/ martes 6 de agosto de 2024

Opinión por Vicente Gutiérrez Camposeco | México ensangrentado

Lamentablemente a México, nuestra gran nación, lo arrastra una ola de violencia, de inseguridad y de criminalidad. Por más estadísticas que se publiquen, la situación simplemente empeora en lugar de mejorar. Durante el sexenio actual se han registrado 96 homicidios por día; homicidios dolosos es la escalofriante cifra que rompió récords en el país y, por la que el 2024 se perfila para ser el año más violento. En las últimas semanas no hay día que no exista una noticia relacionada con crímenes y muerte en todo el país.

Recientemente el Sector empresarial lamentó el asesinato de mi buen amigo y líder Julio Almanza Armas, presidente de la Federación de Cámaras Nacionales de Comercio (Fecanaco) en Tamaulipas, que venía denunciando la corrupción en las aduanas, el crecimiento de huachicol y las extorsiones del crimen organizado en Tamaulipas. Sume Usted apreciable lector el artero asesinato de Minerva Pérez Castro, presidenta de la Cámara Nacional de las Industrias Pesquera y Acuícola (Canainpesca), en Ensenada, Baja California. Es decir, hay una crisis evidente de inseguridad en México y al gobierno del presidente López Obrador le corresponde solucionarla, no se le puede pedir ni más ni menos que a los otros gobiernos, además de que él se propuso en pacificar al país, pero hasta el momento no hay resultados claros.

El recrudecimiento de la violencia, especialmente en estados como Jalisco, Tamaulipas; Chiapas, Michoacán y Guerrero, Morelos, entre otros, a raíz de la disputa entre los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, ha llevado a cientos de familias a abandonar sus lugares de origen y desplazarse debido a la inseguridad y los conflictos entre los grupos antagónicos de las organizaciones criminales. Cuando habíamos visto que comunidades enteras fueran a refugiarse a Guatemala por el azote del crimen organizado o, el desplazamiento de comerciantes del Centro Histórico de la CDMX, ¿por el impune crecimiento de venta de productos asiáticos y la presencia de la mafias chinas y coreanas?

La violencia en México ha desplazado de sus hogares a más de 379,322 personas, ocasionado una crisis humanitaria de desplazamiento interno forzado que alcanzó su máximo histórico. El fenómeno experimentó un notable aumento en cuanto al número de episodios registrados durante el 2023. Además del incremento en las cifras, este anómalo ha aparecido en más de diez entidades donde previamente no se había presentado, como en San Luis Potosí y el Estado de México, de acuerdo con organizaciones civiles de derechos humanos. Lastimosamente, la impunidad es el crimen perfecto, no sólo impide la justicia en los casos concretos, la sanción a los responsables, sino también impide saber qué pasó, por qué pasó y cómo evitar que vuelva a ocurrir. La falta de justicia protege las estructuras de poder y blinda a los máximos responsables de los crímenes más graves. Por ello, la impunidad es un factor determinante en la reproducción de la violencia.


Lamentablemente a México, nuestra gran nación, lo arrastra una ola de violencia, de inseguridad y de criminalidad. Por más estadísticas que se publiquen, la situación simplemente empeora en lugar de mejorar. Durante el sexenio actual se han registrado 96 homicidios por día; homicidios dolosos es la escalofriante cifra que rompió récords en el país y, por la que el 2024 se perfila para ser el año más violento. En las últimas semanas no hay día que no exista una noticia relacionada con crímenes y muerte en todo el país.

Recientemente el Sector empresarial lamentó el asesinato de mi buen amigo y líder Julio Almanza Armas, presidente de la Federación de Cámaras Nacionales de Comercio (Fecanaco) en Tamaulipas, que venía denunciando la corrupción en las aduanas, el crecimiento de huachicol y las extorsiones del crimen organizado en Tamaulipas. Sume Usted apreciable lector el artero asesinato de Minerva Pérez Castro, presidenta de la Cámara Nacional de las Industrias Pesquera y Acuícola (Canainpesca), en Ensenada, Baja California. Es decir, hay una crisis evidente de inseguridad en México y al gobierno del presidente López Obrador le corresponde solucionarla, no se le puede pedir ni más ni menos que a los otros gobiernos, además de que él se propuso en pacificar al país, pero hasta el momento no hay resultados claros.

El recrudecimiento de la violencia, especialmente en estados como Jalisco, Tamaulipas; Chiapas, Michoacán y Guerrero, Morelos, entre otros, a raíz de la disputa entre los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, ha llevado a cientos de familias a abandonar sus lugares de origen y desplazarse debido a la inseguridad y los conflictos entre los grupos antagónicos de las organizaciones criminales. Cuando habíamos visto que comunidades enteras fueran a refugiarse a Guatemala por el azote del crimen organizado o, el desplazamiento de comerciantes del Centro Histórico de la CDMX, ¿por el impune crecimiento de venta de productos asiáticos y la presencia de la mafias chinas y coreanas?

La violencia en México ha desplazado de sus hogares a más de 379,322 personas, ocasionado una crisis humanitaria de desplazamiento interno forzado que alcanzó su máximo histórico. El fenómeno experimentó un notable aumento en cuanto al número de episodios registrados durante el 2023. Además del incremento en las cifras, este anómalo ha aparecido en más de diez entidades donde previamente no se había presentado, como en San Luis Potosí y el Estado de México, de acuerdo con organizaciones civiles de derechos humanos. Lastimosamente, la impunidad es el crimen perfecto, no sólo impide la justicia en los casos concretos, la sanción a los responsables, sino también impide saber qué pasó, por qué pasó y cómo evitar que vuelva a ocurrir. La falta de justicia protege las estructuras de poder y blinda a los máximos responsables de los crímenes más graves. Por ello, la impunidad es un factor determinante en la reproducción de la violencia.


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