdad.

Aquello fue lo que dijo Douglas, lanzándose contra el joven amante de su exmujer. Y Mura Bright, entrevistada en su domicilio de la calle Amazonas, dijo

-Dorothy no quería casarse con ese joven, quería dejarlo. Me dijo que su vida en esos últimos tres meses, era de película. Estaba desesperada y quería hablar con su marido para solucionar todo.

Mientras tanto, el agente del Ministerio Público de Villa Obregón, licenciado Ramón Sánchez Martínez, puso al descubierto dos detalles muy sospechosos en el caso de la millonaria Dorothy Enríquez de Wiltshire.

En la residencia de Fresno 17, San Ángel Inn, dentro del cuarto de la criada Aurora Moya Sánchez, se encontraron dos maletas llenas de documentos, objetos y joyas de la millonaria.

Además, había una mancha de sangre en la sábana que cubría el colchón de la cama en que amaneció muerta Dorothy, pero en el extremo opuesto al lugar a que yacía el cuerpo sin vida.

A esa mancha no se le encontró explicación. Y lo de las maletas con alhajas, fue algo que comprometía a Hilda Rodríguez de Valdez, madre de Javier. La fámula dijo a LA PRENSA que ella misma sacó todas las joyas y cosas de su patrona de la recámara en que murió por orden de Hilda, quien incluso la ayudó a hacer las maletas y le dijo que las guardara.

Pero dicha fámula se disculpó, diciendo que Dorothy le ordenó, hacía mucho tiempo que, si llegaba a morir, escondiera todos los papeles relacionados con el yate de su propiedad.

Sólo que en las petacas se encontraron muchas joyas valiosas y papeles sobre el divorcio de Dorothy y Douglas.

-La señora siempre estaba diciendo que se iba a matar o a morir, y que cuando eso sucediera, yo escondiera todos los documentos del yate. Por eso lo hice ahora e Hilda me ayudó –refirió la empleada.

Revelaciones de Douglas

Douglas Wiltshire vivía y tenía un negocio de venta de muebles usados, en Hamburgo 239. Entrevistado por LA PRENSA, no quiso contestar a las acusaciones que le lanzó Javier Olmos. “Son cosas que dice él”, contestó con el mayor desprecio.

El muchacho había tratado de lanzar lodo sobre el exmarido de su amante, diciendo que hasta le había exigido cincuenta mil pesos por darle el divorcio.

Una dama que acompañaba a Douglas y que presenciaba la entrevista salió en defensa del hombre.

-Eso es falso -gritó-, él ha sido siempre bueno y honrado.

El señor Wiltshire sólo dijo que desde que se divorció de Dorothy le pasaba una pensión de tres mil pesos mensuales. Habló del yate de su esposa.

-Lo compramos entre los dos. Después del divorcio se lo traspasé.

No quiso contar nada de su vida conyugal. Dijo que sólo diría algo cuando fuera llamado por el juez o las autoridades pertinentes y se limitó a informar que Dorothy heredó de su madre, Hazle Schwartz, casada en segundas nupcias con Bruno Schwartz, quienes tenían propiedades en Estados Unidos. Por su parte, el padre de Dorothy se llamó Jorge Enríquez, pero también había muerto.

Javier ni trabaja

El pleito estaba entre Douglas y Javier, quienes trataban de hacer quedar mal el uno al otro. Entonces, el exmarido hizo revelaciones al agente del Ministerio Público de San Ángel Inn.

-Estuve casado con Dorothy de 1941 a 1957, pero ya desde mayo de 1956 vivíamos separados. El divorcio fue voluntario y convenimos en que nuestras dos hijas mayores, Dean y Bárbara, se quedarían conmigo. Los tres chicos, Carmela, Jaime y Gary, lado de ella.

Regularmente, cada quince días, sacaba a todos mis hijos a pasear. Iba por los tres chicos el sábado y los regresaba el domingo. Ahora, todos estaban conmigo.

Por mis hijos supe que Dorothy estaba haciendo vida marital, sin haberse casado, con ese joven Javier, a quien ella cariñosamente llamaba Rolo. Un muchacho que no trabaja en nada, sin ningún patrimonio.

Por cierto que últimamente mi esposa compró un coche convertible, pero ignoro si está a nombre de ella o de ese muchacho.

Aunque Douglas no explicó mucho, por sus palabras se dedujo que Dorothy tenía un testamento. Dijo:

-Con la muerte de ella, alguna o algunas personas salen beneficiadas, pero no sé cómo, ni quiénes son. Por eso pido que se haga una minuciosa investigación y que por ningún motivo se deje de hacer la autopsia, porque estoy seguro de que no murió de ninguna enfermedad.

"No estuvo enferma de nada"

Estas declaraciones se supieron antes de conocerse el resultado de la autopsia.

-Mientras estuvimos casados, ella no estuvo enferma de nada. Hace ocho años sufrió un ataque de poliomielitis y se le atrofió la pierna izquierda. Padecía insomnio, pero para dormir acostumbraba tomarse una copa de licor antes de acostarse. Hace tres meses, Dorothy se hizo un examen general con la doctora Kuba Lichtinger, que tenía su consultorio en la Calzada Melchor Ocampo; y en los resultados salió que estaba perfectamente sana.

Además, ya hablé con el doctor que visitó a Dorothy horas antes de su muerte. El doctor se asombró muchísimo cuando le di la noticia de su muerte. Dijo que eso no era posible y explicó que cuando fue a visitarla no estaba enferma de nada, solo un poco nerviosa, y que por eso, incluso, no le recetó nada.

Siguió diciendo el señor Wiltshire que su esposa tenía un patrimonio de 300 mil pesos.

Esto, sin contar varios depósitos bancarios, uno de ellos en el Banco del País, y el yate o velero Tropical Bird, que estaba en aguas de Acapulco. (Se decía que esa nave tenía un valor aproximado de unos nueve millones pesos.)

-Sé que ese muchacho, Rolo, quería casarse con Dorothy y que ella lo rechazaba. Hay algo raro, Javier y Dorothy estuvieron varios días en Acapulco y regresaron precisamente en la fecha en que ella se le desapareció a él y fue a esconderse a la casa de Mura Bright.

-Hable con Mura y supe que Dorothy estuvo escondida en su casa los días 24 y 25 pasados. Desde ese lugar, mi exesposa habló por teléfono con Javier y su madre de este, Hilda, pidiéndoles que se fueran de su casa y que la dejaran sola, porque ya no quería nada con ellos.

Más tarde, Dorothy le platicó a Mura que ellos ya le habían ofrecido irse y que por eso iba a regresar al domicilio de Fresno. Esto fue el viernes, y a la mañana siguiente amaneció muerta.

No es todo, Dorothy se quejó con su amiga, diciéndole que desde tres meses antes vivía amenazada a punta de pistola. Hay también varias cosas que quiero hacer notar. La primera es que mi esposa amaneció desnuda y ella nunca acostumbró acostarse sin ninguna ropa encima y menos en un clima frío como el de México.

Por otra parte, estaba el hecho de que la señora Hilda le ordenó a la fámula Aurora que no me avisara por ningún motivo de la muerte de Dorothy. Aurora tuvo que salirse de la casa y hablar con la vecina Jean Gersho, quien me habló por teléfono, informándome cuanto pasaba.

Sobre esto, Aurora Moya Sánchez dijo a LA PRENSA que Hilda le dijo textualmente:

-No le avisen a Douglas, sino hasta que esté arreglado todo.

Pero la sirvienta también de repente defendía a Hilda y sobre este hecho concreto después afirmó:

-Es que ella estaba tan atarantada como yo y no sabíamos qué hacer.

"Era muy grande su problema"

En su casa de Amazonas se encontraba Mura Bright, la amiga de Dorothy al ser entrevistada por el reportero de LA PRENSA.

-Hace tres meses no la veía y en esta ocasión, antes de venir, me llamó por teléfono. “¿Qué pasó contigo?” -le pregunte-. “Nada -me contestó-, tenía muchos problemas.”

Llegó a mi casa el miércoles y me pidió de favor una copa. Yo hasta le pregunté si tenía alguna celebración y ella dijo que en realidad no había tomado una copa en mucho tiempo y que deseaba divertirse.

Mura no hablaba muy bien el español y trató de explicar que su amiga se puso muy alegre en poco tiempo.

-Se puso borracha con un poquito –dijo-. A veces quería volver su casa. Decía que estaba esperándola una mujer, Hilda, que ella había invitado. Yo le dije, “bueno, habla por teléfono y di que no vas a ir”. Y se quedó a dormir conmigo.

El jueves se la pasó en cama muy enferma. Me platicó que solo su criada sabía dónde estaba. Ella decía que tenía muchos problemas y hasta le aconsejé que hablara con su exesposo, ya que siempre habían sido buenos amigos y podía ayudarla.

“Nada más te digo -llegó a decirme-, que si tú supieras la vida he llevado estos tres meses, varias que es una historia de película”. Ella no quería case con ese muchacho, quería dejarlo todo.

El viernes en la mañana habló por teléfono con esa señora Hilda y después se puso muy contenta. “Dice que se va de la casa si no me regreso, dijo; que se vaya”, comentó muy alegre.

Su esposo Douglas me habló por teléfono el viernes y me preguntó por Dorothy. Lo puse en comunicación con ella y ella le dijo que deseaba hablarle, pero otro día. Después regresó a casa de San Ángel Inn.

Era muy grande su problema. Su hija más grande llegó a decirle que no le gustaba el ambiente que había en su casa. Hasta le aconsejó que hablara con el papi de ella y tratara de arreglar todo.

El reportero de LA PRENSA le preguntó a la señora Mura Bright si su amiga Dorothy atentó alguna vez contra su vida o habló de suicidio. Ella rio de una manera muy especial.

-Ah… -exclamó antes contestar-. Sí, una noche; esa vez hablábamos del tema. Descubrí que tenía unos rasguños en una muñeca. “¿Qué fue eso? -le pregunté-. -Nada, ya sabes cómo soy -contestó ella-”. Después me dijo que otra noche había estado pensando en cómo se matan las personas y que por eso se había causado esas pequeñas cortadas. “Pero ya sabes -expresó después- que yo no soy de las mujeres que se matan.”
Empero la criada Aurora Moya Sánchez salió con que su patrona siempre estaba hablando de matarse o morir y que, por eso, le ordenó que cuando eso sucediera, escondieran los papeles del velero.

Y hasta aseguró que la occisa ingería fenobarbital y otras pastillas rosadas para los nervios.

-Los frascos están ahí, en el buró, junto a su cama –aseguró.
Y con todo ello, siguió la incógnita: crimen, suicidio o intoxicación accidental…

Intoxicación o envenenamiento

El doctor Diego Moreno hizo la autopsia de la millonaria. Javier había insistido hasta el último momento de la averiguación previa que Dorothy estaba enferma del corazón y resultó que no era cierto.

En realidad, la muerte fue por congestión visceral generalizada que, en la mayoría de las ocasiones, se da por intoxicación o envenenamiento. Por ello se tomaron muestras de tejido visceral.

El resto del cuerpo sería incinerado, según se informó; y las cenizas se entregarían a Douglas Wiltshire.

Por su parte, Hilda Rodríguez de Valdez, madre de Javier, dijo que conocida de Dorothy, y que aquel día “se sintió mal y llamamos al doctor Raúl Pérez Herrera, quien comentó después que iba a someterla a un tratamiento muy delicado porque estaba mal de salud”.

Como a la una de la madrugada Hilda se encontraba en su habitación que daba hacia la sala, lugar que le había asignado Dorothy para descansa. Escuchó cuando la llamó y luego se despidió de ella, porque deseaba estar sola. “La vi muy agitada y sudaba copiosamente del rostro”, finalizó.

-Al día siguiente subí para saber si se había incorporado y la encontré semidesnuda, boca abajo, traté de reanimarla con ayuda de Aurora y no pude hacerlo, hasta que llegó un doctor y nos dijo que estaba muerta. Ella bebía y fumaba mucho y acostumbraba tomar pastillas para conciliar el sueño.

En cambio, Aurora dijo que su patrona no quería casarse con Javier por ser este mucho más joven y también “quería quitarse de encima a la madre del muchacho”, por lo que se fue unos días a la casa de Mura Bright en la calle Río Amazonas.

Los registros del archivo policiaco no registraron más datos sobre el caso que quedó en el más completo misterio, pues los detenidos para investigación quedaron en libertad al no demostrárseles algún delito.

Todos creían que estaban metidos en un gran lío y había demasiadas ambigüedades en el caso que hacían desconcertar a las autoridades. Las declaraciones de los hombres implicados en la vida de Dorothy que, pese a alegar su inocencia, era verdad que la querían por su dinero.

Su muerte fue un enigma

El hecho de que la empleada cambiara sus declaraciones en varias ocasiones so pretexto de que la señora Hilda le había dicho una cosa o que la propia Dorothy le hubiera dado indicaciones previendo su muerte. Era un verdadero enredo.

Otro aspecto que no pudo corroborarse y que fue aportado por un testigo clave, fue el hecho de que a Dorothy le gustaban los mancebos, según se dijo y que, desde su separación, había salido con al menos media docena hasta llegar a Javier.

Asimismo, se supo que la bella millonaria era una consumidora consuetudinaria de las píldoras para el dolor.

Uno de los últimos hallazgos en la investigación fue el hecho de hallar jeringas con las cuales Dorothy se inyectaba cuando sentía que los dolores eran muy fuertes. Es decir, consumía morfina o heroína o quizás ambas. Era la ciudad de México de los años 50, en la que había dejado su huella la generación beat, donde Burroughs había asesinado a su esposa en la Roma, donde Kerouac había escrito algunas de sus mejores poesías, donde fluían todo tipo de drogas para calmar dolores inexistentes…

La vida de Dorothy fue un relámpago y su muerte un enigma.


Dorothy imaginó una vida diferente después de los cuarenta. Era atractiva, millonaria y podía hacer lo que quisiera. No obstante, los hilos del destino actuaron de manera extraña. Ella lo tenía todo, se había casado con un hombre que dijo amarla, tuvo hijos a los cuales amó. Luego se divorció y sus problemas comenzaron a arruinarle esa vida que había imaginado después de los cuarenta.

Tal fue su suerte. Y la mañana del sábado 27 de septiembre de 1958, Dorothy Pers fue hallada muerta en su residencia de San Ángel Inn. No se le conocían enemigos y su vida parecía que iba a comenzar de nuevo luego de divorciarse de Douglas y de conocer a un chico menor que ella.

Sin embargo, la policía detuvo a su amigo íntimo, un estudiante de leyes que abandonó la universidad, de quien ella se escondía desde hacía unos días.

El cuerpo no presentaba huellas de lesiones externas; únicamente presentaba cianosis generalizada, que bien pudo ser causada por una intoxicación, envenenamiento, o un síncope cardiaco, según opinó el médico de guardia que lo examinó.

Y fue hasta el 29 de septiembre cuando los médicos legistas, que realizaron la autopsia, pusieron en claro la verdad. Sin embargo, la policía, ante una serie de contradicciones y hechos raros, se puso a trabajar intensamente; por lo que la noche del 28 interrogó al amante, a la mamá de éste y a una empleada doméstica, pensando que pudo haberse cometido un crimen, aunque existiera tanto la probabilidad de que eso fuera efectivo como de que no.

Dorothy Pers Enríquez, de 40 años, fue la víctima. Hasta hacía un año siete meses, fue esposa de Douglas H. Wilther, con quien residía en una casa enorme en la calle de Hamburgo. Aproximadamente, unos cinco meses antes comenzó a vivir con Javier Olmos Rodríguez, de 19 años, a quien conoció en Acapulco.

En la calle de Fresnos número 17, colonia San Ángel Inn, una casa de dos pisos, magníficamente amueblada, se desarrollaron los acontecimientos.

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La encuentran muerta en su cama

Aquel sábado 27 de septiembre de 1958, a las diez horas, la empleada doméstica, Aurora Maya Sánchez, subió a despertar a su patrona Dorothy, y grande fue su sorpresa al encontrarla muerta, completamente desnuda, sobre su cama.

Inmediatamente, avisó a Hilda Rodríguez de Valdez, madre del estudiante Javier Olmos, quien desde hacía varios días iba aquedarse en la residencia.

Pero fue hasta ya entrada la tarde cuando intervino el agente del Ministerio Público, así como los agentes de la Policía Judicial y el médico de guardia Raúl García Guerra.

Cuando dichos investigadores hicieron acto de presencia, ya estaba allí el estudiante de leyes, Javier Olmos Rodríguez, a quien después se trasladó a la guardia de agente para interrogarlo.

Aurora, la fámula, tenía siete años de servir a Dorothy y, al hablar de su patrona, dijo que desde lunes pasado abandonó la residencia, al parecer, tras un disgusto con Javier, y se fue a vivir con su amiga Mura Bright, cuyo domicilio desconocía.

Aurora también fue interrogada en la delegación y allí se mostró molesta por algunas afirmaciones de Javier y su madre, contrarias a las de ella. En un momento dado, sin poder contenerse, se dirigió a la autora de sus días, Mara Sánchez de Maya, quien estaba apañándola y le dijo:

-Si estos siguen contando mentiras, voy a decir la verdad.

-¿Cuál es la verdad? -se le preguntó.

-Ella quería terminar con todos, con su exmarido y con Javier. Su marido le sacaba dinero y el muchacho también. Hasta pensaba irse a Estados Unidos, salir de México. Yo le aconsejé que se fuera a España, pero no contestó nada.

Dorothy le ordenó a Aurora que no dijera a Javier ni a Douglas dónde estaba residiendo.

Javier afirmó que su amante estaba enferma del corazón. Dijo que la conoció en Acapulco hacía cinco meses y allí, en el puerto, su hermano Ramón cantaba en un centro nocturno, lugar donde coincidieron e iniciaron un romance.

Javier contó que todo era felicidad en su idilio con Dorothy y que, incluso, pensaban casarse y, como prueba, continuó con sus comentarios, estaba el hecho de que su hermano Ramón dio la noticia de la boda, para que apareciera en un periódico matutino.

Afirmó que tenían proyectado comprar una finca en el Estado de Tabasco e irse a vivir allá o trasladarse a Estados Unidos, para que él terminara la carrera de abogado. En fin, no admitió la existencia de ningún “nubarrón” en su noviazgo con la rica norteamericana.

Constantes peleas por dinero y sus hijos entre Dorothy y su exmarido

Javier continuó su historia. Dijo que, desde el sábado anterior a la tragedia, Dorothy estuvo bastante preocupada y disgustada porque había llegado su exmarido, llevándose a los tres hijos que tenía bajo su custodia.

Al separarse de su esposo, hacía un año y siete meses, se quedó con tres de sus vástagos: Carmela, Jaime y Gary. Por su parte, Douglas H. Wilther tenía a su cargo a los dos mayores: Dean y Bárbara.

Javier expresó que la mayor preocupación de Dorothy eran sus hijos y que temía que Douglas, después de llevárselos, no fuera a querer regresárselos.

Y para explicar los temores de Dorothy, manifestó que su exmarido siempre la explotó bastante y que, incluso, para darle el divorcio le exigió cincuenta mil pesos, con los que instaló una casa comercial en la calle de Hamburgo.

Pasado el divorcio, Douglas tenía la intención de quitarle a los hijos, como medio de sacarle más dinero, continuó narrando el estudiante de leyes.

-Ya hasta había puesto precio; le pedía a Dorothy le regalara el yate que tenía en el puerto de Acapulco. Pero ella se defendía y esperaba un fallo del juez. Parecía ser que Douglas ya iba a tener que pasarle una pensión para los hijos menores.

Al final, Javier contó que siempre supo que Dorothy estaba viviendo con su amiga Mura. Sin embargo, la empleada doméstica lo contradijo. Por lo cual, se generaron bastes dudas respecto a lo que había declarado el joven amante.

Supuestamente se puso "my enferma" del corazón

De acuerdo con el relato de Javier, la madrugada previa al deceso de Dorothy, ya en su residencia, se puso muy enferma del corazón, e incluso, tuvo que llamar a un médico amigo para que fuera a verla, pero no le recetó nada sino solo recomendándole reposo absoluto.

Después de haberlo visto el médico, todos se retiraron y ella se quedó sola, no sabiendo más hasta que le avisó su madre que había “amanecido muerta”. Dijo que seguramente sufrió un síncope.

Hilda Rodríguez de Valdez, madre del estudiante, por su parte refirió que su hijo y la estadunidense eran muy felices y que, efectivamente, pensaban casarse, pero que incluso ella les dijo que lo pensaran bien, tomando en cuenta la diferencia de edades.

Explicó que al saber que Dorothy no estaba en su casa y que la había dejado sola, resolvió ir a cuidarla, ya que eran muy buenas amigas, siendo ese el motivo de que todas esas noches se hubiera quedado en la residencia de Fresnos 17.

También habló de que esa última noche, Dorothy se puso muy enferma del corazón y que llamaron al médico.

No obstante, Douglas Wilther (quien no quiso decir nada sobre los motivos de su divorcio) aseguró que la madre de sus hijos nunca estuvo enferma corazón. Por lo cual, resultaba una verdadera incógnita el motivo de su deceso; pero también, el hecho de que Javier afirmó con demasiada seguridad que se había tratado de problema del corazón, sin ser médico.

En su acta médica, el doctor Raúl García Guerra no quiso opinar sobre las causas del deceso. Asentó que el cuerpo presentó una cianosis generalizada (esto es, amoratado) y que no había signos de lesión o traumatismo externo.

Particularmente, el galeno dijo que el fallecimiento podía ser a causa de envenenamiento o, efectivamente, un síncope cardiaco.

Ahora también, en el caso de resultar intoxicación, pudo caber la posibilidad de que la estadunidense se hubiera suicidado. Empero, sólo la autopsia descifraría el enigma.

Mientras tanto, en la Policía Judicial del Distrito, los agentes continuaron con el interrogatorio de Javier, Hilda y a la empleada doméstica. Los sabuesos dijeron que esperaban conocer el resultado de la autopsia para decidir sobre la suerte de los detenidos.

Dorothy vivía amenazada

-Sé que Dorothy desde hace tres meses vivía amenazada, a punta de pistola. Se lo dijo a su amiga Mura Bright. Ella ni quería casarse con ese muchacho. Su muerte beneficia a una o más personas, pero no sé cómo ni quiénes son. Pido que se haga una minuciosa investigación para aclarar la verdad.

Aquello fue lo que dijo Douglas, lanzándose contra el joven amante de su exmujer. Y Mura Bright, entrevistada en su domicilio de la calle Amazonas, dijo

-Dorothy no quería casarse con ese joven, quería dejarlo. Me dijo que su vida en esos últimos tres meses, era de película. Estaba desesperada y quería hablar con su marido para solucionar todo.

Mientras tanto, el agente del Ministerio Público de Villa Obregón, licenciado Ramón Sánchez Martínez, puso al descubierto dos detalles muy sospechosos en el caso de la millonaria Dorothy Enríquez de Wiltshire.

En la residencia de Fresno 17, San Ángel Inn, dentro del cuarto de la criada Aurora Moya Sánchez, se encontraron dos maletas llenas de documentos, objetos y joyas de la millonaria.

Además, había una mancha de sangre en la sábana que cubría el colchón de la cama en que amaneció muerta Dorothy, pero en el extremo opuesto al lugar a que yacía el cuerpo sin vida.

A esa mancha no se le encontró explicación. Y lo de las maletas con alhajas, fue algo que comprometía a Hilda Rodríguez de Valdez, madre de Javier. La fámula dijo a LA PRENSA que ella misma sacó todas las joyas y cosas de su patrona de la recámara en que murió por orden de Hilda, quien incluso la ayudó a hacer las maletas y le dijo que las guardara.

Pero dicha fámula se disculpó, diciendo que Dorothy le ordenó, hacía mucho tiempo que, si llegaba a morir, escondiera todos los papeles relacionados con el yate de su propiedad.

Sólo que en las petacas se encontraron muchas joyas valiosas y papeles sobre el divorcio de Dorothy y Douglas.

-La señora siempre estaba diciendo que se iba a matar o a morir, y que cuando eso sucediera, yo escondiera todos los documentos del yate. Por eso lo hice ahora e Hilda me ayudó –refirió la empleada.

Revelaciones de Douglas

Douglas Wiltshire vivía y tenía un negocio de venta de muebles usados, en Hamburgo 239. Entrevistado por LA PRENSA, no quiso contestar a las acusaciones que le lanzó Javier Olmos. “Son cosas que dice él”, contestó con el mayor desprecio.

El muchacho había tratado de lanzar lodo sobre el exmarido de su amante, diciendo que hasta le había exigido cincuenta mil pesos por darle el divorcio.

Una dama que acompañaba a Douglas y que presenciaba la entrevista salió en defensa del hombre.

-Eso es falso -gritó-, él ha sido siempre bueno y honrado.

El señor Wiltshire sólo dijo que desde que se divorció de Dorothy le pasaba una pensión de tres mil pesos mensuales. Habló del yate de su esposa.

-Lo compramos entre los dos. Después del divorcio se lo traspasé.

No quiso contar nada de su vida conyugal. Dijo que sólo diría algo cuando fuera llamado por el juez o las autoridades pertinentes y se limitó a informar que Dorothy heredó de su madre, Hazle Schwartz, casada en segundas nupcias con Bruno Schwartz, quienes tenían propiedades en Estados Unidos. Por su parte, el padre de Dorothy se llamó Jorge Enríquez, pero también había muerto.

Javier ni trabaja

El pleito estaba entre Douglas y Javier, quienes trataban de hacer quedar mal el uno al otro. Entonces, el exmarido hizo revelaciones al agente del Ministerio Público de San Ángel Inn.

-Estuve casado con Dorothy de 1941 a 1957, pero ya desde mayo de 1956 vivíamos separados. El divorcio fue voluntario y convenimos en que nuestras dos hijas mayores, Dean y Bárbara, se quedarían conmigo. Los tres chicos, Carmela, Jaime y Gary, lado de ella.

Regularmente, cada quince días, sacaba a todos mis hijos a pasear. Iba por los tres chicos el sábado y los regresaba el domingo. Ahora, todos estaban conmigo.

Por mis hijos supe que Dorothy estaba haciendo vida marital, sin haberse casado, con ese joven Javier, a quien ella cariñosamente llamaba Rolo. Un muchacho que no trabaja en nada, sin ningún patrimonio.

Por cierto que últimamente mi esposa compró un coche convertible, pero ignoro si está a nombre de ella o de ese muchacho.

Aunque Douglas no explicó mucho, por sus palabras se dedujo que Dorothy tenía un testamento. Dijo:

-Con la muerte de ella, alguna o algunas personas salen beneficiadas, pero no sé cómo, ni quiénes son. Por eso pido que se haga una minuciosa investigación y que por ningún motivo se deje de hacer la autopsia, porque estoy seguro de que no murió de ninguna enfermedad.

"No estuvo enferma de nada"

Estas declaraciones se supieron antes de conocerse el resultado de la autopsia.

-Mientras estuvimos casados, ella no estuvo enferma de nada. Hace ocho años sufrió un ataque de poliomielitis y se le atrofió la pierna izquierda. Padecía insomnio, pero para dormir acostumbraba tomarse una copa de licor antes de acostarse. Hace tres meses, Dorothy se hizo un examen general con la doctora Kuba Lichtinger, que tenía su consultorio en la Calzada Melchor Ocampo; y en los resultados salió que estaba perfectamente sana.

Además, ya hablé con el doctor que visitó a Dorothy horas antes de su muerte. El doctor se asombró muchísimo cuando le di la noticia de su muerte. Dijo que eso no era posible y explicó que cuando fue a visitarla no estaba enferma de nada, solo un poco nerviosa, y que por eso, incluso, no le recetó nada.

Siguió diciendo el señor Wiltshire que su esposa tenía un patrimonio de 300 mil pesos.

Esto, sin contar varios depósitos bancarios, uno de ellos en el Banco del País, y el yate o velero Tropical Bird, que estaba en aguas de Acapulco. (Se decía que esa nave tenía un valor aproximado de unos nueve millones pesos.)

-Sé que ese muchacho, Rolo, quería casarse con Dorothy y que ella lo rechazaba. Hay algo raro, Javier y Dorothy estuvieron varios días en Acapulco y regresaron precisamente en la fecha en que ella se le desapareció a él y fue a esconderse a la casa de Mura Bright.

-Hable con Mura y supe que Dorothy estuvo escondida en su casa los días 24 y 25 pasados. Desde ese lugar, mi exesposa habló por teléfono con Javier y su madre de este, Hilda, pidiéndoles que se fueran de su casa y que la dejaran sola, porque ya no quería nada con ellos.

Más tarde, Dorothy le platicó a Mura que ellos ya le habían ofrecido irse y que por eso iba a regresar al domicilio de Fresno. Esto fue el viernes, y a la mañana siguiente amaneció muerta.

No es todo, Dorothy se quejó con su amiga, diciéndole que desde tres meses antes vivía amenazada a punta de pistola. Hay también varias cosas que quiero hacer notar. La primera es que mi esposa amaneció desnuda y ella nunca acostumbró acostarse sin ninguna ropa encima y menos en un clima frío como el de México.

Por otra parte, estaba el hecho de que la señora Hilda le ordenó a la fámula Aurora que no me avisara por ningún motivo de la muerte de Dorothy. Aurora tuvo que salirse de la casa y hablar con la vecina Jean Gersho, quien me habló por teléfono, informándome cuanto pasaba.

Sobre esto, Aurora Moya Sánchez dijo a LA PRENSA que Hilda le dijo textualmente:

-No le avisen a Douglas, sino hasta que esté arreglado todo.

Pero la sirvienta también de repente defendía a Hilda y sobre este hecho concreto después afirmó:

-Es que ella estaba tan atarantada como yo y no sabíamos qué hacer.

"Era muy grande su problema"

En su casa de Amazonas se encontraba Mura Bright, la amiga de Dorothy al ser entrevistada por el reportero de LA PRENSA.

-Hace tres meses no la veía y en esta ocasión, antes de venir, me llamó por teléfono. “¿Qué pasó contigo?” -le pregunte-. “Nada -me contestó-, tenía muchos problemas.”

Llegó a mi casa el miércoles y me pidió de favor una copa. Yo hasta le pregunté si tenía alguna celebración y ella dijo que en realidad no había tomado una copa en mucho tiempo y que deseaba divertirse.

Mura no hablaba muy bien el español y trató de explicar que su amiga se puso muy alegre en poco tiempo.

-Se puso borracha con un poquito –dijo-. A veces quería volver su casa. Decía que estaba esperándola una mujer, Hilda, que ella había invitado. Yo le dije, “bueno, habla por teléfono y di que no vas a ir”. Y se quedó a dormir conmigo.

El jueves se la pasó en cama muy enferma. Me platicó que solo su criada sabía dónde estaba. Ella decía que tenía muchos problemas y hasta le aconsejé que hablara con su exesposo, ya que siempre habían sido buenos amigos y podía ayudarla.

“Nada más te digo -llegó a decirme-, que si tú supieras la vida he llevado estos tres meses, varias que es una historia de película”. Ella no quería case con ese muchacho, quería dejarlo todo.

El viernes en la mañana habló por teléfono con esa señora Hilda y después se puso muy contenta. “Dice que se va de la casa si no me regreso, dijo; que se vaya”, comentó muy alegre.

Su esposo Douglas me habló por teléfono el viernes y me preguntó por Dorothy. Lo puse en comunicación con ella y ella le dijo que deseaba hablarle, pero otro día. Después regresó a casa de San Ángel Inn.

Era muy grande su problema. Su hija más grande llegó a decirle que no le gustaba el ambiente que había en su casa. Hasta le aconsejó que hablara con el papi de ella y tratara de arreglar todo.

El reportero de LA PRENSA le preguntó a la señora Mura Bright si su amiga Dorothy atentó alguna vez contra su vida o habló de suicidio. Ella rio de una manera muy especial.

-Ah… -exclamó antes contestar-. Sí, una noche; esa vez hablábamos del tema. Descubrí que tenía unos rasguños en una muñeca. “¿Qué fue eso? -le pregunté-. -Nada, ya sabes cómo soy -contestó ella-”. Después me dijo que otra noche había estado pensando en cómo se matan las personas y que por eso se había causado esas pequeñas cortadas. “Pero ya sabes -expresó después- que yo no soy de las mujeres que se matan.”
Empero la criada Aurora Moya Sánchez salió con que su patrona siempre estaba hablando de matarse o morir y que, por eso, le ordenó que cuando eso sucediera, escondieran los papeles del velero.

Y hasta aseguró que la occisa ingería fenobarbital y otras pastillas rosadas para los nervios.

-Los frascos están ahí, en el buró, junto a su cama –aseguró.
Y con todo ello, siguió la incógnita: crimen, suicidio o intoxicación accidental…

Intoxicación o envenenamiento

El doctor Diego Moreno hizo la autopsia de la millonaria. Javier había insistido hasta el último momento de la averiguación previa que Dorothy estaba enferma del corazón y resultó que no era cierto.

En realidad, la muerte fue por congestión visceral generalizada que, en la mayoría de las ocasiones, se da por intoxicación o envenenamiento. Por ello se tomaron muestras de tejido visceral.

El resto del cuerpo sería incinerado, según se informó; y las cenizas se entregarían a Douglas Wiltshire.

Por su parte, Hilda Rodríguez de Valdez, madre de Javier, dijo que conocida de Dorothy, y que aquel día “se sintió mal y llamamos al doctor Raúl Pérez Herrera, quien comentó después que iba a someterla a un tratamiento muy delicado porque estaba mal de salud”.

Como a la una de la madrugada Hilda se encontraba en su habitación que daba hacia la sala, lugar que le había asignado Dorothy para descansa. Escuchó cuando la llamó y luego se despidió de ella, porque deseaba estar sola. “La vi muy agitada y sudaba copiosamente del rostro”, finalizó.

-Al día siguiente subí para saber si se había incorporado y la encontré semidesnuda, boca abajo, traté de reanimarla con ayuda de Aurora y no pude hacerlo, hasta que llegó un doctor y nos dijo que estaba muerta. Ella bebía y fumaba mucho y acostumbraba tomar pastillas para conciliar el sueño.

En cambio, Aurora dijo que su patrona no quería casarse con Javier por ser este mucho más joven y también “quería quitarse de encima a la madre del muchacho”, por lo que se fue unos días a la casa de Mura Bright en la calle Río Amazonas.

Los registros del archivo policiaco no registraron más datos sobre el caso que quedó en el más completo misterio, pues los detenidos para investigación quedaron en libertad al no demostrárseles algún delito.

Todos creían que estaban metidos en un gran lío y había demasiadas ambigüedades en el caso que hacían desconcertar a las autoridades. Las declaraciones de los hombres implicados en la vida de Dorothy que, pese a alegar su inocencia, era verdad que la querían por su dinero.

Su muerte fue un enigma

El hecho de que la empleada cambiara sus declaraciones en varias ocasiones so pretexto de que la señora Hilda le había dicho una cosa o que la propia Dorothy le hubiera dado indicaciones previendo su muerte. Era un verdadero enredo.

Otro aspecto que no pudo corroborarse y que fue aportado por un testigo clave, fue el hecho de que a Dorothy le gustaban los mancebos, según se dijo y que, desde su separación, había salido con al menos media docena hasta llegar a Javier.

Asimismo, se supo que la bella millonaria era una consumidora consuetudinaria de las píldoras para el dolor.

Uno de los últimos hallazgos en la investigación fue el hecho de hallar jeringas con las cuales Dorothy se inyectaba cuando sentía que los dolores eran muy fuertes. Es decir, consumía morfina o heroína o quizás ambas. Era la ciudad de México de los años 50, en la que había dejado su huella la generación beat, donde Burroughs había asesinado a su esposa en la Roma, donde Kerouac había escrito algunas de sus mejores poesías, donde fluían todo tipo de drogas para calmar dolores inexistentes…

La vida de Dorothy fue un relámpago y su muerte un enigma.


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